La venta de autocaravanas empieza a decaer tras el ‘boom’ posterior al confinamiento

Hacer turismo con caravanas y autocaravanas es una forma de viajar muy arraigada en Europa, que tiene cada vez más seguidores en España. Se calcula que en todo el país hay unos 200.000 vehículos de estas características, de los que 5.000 corresponden a Aragón.

Una modalidad turística que ha analizado el programa Objetivo, de Aragón TV. Actualmente cuenta con unos 750.000 usuarios, y aunque había empezado a crecer antes de 2020, experimentó un importante impulso a partir del confinamiento. Sin embargo, ese rápido crecimiento ha empezado a decaer. Según los últimos datos de la Asociación Española de la Industria y Comercio del Caravaning (ASEICAR), en el primer trimestre del año la matriculación de autocaravanas ha descendido un 29%, en comparación al mismo periodo de 2021, año en el que alcanzó cifras históricas en nuestro país.

Poder viajar sin depender de reservas ni horarios es uno de los atractivos de viajar en autocaravana.

Un descenso que podría estar relacionado con el incremento de las ventas de cámperes (furgonetas adaptadas para dormir en ellas), que supera el 30% en lo que va de año. Pero, en líneas generales, desde el sector consideran que este tipo de turismo tiende a estabilizarse. En cualquier caso, el precio de ambos tipos de vehículos no desciende, y supera los 70.000 euros esta temporada.

Perfil del caravanista

¿Pero cómo son los viajeros que prefieren una casa sobre ruedas a un hotel o un apartamento? Es muy variado, nos dicen las empresas del sector. Encontramos desde parejas jóvenes que deciden invertir en uno de estos vehículos en lugar de en una vivienda, a familias con niños que pasan sus vacaciones en un camping, y lo prefieren a una tienda. Sin olvidar a los más mayores. “Gente que se acaba de jubilar y que cree que es un momento de disfrutar y de cumplir el sueño de viajar que han tenido durante toda su vida. Con lo que el abanico abarca todas las edades”, apunta Sandra Valero, portavoz de la empresa Caravaning Plaza. 

Tal vez una inversión como esta no se entendería sin tener en cuenta un factor clave, que el caravanismo es una forma de vida, que es también exigente, porque vivir y convivir en poco más de diez metros cuadrados supone un esfuerzo. "El primero, el de organización, guardando cada cosa en su sitio y simplificando todo al máximo", añade.

Aparcar, disfrutar de las vistas y consumir

Además, no depender de una reserva ni de un horario permite a los caravanistas salirse del camino, explorar carreteras secundarias, y buscar un lugar donde estacionar y disfrutar del paisaje. En muchas localidades, lo han visto como una oportunidad. Es el caso de Alberite de San Juan, localidad de la comarca de Campo de Borja con  algo más de 70 habitantes censados, habilitó hace tres años un área para caravanas.

No sabían entonces si alguien pararía, pero hoy es un atractivo más para los vecinos. "Todos los días hay caravanas. Influye económicamente porque van a la tienda, compran el pan, compran dulces típicos de la zona y luego también van al bar, a cenar... Al final, es gente que está de vacaciones". Señala Alicia Ballesta, exalcaldesa del municipio.

En otras lugares, como Jaca, el aumento de las autocaravanas en la vía pública ha sido percibido como algo hostil, y la ciudad llegó a emitir una ordenanza, en 2021, en la que prohibían su estacionamiento, incluidos los cámperes. Ordenanza que más tarde modificaron en cuanto a horarios y lugares autorizados. En cualquier caso, la normativa de la Dirección General de Tráfico especifica que pueden parar o aparcar en las mismas condiciones que el resto de vehículos.

Y cerrar la puerta o poner trabas a este tipo de viajeros pasa factura, asegura Elizabeth Gracia, miembro de la Asociación Caravanista Todos Unidos Aragón (ACTUA). "Este turismo, aparte de que desestacionaliza el sector, porque está todo el año, gasta. Es un turismo con poder adquisitivo", apunta.

Con todo, en España apenas se superan las 1.100 áreas de parada, como la de Alberite de San Juan, cuando Francia tiene alrededor de 7.500, Alemania unas 5.700; e Italia, 4.800. Una situación que cambiará, seguramente, si sigue la fiebre por viajar sin prisa, y sin reservas.