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SEMANA SANTA

Los tambores y bombos volvieron a atronar en el Bajo Aragón

Siete de los nueve municipios que integran la Ruta del Tambor y el Bombo han vuelto a Romper la Hora esta medianoche. Calanda lo hace a las 12:00 horas de este Viernes Santo

ARAGÓN NOTICIAS/AGENCIAS /
icono foto Plaza de España de La Puebla de Híjar, la pasada medianoche.

 Albalate del Arzobispo, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén han vivido esta pasada medianoche un momento que esperaban hace dos años, 11 meses y 24 días. En sus plazas y calles, los tambores y bombos han Roto la Hora, una tradición que ha sido más emocionante, todavía, para sus vecinos, por la espera y lo que supone de paso adelante hacia la normalidad previa a la pandemia.

En la Puebla de Híjar, por ejemplo, celebraron esa vuelta a la normalidad con un bombo gigante, de más de dos metros, en el que retumbaron los primeros toques. Con este instrumento, encargado por la Asociación de Cofradías de la localidad, se recupera una tradición en el pueblo. "Continúa la tradición que hubo en la década de los 70 y los 80, cuando ya tuvimos un bombo gigante y se había perdido. Y hemos querido recuperarla ahora", señalaba el secretario de Cofradías de Semana Santa en este municipio, Pedro Luis Guallar.

El presidente aragonés, Javier Lambán, acompañado por la consejera de Presidencia, Mayte Pérez, anoche, en La Puebla de Híjar.

En esta ocasión, los encargados de dar el primer toque en ese bombo fueron el presidente de la Ruta del Tambor y el Bombo, Fernando Galve, y el presidente aragonés, Javier Lambán, que destacó la emoción que transmite el estruendo de los tambores, y "el impacto emocional, el impacto auditivo, el sobrecogimiento que producen, y esa mezcla de fe religiosa" de la noche. "Cuando suena el tambor a las doce de la noche uno se siente transportado no sé dónde, desde luego a los mejores sitios que pueda imaginar", añadía.

En otra de las localidades de la Ruta del Tambor y el Bombo, Urrea de Gaén, la emoción era similar y se podía palpar en el ambiente. En este caso, es el pueblo más pequeño de la ruta, con apenas 500 habitantes, y recibe menos turistas que Híjar o Calanda.

Visitantes que se identificaban anoche fácilmente porque no vestían la tradicional túnica negra y el pañuelo blanco al cuello, pero que vivían también con intensidad el recogimiento y el silencio de los segundos previos a la medianoche, y la emoción de oír, de repente, el estruendo que producen tambores y bombos. Una tradición tiene también la consideración de Fiesta de Interés Turístico Internacional, además de la declaración de la Unesco, que coloca a estas tamborradas al nivel de las manifestaciones culturales más importantes y bellas del mundo.