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HUESCA

Un dispositivo policial vigila la previa de las no fiestas de San Lorenzo

La capital oscense se prepara para vivir con prudencia y bajo el toque de queda la semana en honor a su patrón mientras la incidencia de contagios sigue bajando

ARAGÓN NOTICIAS /
la calle de Duquesa Villahermosa, en Huesca, vista desde la plaza de López Allué y completamente vacía.
icono foto la calle de Duquesa Villahermosa, en Huesca, vista desde la plaza de López Allué y completamente vacía.

La ciudad de Huesca vive este sábado las primeras horas del fin de semana previo a lo que habrían sido las Fiestas de San Lorenzo, suspendidas por segundo año consecutivo por la pandemia, en un ambiente de calma, asegurada por el toque de queda y el operativo policial de vigilancia desplegado desde este viernes para evitar aglomeraciones y situaciones de riesgo. También, de resignación y melancolía, por la semana de alegría y festejos que otra vez no podrá ser. 

No habrá para los oscenses ni cohete anunciador, ni charangas, ni concentraciones de las sufridas peñas que piden ayuda para subsistir, ni orquestas, pero al menos el olor a albahaca, las pañoletas, los balcones engalanados, el ambiente en las terrazas y los actos culturales se colarán por el resquicio de unas restricciones que proscriben cualquier concentración de personas que pueda volver a contribuir a empeorar la evolución descendente del número de contagios, cuya incidencia acumulada a 14 días es de 807,40, mientras que la acumulada a siete días es de 307,08, ambas las más altas del país. 

Para evitar cualquier desliz no deseado, desde este viernes y hasta el próximo martes 10 de agosto trabaja un dispositivo policial formado por unos 300 efectivos que velará por la seguridad y el cumplimiento de la normativa sanitaria, tal y como acordó la semana pasada la Junta Local de Seguridad. Los efectivos de la Policía Local, la Nacional, la Policía Adscrita y la Guardia Civil, con el refuerzo de varios agentes llegados de Canfranc y Zaragoza, realizarán un control riguroso para que se cumpla con las distancias de seguridad, el uso de la mascarilla y, sobre todo, que no se produzcan aglomeraciones ni botellones. Además, se realizarán controles de alcoholemia en los accesos de la ciudad. El operativo tiene previsto volver a desplegarse de cara al próximo fin de semana del 14 y 15 de agosto. 

Medidas "que funcionan"

A esta vigilancia se suma el toque de queda que desde el pasado martes rige en Huesca, Jaca, Barbastro y Monzón, entre la una de la madrugada y las seis de la mañana, y que se prolongará hasta la medianoche del 17 de agosto. La autorización del Tribunal Supremo, tras el primer rechazo del TSJA, permitió al Gobierno de Aragón desplegar la medida a su juicio "más eficaz" para que las noches sean tranquilas pese a las ganas de fiesta y, de esta forma, controlar la curva ascendente de contagios de las últimas semanas.  

"Ha quedado demostrado que las restricciones funcionan y, aunque nos cueste a todos, a ciudadanos y a instituciones, sabemos que son necesarias", ha asegurado este viernes el alcalde de la capital oscense, Luis Felipe, en los micrófonos de Aragón Radio. Durante esas horas nocturnas queda prohibido cualquier movimiento no justificado. Sí lo están, entre otros, los desplazamientos que vengan motivados por la asistencia a centros sanitarios y veterinarios, trabajo, cuidado de mayores y menores, dependientes, discapacitados y vulnerables, fuerza mayor o situación de necesidad.   

El consistorio apela a la responsabilidad individual y colectiva de sus vecinos y ha alertado sobre la preocupante cifra de contagios que acumulan tanto la ciudad como la provincia. Además, ha decidido vallar la fuente de la plaza de Navarra, tradicional punto de reunión de los vecinos durante los festejos. Tampoco se va a poder acceder a la plaza de la Catedral durante la mañana del día 9, en las horas en las que se solía lanzar el cohete anunciador.

Como quien no se consuela es porque no quiere y, en espera de tiempos mejores, cabe que recordar que en agosto de 2020 el consistorio oscense llamaba a sus vecinos a vivir las no fiestas de San Lorenzo en la intimidad de sus casas y desde los balcones, bajo la premisa de que no salieran a la calle. Ya queda menos.