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CURIOSIDAD

Los tatuajes ya no son para siempre, aunque cuesta y duele más borrarlos que hacerlos

El precio de pasar por el láser es el doble que por la aguja. Hay quien opta por difuminar el diseño para hacerse uno nuevo y quien quiere eliminarlo por completo

TERESA P. ALBERO /
Borrado de tatuajes. / Imperium Tattoo
icono foto Borrado de tatuajes. / Imperium Tattoo

Hacerse un tatuaje siempre ha sido sinónimo de algo que va a estar presente permanentemente en la piel. Eso era así hasta ahora, porque las nuevas técnicas de eliminación con láser permiten borrar todo rastro de tinta. Un informe publicado por Dalia, una consultora de mercado multinacional, ha establecido una clasificación mundial de los países donde el tatuaje es más popular, basándose en una encuesta realizada a 9.054 personas en 2019 (último año del que hay datos) y sitúa a España como el sexto a nivel mundial.

Con esas cifras no es de extrañar que proliferen estudios y clínicas de eliminación. A una de estas últimas acude Irene Contreras, una joven toledana, afincada en Zaragoza, que se ha sometido a dos sesiones de borrado de tatuajes. "Cuesta y duele más eliminarlo que hacerlo", asegura. Lo cierto es que, con las cifras en la mano, es así. Realizarse un tatuaje de unos cuatro centímetros ronda los 100 euros, mientras que su eliminación supera los 240. "No sé cuántas sesiones voy a necesitar. Dependerá de la piel y la tinta que han usado, pero unas cuatro o cinco, seguro", calcula la joven. 

En cuanto al dolor, los profesionales confirman que es peor el láser que la aguja. "Es un momento intenso, pero es muy rápido", apunta Luis Clarés, gerente de Imperium Tattoo, una clínica especializada con presencia en Zaragoza.

Tatuaje eliminado con láser. / Imperium Tattoo

"Un tatuaje de más de diez años es perfecto para poder eliminarlo", señala Clarés. Sin embargo, borrar todo rastro es posible también en diseños con menos antigüedad: "Basta con un mes o mes y medio de margen entre hacerlo y quitarlo". En el caso Irene Contreras, media más tiempo: "Me lo hice hace un año y algo, pero no me terminaba de convencer ni cómo estaba hecho ni la zona del cuerpo -el bíceps-". 

La piel, aseguran los expertos, se regenera y recupera por completo después del tratamiento, que suele rondar las cinco sesiones, espaciadas por un periodo de dos meses entre unas y otras. "Se trata de un puntero que regula los disparos, con distancias de entre dos y 10 milímetros, dependiendo del grosor del tatuaje. Pueden hacerse entre dos y 12 disparos por segundo", explica el gerente de Imperium Tattoo, quien mantiene que en poco tiempo ha aumentado la demanda de este servicio: "En un día podemos hacer 25 sesiones. Cada media hora tenemos un cliente". 

No hay un perfil concreto de personas que optan por borrar sus tatuajes, aunque en la clínica zaragozana estiman que el 90% opta por difuminar el diseño para volver a tatuarse encima, mientras que el 10% restante elige borrarlo por completo. "Suele ser por temas de trabajo como, por ejemplo, los policías, militares o azafatas, que no pueden mostrar dibujos", indica Clarés, que se desplaza por todo el país eliminando tatuajes.