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EDUCACIÓN

Móvil en el aula: de herramienta didáctica a origen de potenciales delitos en las redes

En Aragón no hay un reglamento específico y cada centro escolar puede decidir si prohíbe o no su uso. Un policía y una psicóloga explican los riesgos del mal uso de las tecnologías tanto en profesores como en alumnos

C. ADÁN / R. PLOU /
Los centros educativos aragoneses tienen potestad para decidir si permiten o no el uso de los móviles. / Canva
icono foto Los centros educativos aragoneses tienen potestad para decidir si permiten o no el uso de los móviles. / Canva

El profesor de Inglés pide a sus alumnos que saquen el móvil en clase para hacer un juego, un grupo de adolescentes graban un vídeo de un baile en el patio de recreo, alguien hace una foto a un examen. Son ejemplos del uso del smartphone en los institutos, pero, ¿y si uno de estos vídeos o imágenes llegan a las redes sociales? ¿Y si alguien graba y difunde una pelea en el patio? ¿Y si un profesor sube sin permiso a sus redes una actividad con los niños? En Aragón no hay un reglamento de régimen único para el móvil, sino que cada centro determina su uso o prohibición. Es la difícil disyuntiva a la que se enfrentan los equipos directivos: entre su uso como herramienta didáctica o el origen de potenciales delitos. 

En el IES Pirámide de Huesca, el uso del móvil está permitido fuera del aula, pero no en clase, salvo que el docente lo autorice. "Usarlo sin permiso lleva sanciones", dice el director del centro, Fernando Mur. El suyo es un sistema parecido al del carné de conducir: los alumnos parten con 24 puntos y se van registrando las incidencias. Incluso, si pierden todos los puntos, pueden recuperarlos. "El curso pasado, un alumno grabó en vídeo una pelea y la subió a Instagram. En lugar de separar, jaleó y lo subió a las redes. Un comportamiento deplorable que fue sancionado", detalla Mur. Asegura que, en el caso de los profesores, no hay ninguna norma porque hasta ahora no han tenido problemas: "A veces, regular en exceso también puede ser un problema. Hay profesores que lo usan en clase con aplicaciones como Kahoot. En estos casos, avisan previamente a los alumnos de que van a necesitarlo y se conectan al wifi de invitados", añade. 

En el lado contrario está el IES Valdespartera, en Zaragoza, donde el uso del móvil está "totalmente prohibido" tanto en el aula como en el patio. "Lo pueden traer, pero no usar. Es una normativa muy estricta. Si les pillamos con el móvil, puede ser motivo de expulsión", especifica Luis Mayayo, director del centro. Su decisión se basa en dos argumentos de peso: "Por un lado, hablamos de conductas que, en la mayoría de los casos, podrían ser constitutivas de delito si fueran adultos. Por otro, es una cuestión de salud, no es buena tanta dependencia del móvil y los alumnos tienen que ser capaces de desengancharse durante seis horas". Este asegura que, tanto como docente como padre, cree que el hecho de que el centro sea estricto con este asunto, da tranquilidad a los padres. "En casa no sabemos muy bien cómo limitarlo y les pedimos a los profesores que pongan las barreras que nosotros no sabemos cómo poner", reflexiona Mayayo. 

En Francia, los smartphone están vetados por ley

En países como Francia, el uso del móvil quedó prohibido en la ley aprobada en agosto del 2018. El veto afectaba a los dispositivos utilizados en centros de primaria y secundaria, pero no en los liceos, que podían aplicarla si necesitaban. En España, comunidades como Galicia o Madrid lo tienen regulado, pero en otras, como Aragón, es cada centro el que toma su propia decisión en este punto.

Fuentes policiales explican que, en Zaragoza, no tienen conocimiento de ninguna denuncia penal por un mal uso del móvil. Carlos Franco, delegado de participación ciudadana de Policía Nacional, habla de la importancia de que tanto alumnos como profesores sean conscientes del riesgo al que exponen a las personas que comparten en sus redes sociales. "En redes sociales hay gente que está esperando para delinquir y toda la información que le damos de más nos hace vulnerables", explica, al tiempo que detalla las diferencias entre si la publicación parte de un alumno o de un profesor. 

"Si un alumno graba una clase, podríamos hablar de vulneración de protección de datos. Si además ataca al honor con insultos o bromas de mal gusto y para conseguir cierta notoriedad, podríamos hablar de delitos contra el honor", añade Franco. También especifica que no siempre se trata de derecho penal y que hay otras herramientas para que, cuando haya contenido inapropiado, se borre cuanto antes. "Las sanciones por incumplir la ley de protección de datos son fuertes", concreta el policía. 

En cuanto a los profesores, la práctica que se conoce como 'teachtok' -es decir aquellos profesores que publican imágenes de sus alumnos para conseguir likes-, Carlos Franco recuerda que también se podría hablar de delitos, de ley de protección de datos o simplemente de algo éticamente reprochable. "Casi todos los 'coles', cuando se inicia el curso, piden autorización para captar imágenes, hacer fotos..., pero ese permiso no sería para los profesores en sus propias redes sociales", detalla. El policía incide en que esto es algo que está empezando a pasar porque los jóvenes nativos digitales están empezando a llegar a puestos de trabajo, como puede ser en educación. Y advierte que, igual que pasa con los profesores, ocurre con los padres, es lo que se llama 'shareting', unas imágenes compartidas que pueden perjudicar a los menores. 

Una desconexión de la vida real

Para la psicóloga aragonesa Cristina Rocafort el riesgo principal de que los alumnos utilicen el móvil en el centro escolar es que fomenten la comunicación a través de redes y desconecten de los compañeros y de las relaciones de tú a tú. "Esto les hace dejar de desarrollar habilidades en cuanto a comunicación o asertividad. La pantalla me protege de eso y me lo evita", cuenta la profesional. "Los adolescentes están mucho más preocupados de lo que publican que de lo que viven. Son superexigentes con su imagen digital y desconectan de su identidad real", añade, unos riesgos que asegura se llevan a su máxima expresión en los centros escolares. 

La psicóloga recuerda que cuando se da el teléfono a un menor, este no debe entender que es de su propiedad privada, sino que la familia se lo da con el único objetivo de poder contactar con él. "Evitarlo tampoco es la manera, pero creo que es una educación que hay que dar desde que son pequeños y controlar lo que ven desde entonces", concluye Rocafort.