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TRADICIONES

Las nabatas vuelven a descender por el río Gállego

Tras el parón por la pandemia, han recorrido este domingo el tramo entre Murillo y Santa Eulalia, recordando un oficio ya desaparecido

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Una nabata descendiendo el río Gállego.

Tras el parón de estos dos años, debido a la pandemia, este domingo las nabatas han vuelto a surcar el río Gállego, concretamente entre las localidades de Murillo y Santa Eulalia (Huesca). Un recorrido con el que han recordado este oficio tradicional.

Antiguamente por este río bajaban las nabatas para llevar la madera del Pirineo y el Prepirineo, por ejemplo, desde los bosques de San Juan de la Peña, hasta la ciudades de Huesca, Zaragoza o, incluso, hasta el mar de Tortosa. Se trata de un oficio que se perdió por la construcción del embalse de La Peña en la década de los 20 del siglo pasado, y por la aparición del Canfranero. En 2004 se recuperó como fiesta simbólica, y este domingo el tiempo ha acompañado a la docena de nabateros y nabateras que han superado sin grandes apuros las complicaciones de este caudal.

Pero este evento requiere de una preparación que dura varias semanas, y no es hasta el día anterior cuando los trampos se colocan sobre el agua, momento en el que se unen mediante las acopladeras y se dejan preparados los remos. Jesús Torralba, nabatero, explicaba que lo más importante son los ataos. "Y es donde más tiempo perdemos porque es nuestra garantía, no podemos permitir que esto se suelte bajando", ha señalado, a la vez que resaltaba que la embarcación no tiene ni un clavo ni un tornillo, ya que todo el material es vegetal y reutilizable de las orillas.

El recorrido que suelen realizar comienza a la altura de Murillo y, durante siete kilómetros, los nabateros sortean las dificultades del río Gállego. El objetivo es llegar a Santa Eulalia, homenajear este antiguo oficio y poner en valor el cauce. "Un orgullo por recuperar un oficio perdido, porque quieras que no, es parte de nuestra historia también y en cierta manera reivindicar que queremos un rio vivo", subraya Pedro Borau, presidente de la Asociación de Nabateros Galliguera. 

El acontecimiento, que ha alcanzado su XVIII edición, es muy seguido entre vecinos y visitantes, que este año, han vuelto a responder a la cita, todavía con más interés, tras la interrupción por la pandemia.