La mascarilla en interiores: entre la alegría por quitarla y el miedo al contagio
Los expertos piden prudencia para eliminar el cubrebocas entre los empleados. Un brote de diez personas obligaría a cerrar el centro de trabajo
La cuenta atrás para la desaparición de la mascarilla en casi todos los interiores ha comenzado. Aunque dejará de ser oblitgatoria a partir del 20 de abril, y solo se mantendrá su uso en centros sanitarios, residencias y transporte público, establecimientos como gimnasios o comercios, y algunos centros de trabajo estudian la medida para decidir sobre su uso.
"Muchos clientes no vienen porque es obligatoria la mascarilla y hacer deporte con mascarilla es complicado... Esperamos que la medida nos afecte positivamente", reconoce Mónica Herranz, representante del gimnasio Island Fitness Center de la capital aragonesa, donde muchos de sus trabajadores reconocen que la seguirán llevando.
En el centro de peluquería y estética Bamboo, también en Zaragoza, aseguran que la mantendrán para realizar algunos tratamientos. "En el tema de estética, para hacer cejas, labio, depilaciones corporales o faciales, vamos a seguir llevando porque el contacto es muy directo", explica la directora del centro, Maricruz Sancho.
De momento, la prudencia es la tónica general en los comercios, y aunque está en manos de las empresas la decisión de llevarla o no, los expertos piden que se mediten bien las consecuencias. "Un brote de diez personas supondría el cierre del centro de trabajo", recuerda Carlos López, técnico de riesgos laborales.
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