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DIA INTERNACIONAL

Las mujeres concentran el 71% de los casos de depresión diagnosticados en Aragón

La incertidumbre que provocó la pandemia ha hecho que aumente el número de consultas por este motivo. Además, las mujeres suelen manifestar más sus emociones y piden más ayuda que los hombres

RAQUEL PLOU /
Imagen de una joven con depresión. / Canva
icono foto Imagen de una joven con depresión. / Canva

Los centros de salud aragoneses atendieron 119.523 casos de depresión en alguno de sus grados en el último año del que hay datos disponibles, 2021. Según las cifras de Salud Pública del Gobierno de Aragón, más de 85.300 -el 71%- se dieron en mujeres y unos 34.200 en hombres. Además, los jóvenes y los mayores de 65 años son los grupos más afectados. Los problemas económicos y laborales, las enfermedades o el cambio de etapa vital son algunos de los motivos más comunes que desencadenan en este trastorno mental. Este viernes 13 de enero se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión y desde las asociaciones hacen un llamamiento a que, quienes se encuentren en esa situación, pidan ayuda.

Los casos de depresión en la Comunidad han aumentando progresivamente con los años, pero repuntaron, especialmente, tras la pandemia. "Es verdad que hay mayor volumen de trabajo y mayores listas de espera. Muchos pacientes vienen con cuadros depresivos biológicos, pero la mayoría por factores sociales, relacionados con el sufrimiento y la adversidad. Un factor fundamental ha sido la incertidumbre. Nos sitúa en un rol de minusvalía, de miedo, de temor, de inseguridad", explica Maite Lanzán, psiquiatra en el centro de salud mental Delicias, en el sector 3 de Zaragoza.

Además, los datos muestran cómo las mujeres que padecen depresión más que duplican (multiplican por 2,5) a los hombres. Una situación que se explica debido a varios factores. "Por un lado, la estadística dice que es más frecuente y, por otro, las mujeres somos más capaces de pedir ayuda y tenemos menos vergüenza de manifestar nuestras emociones, por lo que acudimos más a contarlo a nuestro médico. Ahora está mejor visto, pero ha sido una vergüenza toda la vida", sostiene Lanzán, que ha sido hasta hace poco directora del Centro de Rehabilitación Psicosocial Nuestra Señora del Pilar.

En la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón (AFDA) también han notado ese aumento tras la crisis que provocó la COVID-19, especialmente entre los jóvenes y los mayores de 65 años. Para Francisco Vinués, uno de sus psicólogos, existen diferentes hipótesis: "En los jóvenes por el cambio vital, la incorporación al mundo laboral y la falta de oportunidades. Las situaciones sociales que se viven no ayudan. Ese puede ser un desencadenante muy claro. Y, a partir de los 65 años, el factor de la soledad, problemas de salud de carácter incapacitante. Sentirse inútiles, aunque no lo sean". 

Vinués recuerda que el tiempo de tratamiento en cada paciente es muy variable: "No es lo mismo alguien que lleva tres o cuatro meses que uno que lleva atrapado 20 años. Se puede salir, pero conlleva más tiempo y dificultades".

AFDA es una entidad sin ánimo de lucro que inició su andadura en 2001 con el fin de prestar apoyo y atención psicoterapéutica para personas que padecen ansiedad, depresión o cualquier problema o dificultad emocional. Actualmente cuenta con 2.200 socios, más de 40 profesionales y casi 20.000 sesiones de terapia anuales. Allí realizan tanto terapias individuales como otras en grupo en las que pueden llegar a participar 15 personas como máximo y donde se tratan temas específicos como la ansiedad, las habilidades sociales, la preocupación o el control de impulsos. "Que estén otras personas ayuda muchísimo. Ver que no es tu culpa, que no lo estás haciendo mal. Ese apoyo mutuo, que nadie se sienta desplazado y sea algo accesible a todas las personas es fundamental", expone Vinués.

"Acudir a terapia me ayudó a soltar lastre, a vivir con menos peso y a valorar lo positivo"

Pilar Comeras fue diagnosticada de depresión recurrente con 30 años. "Tenía trabajo, familia, mi situación era buena, pero eso me iba repitiendo, pasaba temporadas mejores y peores. Las medicinas me quitaban muchas cosas, pero las tomaba y luego las dejaba", apunta. En el año 2010 descubrió a la asociación AFDA gracias a un cartel que había colgado en su ambulatorio. Se asoció y empezó a acudir a terapia. "Me enseñaron que tenía que gestionar el presente, el aquí y ahora, y eso me pareció muy novedoso", comenta. Además, no dudó en apuntarse a esas terapias grupales: "Empecé a conocer gente, el grupo me iba muy bien, yo veía que había gente que estaba igual que yo, porque cuando fui allí pensaba que me ocurría solo a mí y, además, empecé a ayudar a los que venían". De hecho, tanta ha sido su implicación, que ya lleva dos años siendo la presidenta de AFDA.

Asegura que ha tenido varias recaídas, pero ahora ha aprendido a gestionarlo de otra manera. "Es fundamental que se invierta más en la Seguridad Social y en los colegios con el tema de la inteligencia emocional. Hay una crisis de valores importante y deberíamos saber gestionar la frustración. A mí acudir a terapia en AFDA me ayudó a soltar lastre, a vivir con menos peso y a valorar lo positivo, lo que verdaderamente tienes", subraya esta aragonesa.

Por su parte, Vinúes, concluye: "Cada vez las personas acuden antes, por lo que el pronóstico es más favorable y es más fácil salir de la espiral. La forma de romper el estigma es el hecho de poder hablar y comentar que es un problema muy grave, pero que cualquiera puede caer. Compartirlo, tomar conciencia".