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ANIMALES

'Patoaventuras' por Zaragoza o cómo la Unidad Verde vela por el bienestar de las ánades reales

Los miembros de este organismo para la conservación del medio natural atienden una veintena de avisos cada año

LETICIA BUENDÍA /
Ejemplares de ánade real de paseo por María Zambrano en Zaragoza.
icono foto Ejemplares de ánade real de paseo por María Zambrano en Zaragoza.

Cada primavera, un gran número de vecinos de la capital aragonesa son sorprendidos por la aparición de familias de ánades reales que pasean por las calles de la ciudad, o que han encontrado un hogar en alguna vivienda o espacio privado. Esto se debe a que, en esta época del año, las hembras buscan lugares protegidos para nidificar y procurar así la supervivencia de sus polluelos. Pero no siempre eligen bien donde hacerlo. Por eso, los miembros de la Unidad Verde del Ayuntamiento de Zaragoza trabajan para ayudar a trasladar a estas aves y a sus crías a un espacio más adecuado. Según explican desde este organismo para la conservación del medio natural, cada año atienden una veintena de avisos relacionados con estos ejemplares, el último hace tan solo unos días. Los ciudadanos pueden ponerse en contacto con ellos a través del teléfono 609 270 090, del 010 o del 112. 

Aunque es difícil estimar una cifra de ánades reales porque no existe un censo municipal, estas se establecen, principalmente, en las zonas acuáticas de la ciudad: cerca de los ríos Ebro y Huerva, en los espacios próximos al Canal y en la zona del Parque del Agua. Aun así, a veces se despistan y, buscando el lugar más seguro, acaban anidando en jardineras, terrazas o piscinas privadas. Es entonces cuando actúan los miembros de la unidad.

"El índice de mortalidad es grande. De una puesta normal, de entre siete y 13 huevos, pueden acabar sobreviviendo solo dos o tres", indican desde este organismo. El ciclo de incubación de los huevos dura entre 28 y 30 días y, transcurridos unos 50 desde su nacimiento, las crías ya están listas para alzar el vuelo. A veces, este momento se produce antes de tiempo, cuando, motivadas por su comportamiento nidífugo, saltan desde los lugares elevados en los que se encuentran, lo que puede provocar trágicas consecuencias.

De paseo por la ciudad

"Nosotros hemos recogido ejemplares desde en jardineras a la entrada del Centro Deportivo Militar 'El Soto' hasta en la terraza superior del hotel Palafox o del centro comercial Grancasa", cuentan desde la Unidad Verde. "Cuando los patos se encuentran en la ciudad, tienen que emprender un largo viaje hasta su medio natural, que son las zonas con agua. En una intervención en Vía Hispanidad, hace tres o cuatro años, escoltamos a una pollada durante más de un kilómetro hasta el Canal con la ayuda de un cordón de ciudadanos. Con paciencia, se actúa y se evita que sean atropellados". "Lo principal -explica uno de los miembros del organismo- es coger a la hembra. Si no, la pollada tiene muy pocas posibilidades de salir adelante". 

En ocasiones, estas labores dejan cómicas estampas: "Una vez, los vecinos de una urbanización tuvieron que dejarle un bañador a un compañero para que pudiera rescatar a unos polluelos que se habían metido en una piscina, porque su medio de protección es el agua", indica entre risas. "En una calle muy próxima a la plaza de Los Sitios, una señora se hizo cargo en su jardín de los polluelos hasta que estos se hicieron más grandes y fuimos a recogerlos y los llevamos al río. A veces, a los vecinos no les importa cuidar de ellos", apuntan.

El problema de la hibridación

Pero, a pesar de lo romántica que pueda resultar la imagen de alguien dando de comer a los patos en un parque, desde la Unidad Verde alertan de los perjuicios de esta práctica: "Existe un problema de hibridación entre la ánade real, que es la autóctona, y los patos de granja que fueron soltados hace años en el río. Estos, al estar sobrealimentados, crían muchísimo, y eso es peligroso para las especies silvestres".

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