"Si no recibo la PAC, cojo la maleta y dejo el campo. Que nos alimenten otros"

Roberto González se enamoró del campo cuando apenas era un adolescente. Con solo 14 años, comenzó a ayudar a su padre en las labores de agricultor. Actualmente, con 26, ambos trabajan junto a su hermano Luis más de 300 hectáreas de alfalfa, festuca, trigo y cebada en Villafranca de Ebro. La familia al completo, incluida su madre, participará este viernes en Zaragoza en una nueva jornada de protestas para exigir una PAC que acabe con los derechos históricos.

“Que cobres por lo que tienes, no por lo que tenías hace 20 años, que yo casi ni había nacido. No es justo. Yo quiero ser agricultor en mi pueblo, pero no puedo tener tierras porque sin derechos no me sale rentable porque no cobro la PAC”, denuncia Roberto.

Esta es la principal reivindicación que este viernes movilizará a miles de profesionales del campo hasta la capital aragonesa. “Si no compro tierra, ¿de qué vivo?”, se pregunta el joven, que cuenta también con el hándicap de la proximidad del río Ebro a su localidad natal. “Podría vivir de lo que me da la tierra, pero si viene una riada, ¿qué haces? Si no tengo la PAC para ir tirando, cojo la maleta y me voy a Zaragoza a vivir. Que nos alimenten los de otros países, que parece que es lo que queremos”, lamenta con vehemencia.

Con todas estas "adversidades", Roberto augura un futuro negro a una profesión “muy sacrificada”, que requiere madrugar mucho y trasnochar "para que cunda el día”. “No hay gente que se quiera dedicar a esto. En verano, mis amigos directamente ni cuentan conmigo. Mi novia me dice: ‘Ya quedaremos cuando llueva’”, admite con resignación.

"A mí, que no me quiten la cosechadora"

A pesar de la dureza de la profesión, tanto Roberto como su hermano Luis reconocen ser “muy felices” desempeñándola. “Me he criado en el campo. De pequeño iba con el tractor, acompañaba a mi padre… es algo que siempre me ha gustado”, admite Luis con una sonrisa mientras siega un campo de festuca.

A las 7.30 de la mañana, este joven agricultor inicia generalmente una jornada de trabajo que se prolonga, aproximadamente, hasta las 21.00, cuando la humedad obliga a detener la faena. “Muchos días, cuando llegas a casa, no tienes ganas de ver a tus amigos o de hacer planes, pero a mí que no me quiten de la cosechadora, me encanta lo que hago”, reconoce el agricultor, de solo 22 años.

Ambos forman parte de un reducido grupo de 25 agricultores en la localidad zaragozana de Villafranca de Ebro. De todos ellos, además de Roberto y Luis, tan solo otros dos hermanos garantizan “como pueden” el delicado futuro de una profesión que este viernes volverá a alzar la voz en el centro de Zaragoza con un único objetivo: luchar por sobrevivir.