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SOCIEDAD

Sobrevivir al luto por el cónyuge: una reconstrucción familiar, social, económica y personal

En Aragón hay 84.300 personas viudas y la mayoría son mujeres. Representan el 13% de la población aragonesa

ARAGÓN NOTICIAS /
Las viudas representan casi el 13 por ciento de la población aragonesa. (Objetivo).
icono foto Las viudas representan casi el 13 por ciento de la población aragonesa. (Objetivo).

En España hay casi tres millones de personas viudas. En Aragón, son más de 84.300 personas viudas, de los que la gran mayoría son mujeres. En total representan el 13% de la población aragonesa. El programa 'Objetivo' se acerca este sábado a la realidad de quienes tienen que hacer frente en soledad a una reconstrucción familiar, social, económica y personal.

Quedarse viuda ha sido mucho más que una tragedia personal durante miles de años. La mujer, con menos oportunidades en otros momentos de la historia, se quedaba sin sustento y en muchas ocasiones con varias criaturas a su cargo. Por eso se incluía a las viudas dentro de los grupos de mendicidad. Hasta 1967 no se establece una pensión de pleno derecho para ellas, siempre que tuvieran una actitud moral y honesta. El control social ha marcado durante años las vidas de estas mujeres y hombres, pero no de la misma manera. Ellas y ellos son quienes se quedan en el tren de la vida, aunque el viaje haya cambiado para siempre.

"La vida se te rompe"

Aurora Beamonte conserva en su casa espigas de hace 30 años, son las que crecieron de las últimas semillas que plantó su marido. Una muerte que califica de horrorosa: "Tenía 56 años y había ido al campo. Se encontraba estupendamente pero le dio un infarto cerebral. Se quedó en el acto, en un coche sentado. Nos vinieron a avisar y fue una tragedia. Una amargura grande para mis hijos y para mí".

A Ramón Melendo lo conocen en su pueblo como Moncho. Perdió a su mujer de repente, por un aneurisma de corazón. "Una tragedia, porque tienes que reorganizar todo lo que has hecho antes para después. Así de claro", expresa. Con 45 años se quedó sólo al frente de su bar y con tres hijos de diez, ocho y cinco años. A Ramón le ha tocado hacer de todo. "Llevarlos todos los días a la escuela, darles de comer y hacer muchas cosas, y aprender a sobrevivir de otra manera. Tenía que enseñar a los chicos a ser autosuficientes", relata.

Carmen Casbas, que también se quedó viuda, remarca que fue un cambio repentino. "Mi marido nunca había pensado que a los 56 años iba a fallecer de una forma tan rápida como ocurrió. La vida se te rompe. Esa es la primera sensación. La vida se te rompe y te preguntas por qué te ha tocado a ti".

Aurora expresa que nunca se ve sola.

Pérdida económica

Aurora, Ramón y Carmen forman parte de las 84.300 personas viudas que hay en Aragón, de las que la gran mayoría son mujeres. Según Pablo Redondo, sociólogo, la viudedad es un fenómeno "profundamente feminizado". Y añade que sucede, "en primer lugar, por la pirámide poblacional, porque tienen mayor esperanza de vida que los hombres. Otra cuestión es que antiguamente era más habitual que los hombres fuesen mayores que su pareja al casarse, con lo cual la muerte llega antes".

Carmen sigue viviendo en la casa que diseñó su marido, que murió hace 23 años. Ella había trabajado ayudándole en su despacho. "Lo primero que hizo alguna gente, no digo amigos, fue querer comprarme la casa, porque se suponía que yo no era capaz de mantener esta casas, y siempre digo a 'precio de viuda'", reflexiona. "Son situaciones que no hubiera vivido mi marido. A él, si hubiera fallecido yo, no le paran por la calle para decir que le compraban su casa. Él era capaz. Y yo, ¿por qué no?", responde Carmen.

En muchas ocasiones, a la tragedia personal se une también la pérdida de una fuente de ingresos. Y mucho más cuando antes lo normal era que la mujer no cotizara. "De cotizar, nada; y claro, luego no te queda pensión. Pero no me quejo. Del campo, según lo que pagas, a mí me quedó poca, pero como tengo el campo y lo hemos llevado y lo hemos alquilado, económicamente no me ha faltado de nada, y no soy muy gastadora", replica Aurora.

Ramón volvió a trabajar dos días después del entierro. Nunca percibió pensión de viudedad, ni sus hijos de orfandad, porque su mujer no cotizaba. "Sólo teníamos una cotización. La empresa no daba para tanto; en realidad no es que no diera, es que era otro tipo de mundo", explica. 

Ramón cuenta que sacar adelante a sus hijos ha sido su motor.

Ayudas económicas para salir adelante

España es el país del mundo con mayor porcentaje de su población cobrando pensiones de viudedad. Hay casi 2,4 millones de personas que las perciben. La prestación varía dependiendo de la cotización aunque la media es de 776 euros desde la última subida en el mes de abril. "Sobre todo en las familias que están conviviendo con hijos la entrada en la viudedad supone un hecho muy traumático en el sentido de que esas familias pasan a convertirse en monoparentales. Una sola persona se queda al cargo de los hijos. Y eso tiene implicaciones a nivel económico y de conciliación. Resulta muy difícil conciliar las tareas familiares con el trabajo estando a solas al cuidado de los hijos", explica Pablo Redondo, sociólogo. 

Carmen, era psicóloga de profesión pero hasta el momento del fallecimiento de su marido, nunca había ejercido. "La situación económica se me quedó muy mal. Siempre había estado con mi marido ayudándole y justo al mes de morir mi marido la enfermera de mi centro de salud me ofreció dar un curso para mujeres mayores", declara Carmen. Ése fue su primer ingreso como psicóloga y a partir de allí comenzó a salir a trabajar.

Además, destaca que se dio cuenta entonces del control social sobre las viudas. "A los 15 días justos de mi marido, yo no llevaba luto. Una compañera de trabajo se me quedó mirando de arriba a abajo y me dijo 'Ah!, que no se lleva el luto esta temporada'. Mira si me hizo daño que no se me ha olvidado -relata-. Entonces me di cuenta que estaba expuesta a los comentarios de la gente. Decidí que no me importaba. Yo quería mirar a los ojos a mis hijos y poder estar bien". Aurora expresa que ella no ha tenido en cuenta las opiniones de los demás: "Si una viuda llora mucho se dice 'qué pesada, siempre llorando'; y si se ríe, 'qué poco sentido'". "Yo he hecho lo que he querido. He reído, he llorado y no he mirado lo que digan otras personas", asegura.

"A nosotras se nos exige ser la viuda eterna, es como la Pantoja, la viuda de España y a los hombres no pasa nada porque se vuelvan a casar. Nosotras parece que tengamos que justificarnos", reitera Carmen. A Ramón en cambio le insistían en que buscara una nueva mujer en varias ocasiones. "Pero no es lo que procedía y ya está. Cuando ya tienes una familia formada y estás a mitad de camino de tu vida no tienes más interés que tu propia familia, no buscar una nueva", explica.

Soledad y recuerdos

La soledad es el gran problema con el que se enfrentan viudas y viudos. Cada persona encuentra sus propias herramientas para salir adelante. Aurora expresa que nunca se ve sola: "Siempre tengo la radio, la televisión. me hace compañía y me gusta mucho. Y cuando hago mis labores , hay veces que estoy hablando con mi marido, que lo quiero mucho".

En el caso de Ramón, sacar adelante a sus hijos ha sido su motor. "He hecho por ellos todo. Cuando han tenido un pequeño fracaso, apoyarlos y decirles, venga que hay que seguir y en eso estamos bien", expresa.

Carmen se jubiló a los 71 años. Ha trabajado de profesora en la UNED, en una asociación de discapacitados y en otra de exalcohólicos. Pertenece a la asociación de viudas y lleva una vida activa, pero los recuerdos siempre vuelven. "Me acuerdo tantas veces de mi marido, de que no ha podido ver la trayectoria de sus hijos y cómo se afianzaba, de que no ha conocido a su nieto... Me da verdadera pena ver que no ha podido disfrutar de la vida", señala Carmen. Llevar la vida que su marido no pudo disfrutar es uno de sus motores. Porque la vida sigue, de otra manera y a pesar de todo.