Las guerras napoleónicas inundan Muel para homenajear a Goya

El paso de Francisco de Goya por Muel está muy presente. Este fin de semana se le ha rendido un homenaje en el que el pueblo se ha volcado con recreaciones de principios del siglo XIX. Una iniciativa que forma parte de la segunda edición de las jornadas 'Muel en tiempos de Goya'.

La impronta que dejó el artista de Fuendetodos en la localidad zaragozana se puede apreciar en las pechinas de la ermita de nuestra señora La Fuente, que habría pintado en su viaje a Italia, y en los frescos que allí plasmó. Y este domingo, ochenta vecinos han regresado a 1808, época en la que vivió el pintor y en la que se sucedieron las guerras napoleónicas. 

Después de revivir episodios históricos el sábado, como una batalla entre soldados franceses y españoles, los usuarios del paquete turístico ideado para esta iniciativa han arrancado la mañana con una bienvenida oficial y han realizado una visita guiada al campamento napoleónico instalado en el Parque de Muel.

Los asistentes han conocido cómo se cocinaba y dormía en el campamento, pero también los significados de los detalles en los uniformes militares o por qué el uso de ciertas expresiones de lenguaje cotidiano (como "irse a la porra") tienen un origen castrense.

José Ignacio Campillos, coordinador de 'Muel en tiempos de Goya' ha señalado: "Estamos aproximadamente unas 80 personas. Han venido de diferentes puntos de España, incluso de Francia. Desde lugares como Extremadura, País Vasco, Cataluña, Madrid".

Además, a modo de aperitivo, los usuarios del paquete turístico han visitado las Bodegas Heredad Ansón, donde han podido descubrir las curiosidades de la última cosecha y han degustado el vino de la tierra. Tras asistir al desfile desde el campamento hasta la plaza de España, última entrega de las recreaciones previstas para el fin de semana, se han sentado a las mesas de la Fonda Rubio.

El menú, elaborado por Elena Gimeno y Enrique Rubio, está inspirado en el libro 'Nuevo arte de la cocina española', del fraile aragonés Juan Altamiras. Compuesto por flanes de caldo en hogaza y aceite de oliva como entrantes, un lobo de mar asado con piel de tomate seco como entreplato, un cabrito verde con criadillas de tierra o un mazapán de carne como principales y un cuajo de leche de almendras con camuesa rehogada como postre, ha llevado de viaje gastronómico a los asistentes hasta el albor del siglo XIX.