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INCENDIOS FORESTALES

Aragón, 30 años de trabajo en la regeneración de suelos calcinados

Una vez apagadas las llamas, los trabajos de regeneración de los suelos calcinados deben empezar cuanto antes. Este año, en el que se multiplica por siete la superficie afectada por el fuego, esta labor es especialmente necesaria

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Después de un incendio forestal, es fundamental comenzar lo antes posible las labores de recuperación del terreno. | 'Objetivo'

Este año, los incendios forestales han azotado varias zonas de Aragón, especialmente en las comarcas de Calatayud y Campo de Borja. El verano, que deja más de 20.000 hectáreas calcinadas, ha multiplicado casi por siete la media de superficie quemada en lo que va de año, que se sitúa en torno a las 3.000 hectáreas. Desde el año 2000, se suman casi 80.000 hectáreas afectadas por 7.820 incendios, según los datos del Gobierno de Aragón.

Pero una vez que el fuego termina, comienza el largo trabajo de rehabilitación para que los suelos y los paisajes destruidos puedan recuperar en unos años su imagen original.

En Aragón, hace 30 años que se estudia cómo recuperar y reforestar las zonas quemadas. Las primeras actuaciones son fundamentales, y el programa 'Objetivo', de Aragón TV, ha mostrado este sábado cómo se llevan a cabo.  En primer lugar, hay que proteger y asentar el terreno para evitar en lo posible que las lluvias lo erosionen. “Se crea una escorrentía que arrastra el suelo. Y si se lava la materia orgánica, acabaremos por tener suelos muy esqueléticos, en los que será imposible que vuelva a crecer la vegetación”, explica el ingeniero de montes Marco Lorenzo. Por ejemplo, cubrir parte de la zona afectada con paja hace la función de la hojarasca a la hora de recibir la lluvia. Esa protección evita además que las cenizas que ha dejado el incendio afecten a la calidad del agua que queda de esas precipitaciones

Por otro lado, cuando el fuego pasa por un terreno hace que no absorba el agua, sino que por la reorganización de las partículas orgánicas sobre las minerales, “se convierte en repelente”, apunta el catedrático de Edafología de la Universidad de Zaragoza, David Badía.

Tras la consolidación del suelo, llega el momento de la reforestación. | 'Objetivo'

Y tras la consolidación del terreno, llega el momento de replantar los árboles. El hecho de que en la Comunidad predomine el clima mediterráneo facilita que las especies arbóreas autóctonas puedan regenerarse tras un incendio. "Por la experiencia que tenemos, muchos pinares quemados pueden recuperar una masa arbolada de alrededor de dos o tres metros de altura dentro de de unos diez años ”, señala Lorenzo. 

Ha ocurrido en pueblos como Ejulve (Teruel) y Terrer (Zaragoza), que sufrieron sendos incendios hace más de una década, y que hoy ofrecen paisajes en los que ya no predominan las cenizas. Por allí asoman ya masas uniformes de pinos verdes que con el tiempo se abren paso. 

La formación y la educación son claves

Y la ciencia y la educación tienen mucho que ver. Algunos estudios ofrecen formación sobre prevención y gestión de incendios forestales. Además, una buena labor pedagógica en jóvenes y adultos reduciría el número de actuaciones. “Hay mucha ignorancia de lo que representan estas emergencias y del coste que conllevan”, asegura David Arnal, profesor del módulo de incendios forestales en el IES Zaurin de Ateca, uno de los términos municipales afectados por las llamas este pasado verano. “Es mucho más costoso regenerar un bosque que protegerlo. No somos conscientes de lo que tenemos alrededor y no sabemos apreciarlo", añade.
 
"El 80 por ciento de los incendios se producen por negligencias. Ahí también hay un papel que puede jugar la educación", recalca David Badia. Una prevención en la que  la Universidad de Zaragoza trabaja desde 1992.