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FIESTAS PATRONALES

Romerías, tradición centenaria truncada otro año por la pandemia

Beranuy, Valderrobres y Mesones de Isuela son algunos de los municipios aragoneses que este año no han podido celebrar la peregrinación

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Fotografía de la romería al Monasterio de Santa María de Obarra en 1950-1960.

Jesús Guitart tiene 57 años y recuerda vivir, "de toda la vida", la romería al Monasterio de Santa María de Obarra, ubicado en el municipio oscense de Beranuy (Huesca). Para él, peregrinar hasta el templo, y tomar allí torta y vino con sus vecinos es "una tradición que viene de lejos", de la que recuerda hablar a su madre y a su abuela. "Era el día por excelencia donde se juntaban la Ribagorza y la Alta Ribagorza", exclama. Este 15 de agosto, por segundo año consecutivo, las restricciones para hacer frente a la pandemia impiden a Guitart celebrar este y otros ritos semejantes, que salpican la geografía y la tradición aragonesas.

Por lo general, a la romería acudían unas mil personas, quienes, después de asistir a la misa 'de las 12', picaban los obsequios que repartían los vecinos de Calvera y se quedaban a comer por los prados aledaños. "Este año no nos podemos juntar, porque es imposible respetar las distancias de seguridad, ni siquiera en la iglesia", explica Guitart, quien además es alcalde del municipio.

El impacto de no poder celebrar la romería, añade, es "más sentimental que económico", pues la COVID-19 ha entorpecido una tradición centenaria. A pesar del paso del tiempo, "se mantiene el mismo espíritu", apunta el alcalde, con la única diferencia de que "antes iban andando y ahora, en coche". Aunque Guitart estaba mentalizado de que no podría celebrar este año las fiestas, ya que así lo anunció el Gobierno de Aragón en mayo, lamenta la situación: "Es triste, porque ves que otro año más no vas a poder hacer lo que llevas haciendo desde que eras pequeño".

Este año, los únicos asistentes que acogerá el Monasterio de Santa María de Obarra serán los que reserven una visita guiada y los que acudan al concierto 'Clásicos en la frontera', del Festival de la Ribagorza, que se celebra el 28 de agosto con aforo limitado y entrada gratuita -previa inscripción por internet-. 

Una tradición que traspasa el interés religioso

Las romerías, en origen, eran una peregrinación que se realizaba con el objetivo de visitar una ermita o un santo. Ahora, el paso del tiempo ha diluido esta finalidad hasta convertirlas en una tradición por la que las personas, más o menos creyentes, disfrutan de pasar un día con sus seres queridos. El municipio de Valderrobres, en Teruel, no quería perder este día de ilusión, por lo que decidió sustituir su romería de los Santos en honor a San Abdón y San Senén, celebrada el domingo pasado, por una caminata popular. "Es una actividad diferente y saludable, que por lo menos nos ha permitido seguir con la tradición", afirma el alcalde Carlos Luis Bone.

Antes de la pandemia, en Valderrobres (Teruel) celebraban la romería con una comida popular, carreras tradicionales y juegos infantiles. Este año, reconoce Bone, "no ha tenido nada que ver". De las 800 personas que solían asistir a estos actos, el alcalde calcula que solo una cuarta parte asistió a la caminata, a la que siguió una misa al aire libre y una actuación de magia para los niños. "Mucha gente no subió a la ermita. Por ejemplo, la gente mayor que otros años subía en coche no fue, porque arriba solo había una misa", lamenta. 

Los vecinos, sin embargo, se muestran agradecidos de que este año las circunstancias hayan sido más favorables que el pasado, cuando no hubo ninguna actividad, porque gran parte del municipio ya está vacunado frente al coronavirus. "Estamos contentos. Hemos convertido la romería en un día en familia haciendo deporte", sentencia Bone.

El alcalde de Mesones de Isuela (Zaragoza), José Antonio Gómez, reconoce ser del grupo de personas que asiste a la romería a la Ermita de Nuestra Señora de los Ángeles del castillo, a pesar de no estar especialmente apegado a la religión. El municipio zaragozano incorporó esta tradición a sus fiestas hace 32 años, sustituyendo así la procesión que realizaban desde la iglesia del pueblo hasta la Ermita de San Roque para no coincidir con otras celebraciones de localidades vecinas. "Así nos asegurábamos que los vecinos se quedaran en el municipio", indica.

Como en el resto de Aragón, los vecinos de Mesones de Isuela han celebrado este año una 'romería descafeinada', con una única misa el pasado 2 de agosto a la que asistieron algunos residentes. "Somos 287 habitantes y antes igual subíamos 400 personas... este año, da gracias si hemos ido 150", se apena. El rosario de personas, señala el alcalde, se formaba a la bajada, porque en la subida había desde gente descalza o de rodillas, hasta "con unos tacones de aguja que tenían que andar de espaldas". 

Antes de la pandemia, la romería servía como pistoletazo de salida para las fiestas 'grandes'. Entonces, en Mesones preparaban subidas nocturnas y diurnas, orquestas, vacas y coros, entre otras cosas. El Ayuntamiento, a su vez, preparaba un vermú "para los del pueblo y los que no son del pueblo". Los más jóvenes son los que más añoran estos días, por eso Gómez asegura que, cuando se abran las restricciones, habrá "absolutamente todo y más de lo que no se ha podido celebrar estos años". Como en el resto de municipios aragoneses que, por segunda ocasión consecutiva, se han quedado sin sus romerías.