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DÍA MUNDIAL

Pop, jazz o jotas: música para mejorar el bienestar de las personas con alzhéimer

La musicoterapia, todavía en fase experimental en multitud de hospitales, ya se ha puesto en marcha en algunas residencias aragonesas. A través de ella, los pacientes pueden expresar emociones, hacer gestos o mostrar placer

RAQUEL PLOU /
Imagen de un taller de música. / Raúl Fonz (Residencia Ballesol Mariana Pineda)
icono foto Imagen de un taller de música. / Raúl Fonz (Residencia Ballesol Mariana Pineda)

Utilizar la música como herramienta para mejorar el bienestar de las personas que sufren enfermedades como el alzhéimer. A ritmo de jazz, pop o jotas, algunas residencias aragonesas llevan tiempo aplicando esta terapia con éxito. Este miércoles se celebra el día mundial de esta enfermedad neurodegenerativa que sufren cerca de cinco millones de personas en toda España, según datos de la Confederación Española de Alzheimer. La asociación estima que el 7% de las personas mayores de 65 años y la mitad de los mayores de 85 años sufren algún tipo de demencia. En Aragón, este porcentaje es algo mayor debido a su estructura poblacional; se calcula que afecta a unas 45.000 personas.

La musicoterapia es una terapia reciente que se engloba en el tratamiento del deterioro cognitivo y que está comenzando a utilizarse también en patologías relacionadas con la salud mental, el autismo e incluso los cuidados paliativos. “Es una disciplina reconocida como ocupación laboral desde 2011. La formación es reglada, se imparte como estudio de posgrado y tiene que estar acreditada. Es importante distinguir la musicoterapia de lo que es una actividad lúdica”, explica Nieves Fernández Latamendi, geriatra en el Hospital Quirónsalud Zaragoza. 

Y, aunque se trata de una terapia nueva y experimental en muchos hospitales, según esta geriatra, “hay muchas evidencias científicas de que se mejora, sobre todo, en pacientes en los que la conexión con los demás ya esté muy dificultada y en los que ya no se puede aplicar otro tipo de terapias". "Se ven beneficios muy importantes en cuanto a la conexión y la integración del paciente y la relación con la familia o con el resto de pacientes o convivientes”, matiza. Además, Fernández destaca la importancia de considerarla una disciplina que cuenta con diferentes técnicas, así como hacer una valoración geriátrica previa a su implantación y siempre con un tratamiento individualizado del paciente, ya que, de no ser así, asegura, que podría llegar a ser contraproducente. 

En la Comunidad todavía son limitadas estas experiencias a nivel hospitalario. Pero sí está empezando a coger fuerza en centros residenciales. Según datos de una encuesta realizada por el Instituto Aragonés de Estadística en 2020, un 4’76% de los pacientes con algún tipo de discapacidad en Aragón padece la enfermedad de Alzheimer.  

Música para expresar emociones, hacer gestos o mostrar placer  

La residencia de mayores Romareda, en Zaragoza, es un ejemplo de ello. Cuenta con el programa ‘Romareda te activa’, cofinanciado con fondos sociales europeos, desde mayo de 2019. Este mes de octubre va a comenzar su tercera edición, donde, además de talleres de cocina, artesanía o lectura, la musicoterapia cobra especial relevancia. Alrededor de 200 residentes, todos ellos con diferentes grados de dependencia, se benefician de estas actividades.

El proyecto, que se lleva a cabo de lunes a viernes, corre a cargo de un musicoterapeuta, un terapeuta ocupacional y un psicólogo, al que apoyan un animador sociocultural y un Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE). Cada uno de ellos hace sus dinámicas. Cuentan con terapias grupales e individuales, en función de las necesidades del paciente. “Se utilizan guitarras, panderos, cascabeles con residentes con niveles cognitivos severos. Se trabaja el ritmo, que sientan las vibraciones y se ponen canciones significativas, la historia de vida a nivel musical. A todas aquellas personas que tienen un contacto muy escaso con el medio, les sirve para expresar emociones, hacer gestos, muestras de placer, de satisfacción. Es bastante llamativo”, afirma Cristina Serrano, directora del centro. 

Además, esta residencia ha llevado a cabo un taller de jardinería en verano y cuenta, cada 15 días, con una actividad de terapia asistida con animales. “El perro se transforma en algo que comunica con ellos. No pueden hablar, pero la emoción es lo más primitivo. Al tocarlo, al acariciarlo, sienten cosas”, añade Serrano. También ha puesto en marcha una sala de estimulación multisensorial, donde se eliminan los estímulos ambientales y es el terapeuta quien introduce luces, imágenes, sonidos, vibraciones... El fin es estimular a los pacientes de forma cognitiva, sensorial y emocional. 

Imagen de la terapia con animales. / Cristina Serrano

“Todas las terapias son herramientas para poder sacar las capacidades de las personas, las potencialidades. Si la persona es capaz, tenemos muchas opciones”, concluye la directora de la residencia Romareda. 

Del pop o los clásicos a la jota

Desde el pop hasta las versiones más clásicas pasando por la jota. En la residencia Ballesol Mariana Pineda de la capital aragonesa, no se realiza musicoterapia al uso, sino que un terapeuta ocupacional y una psicóloga imparten, de manera coordinada, diferentes actividades musicales a los residentes.

"Los talleres que hacemos son improvisación, que vaya surgiendo. Ellos proponen canciones. A veces toco la guitarra, tarareo o canto canciones de su época y ellos me tienen que decir el nombre de la canción o el cantante. Incluso les pido que me la canten. Es curioso que te lo suelen decir con vergüenza, con duda. Sin embargo, con las jotas, se ponen todos al unísono a cantar y la respuesta es impresionante. Las raíces tiran mucho”, manifiesta Raúl Font, terapeuta ocupacional de este centro.

Imagen de un jotero bailando en la residencia Ballesol Mariana Pineda. / Raúl Font

Estos talleres se adaptan a las capacidades y al grado de demencia de cada persona. Silvia Madurga, psicóloga, se encarga siempre de recopilar información sobre los residentes nuevos para poder aplicar una mejor técnica. “Las dinámicas que hacemos son grupales, pero intentamos tener en cuenta los gustos y características de cada residente. En el caso de los pacientes encamados que, por su patología no pueden estar en el salón con el resto de residentes, se hace una intervención más individual", subraya la psicóloga.  

Ambos aseguran que la música, además de en estos talleres concretos, está presente a diario en la residencia: en las actividades de gimnasia, para introducir una nueva actividad, conseguir que los residentes tengan un mejor estado de ánimo o ayudarlos a relajarse.

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