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DÍA DE LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO

En España diez personas se quitan la vida cada día

En Aragón se quita la vida una persona cada tres días, y entre seis y siete realizan un intento diario. Hoy tienen lugar actos de concienciación

RAQUEL PLOU /
La depresión es el motivo más habitual de los suicidios.
icono foto La depresión es el motivo más habitual de los suicidios.

En Aragón se consuman, de media, 113 suicidios al año. Es decir, uno cada tres días. Sin embargo, las tentativas rondan las 2.500 anuales, lo que supone seis o siete diarias, según la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME), entidad que cuenta con 36 años de experiencia en la atención, rehabilitación e integración social de personas afectadas por problemas de salud mental.

En el conjunto de España, el Instituto Nacional de Estadística revela que los suicidios encabezan la lista de causas de muerte por motivo no natural, con una media anual que supera las 3.500 personas al año o, lo que es lo mismo, 10 suicidios al día; uno cada dos horas y media. Cifras superiores a las muertes por accidentes de tráfico o los homicidios.

Aunque no hay aún datos oficiales de 2020, los expertos admiten un incremento significativo de consultas, a causa de la pandemia. La Organización Mundial de la Salud estima, por otra parte, que cada suicidio que se comete causa un impacto serio en al menos seis personas.

De todo esto, sin embargo, se habla muy poco. La celebración, este viernes, del Día Mundial para la Prevención del Suicidio nos invita a romper esta tendencia, de la mano de profesionales que tratan este fenómeno y del testimonio de alguien que ha intentado quitarse la vida.

Nicolás: "Yo lo he intentado tres veces"

Nicolás tiene 61 años y ya está prejubilado. Acudió a ASAPME hace cuatro años, gracias a la recomendación de su doctora, cuando recibió el alta del hospital la primera vez que intentó acabar con su vida. “Soy bipolar y he tenido tres intentos de suicidio. El primer ataque que me dio fue muy grave, como si estuviera en otro mundo", cuenta.

"En el último -prosigue- puse en marcha lo de ‘pide ayuda’, ‘sigue escuchando tu conciencia’, porque llega un punto en el que ya no la oyes, eres un autómata que va a lo que va. No piensas ni valoras nada, tu mente no razona”, comenta. Nicolás explica que no está capacitado para trabajar, porque sus intentos de autolisis le han dejado secuelas y una de ellas es que retiene poco, se le olvidan las cosas.

Para él, la asociación le ha ayudado a encontrar el apoyo que no tenía en su entorno más cercano y seguir adelante: “Te llenan mucho las horas vacías, en las que le darías vueltas a la cabeza. Son cosas que van muy bien, como caminar, talleres creativos de manualidades, de vez en cuando también sacamos a los perros de alguna protectora, antes había musicoterapia… Te ayudan a ponerte al día”.

Este viernes, diferentes entidades organizan talleres de sensibilización para tratar de frenar las cifras actuales y ayudar a todos los que se encuentren en esta situación. Profesionales vinculados a ASAPME impartirán una conferencia en el centro Joaquín Roncal de Zaragoza, junto a otras asociaciones, y en Jaca se leerá un manifiesto para la prevención del suicidio, que protagonizará el propio Nicolás.

Cuando le propusieron participar en los actos programados, la primera respuesta de este superviviente de suicidio fue ‘no’, pero luego, al poner en una balanza los pros y los contras, se dio cuenta de que merecería la pena. “Voy a leer el manifiesto muy concretamente para los que están sufriendo este trauma. Voy a dar unos consejos, unas vivencias. Quiero hacer hincapié en la importancia de la familia y amigos, para que estos tengan los ojos abiertos. Porque si la persona está muy triste, mira al suelo… es porque algo grave pasa, algo no va bien. Y ahí es importante que se acerquen, que les pregunten qué les pasa, que les hagan saber que van a estar a su lado”, afirma.

La depresión, el principal motor del suicidio

Detrás de los suicidios se encuentra, en la mayoría de ocasiones, alguna enfermedad mental. Según el psiquiatra de ASAPME, Óscar Ortega, “está completamente ligado” y, de hecho, la depresión es el motivo más habitual: “Cuando una persona tiene una depresión, el hecho de que aparezcan pensamientos negativos, de muerte, de quitarse la vida, es bastante frecuente, por lo que la probabilidad con respecto a una persona que no tiene ninguna depresión ni ninguna otra patología es hasta 20 veces mayor”. Otras enfermedades mentales, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o los trastornos de la personalidad también conllevan un mayor riesgo de suicidio.

Por ello, este experto incide en la importancia de trabajar con los pacientes a nivel psicológico y psiquiátrico, pero también salir de las consultas y llevar a cabo campañas de sensibilización. “La gente no sabe dónde puede acudir y hay profesionales que tratamos esto, psicólogos, psiquiatras, que en un momento de mucha angustia en el que la persona sienta que está en riesgo, puede acudir a urgencias, le pueden atender”, explica. También destaca el papel que juegan los familiares y amigos a la hora de estar, escuchar, apoyar y recomendar apoyo de un profesional, tratando de evitar la típica frase de “no digas esas tonterías”.

Nuevos perfiles

Aunque el suicidio no entiende de edades, cada vez es más común encontrar repuntes en casos de jóvenes y ancianos, a partir de los 75 años. Por un lado, Ortega considera que “cuando los jóvenes comienzan a forjar la personalidad es cuando aparecen una serie de conflictos personales que pueden llevar a esto”, y, además, “un joven siempre es una persona más impulsiva y la impulsividad puede favorecer el suicidio”.

Por otro, “en edades más adultas y ancianos aparece el miedo a la muerte, patologías físicas, que ya son situaciones en las que la persona constituye un factor de riesgo para que pueda pensar en el suicidio”, matiza.

Hasta el momento, no existe un plan nacional para tratar de acabar con este problema de salud pública, pero sí lo hay en Aragón. La Estrategia de prevención del suicidio en Aragón, impulsada por el Gobierno autonómico, se puso en marcha en octubre de 2020 y busca una detección precoz, una respuesta asistencial coordinada e integral –que incluye la formación de profesionales– y una disminución, tanto de las tentativas como de la mortalidad.

Un problema silenciado durante años

El suicidio ha sido un tema tabú durante muchos años por el posible efecto llamada que pudiera tener. Ni la sociedad, ni los medios de comunicación, ni siquiera los propios pacientes que acudían a terapia lo llamaban por su nombre. Pero, poco a poco, se rompe ese estigma, apuntan desde la asociación.

“Va habiendo conciencia de que algunas ideas que teníamos igual no eran del todo ciertas. Eso de que hablar del suicidio induce al suicidio no es verdad, y se ha demostrado. Lo que hay que ver es cómo hablarlo”, declara el psiquiatra Óscar Ortega, quien también defiende que “hay que explicar que es un problema de salud enorme y que muchas veces esto responde a un trastorno mental que es tratable”. Eso sí, conviene evitar detalles morbosos y concretos o explicar el cómo y dónde se ha cometido el acto suicida. “Si dices de qué puente se ha tirado, eso sí puede producir un efecto de imitación, que la gente identifique ese puente con que desde ahí se puede suicidar. Pero hablar de datos generales, de estadísticas, de las posibles soluciones que puede haber, es totalmente necesario”, expone.

La misma opinión comparte Nicolás, quien considera esencial que haya conciencia de este problema y que se hable de él, siempre con cierto tacto. “Soy consciente de que esto me ha llegado a mí, aprendo de ello, lo asumo, lo comprendo… porque es una lotería, no es nada más. Hay que saber llevarlo sin que sea un trauma añadido. Habrá bajones, pero para eso están los profesionales. Cada vez se va aprendiendo un poco más y cada vez tienes más herramientas”, concluye.

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