Pina de Ebro: 800 casas, unas 2.000 bicicletas

Si hay algo que caracteriza a las calles que conforman el municipio zaragozano de Pina de Ebro es la escasa presencia de desnivel. Esta particularidad lo ha consagrado, a lo largo de los últimos años, como uno de los pueblos aragoneses con un mayor número de bicicletas por habitante, ya que sus vecinos utilizan este medio de transporte para desarrollar cualquier quehacer diario. 

"En cada una de las 800 casas de la localidad habrá unas dos o tres bicicletas", calcula Mercedes Abós, alcaldesa de Pina de Ebro. Desde niños, los habitantes de este municipio de la Ribera Baja del Ebro aprenden a montar y a ganar autonomía gracias a las dos ruedas. "Aquí, lo primero que se les enseña es a ir en bici", señala la alcaldesa.

Según Abós, en los últimos años, el número de bicicletas ha experimentado un ascenso, adaptándose al aumento de la población. Actualmente, en Pina de Ebro hay censados 2.439 habitantes. La alcaldesa lo tiene claro: "La gente la usa para todo: para pasear, ir a comprar, asistir a misa, recoger a los niños del colegio o para trasladarse al trabajo, etc. En definitiva, para cualquier cosa". "Es más -remarca Abós-, hay un día en el que los más pequeños llevan sus bicicletas y se van al campo o suben a la ermita de San Gregorio. Hasta las abuelas la usan". Por eso, la alcaldesa añade: "La gente que llega al pueblo se queda sorprendida".

Los motivos que explican esta práctica son, fundamentalmente, dos, según la alcaldesa: "Es un municipio muy llano y siempre ha habido mucha tradición". 

De hecho, Eva Gracia, una vecina de la localidad de 42 años, recuerda toda su infancia ligada a la bicicleta. "Desde que iba con los 'ruedines' hasta que a los cuatro o cinco años me los quitaron, siempre iba sobre dos ruedas", cuenta Gracia. Luego nacieron sus dos hijas y, cuando eran pequeñas, también las llevaba hasta el colegio siempre en la sillita trasera de su bicicleta, como tantos otros niños que acuden así cada día a las aulas de Pina. "Lo cierto es que ahora la uso menos como medio de transporte porque voy más en coche, pero la utilizo mucho para hacer deporte". "Toda la gente de mi generación la utiliza muchísimo: para ir al rastro, a comprar, a tomar café... A todas partes", concluye Gracia. 

Además, en Pina de Ebro, este objeto también se ha convertido en un símbolo de solidaridad. "A los refugiados ucranianos que han venido aquí a vivir, lo primero que se les ha proporcionado como regalo es una bicicleta", comenta la alcaldesa. 

"Si no fuera por ella no podría salir de casa"

Dependiendo de las labores y recados que le depara la jornada, a sus casi 86 años, José Horta recorre cada día unos cuatro o cinco kilómetros en su bicicleta. "Si no fuera por ella, no podría salir de casa", explica este vecino de Pina de Ebro. Con la que monta actualmente, una de paseo a la que le añadió una cesta para poder portar la compra, lleva una década. En su casa, le espera otra de montaña a la que ya no se puede subir por sus problemas de movilidad. Fue el médico quien le recomendó que usara este medio de transporte para mantener la autonomía a pesar de las dolencias en sus piernas.

La primera bicicleta llegó a sus manos cuando tenía diez años, y fue un regalo de su padre. "Me dijo: 'Si te portas bien y estudias, te la compro'. Como le complací, cumplió su promesa", recuerda Horta. "Pero eran otros tiempos, después de la guerra, y entonces no se veían muchas por el pueblo".

Ahora, para este vecino de Pina de Ebro, la bici se ha convertido en su fiel compañera: "Hay veces que, si tengo que ir a la farmacia o a cualquier otro sitio, me doy una vuelta. Voy por una calles y vuelvo por otras. Todos los días salgo de casa a lo que sea con ella".