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REDUCCIÓN DE HORARIOS

La jornada laboral de cuatro días se prueba en Aragón: flexibilidad, conciliación y productividad

Una de las empresas de la Comunidad que ya lo ha implantado asegura que descartan volver al modelo anterior, ya que los trabajadores están más contentos y son más eficientes

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Reunión diaria en una empresa tecnológica.

Cambiar la jornada de 40 horas semanales por una de 32, trabajar de lunes a jueves y librar el viernes. Es lo que se conoce como la jornada laboral de cuatro días, que ya cuenta con casos de éxito en Reino Unido. Ahora, llega a España con un proyecto piloto impulsado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Y en Aragón ya hay algunas empresas que están apostando por esta nueva dinámica laboral. Este jueves, a las 21:45, el programa Objetivo de Aragón TV analiza la implantación de este sistema en la Comunidad. 

Se trata de un programa experimental dirigido a empresas industriales que estén dispuestas a apostar por la reducción de horarios. De carácter voluntario, implica un compromiso de dos años y acoge ayudas de hasta 150.000 euros los primeros 12 meses. El presupuesto total asciende a 10 millones de euros. 

Carlos Ollés es uno de los beneficiados por este nuevo modelo laboral. Trabaja desde casa como ingeniero especializado en Calidad y Seguridad de Software en Iriusrisk, una empresa oscense, aunque puntualmente acude a la sede central en Huesca. Su horario es de 36 horas, de lunes a jueves. Un cambio que surgió a raíz de una consulta, en la que los trabajadores se mostraron favorables hacia la jornada de cuatro días y que se puso en marcha en febrero del pasado año.

"Al final, trabajando todos los departamentos en ello se pudo conseguir y ha sido todo muy bueno. A nivel familiar está muy bien, también para organizarse uno con las tareas de la casa, porque al final  tienes más tiempo durante la semana. Lo mismo con los viajes", señala contento.

Una medida exitosa que ha evitado la rotación de trabajadores y, con ello, la retención del talento. "Es triste decirlo, pero siempre hay iniciativas con más capital, sobre todo compañías norteamericanas, bancos, que intentan pescar a los trabajadores tirando un poco por ese aspecto. Al final, tener flexibilidad y una jornada de cuatro días a la semana no se puede comprar con dinero. Entonces, es algo que al final retiene talento, sí o sí", afirma el ingeniero. 

Pasar de cinco a cuatro días y mantener la productividad

Una estrategia que, de momento, funciona sin reducción de salario y sin comprometer la productividad, asegura la directora de Operaciones Internas de la empresa, Cristina Bentué: "Hemos hecho muchas mediciones y no aumenta la productividad, pero no disminuye. Así que está bien. Eso significa que el trabajo que haces en cinco días relajadamente, con descansos y con todo, lo puedes hacer si te enfocas y concentras en cuatro días. De esa forma puedes disfrutar de un fin de semana de tres días".

A día de hoy, esta empresa cuenta con 140 trabajadores, distribuidos por todo el mundo, y, aunque la jornada de cuatro días es para puestos específicos, no piensan volver a la semana convencional. "Yo, en mi caso, no pienso hacer que los trabajadores vuelvan a la semana de cinco días, igual que tampoco les obligaría a dejar el teletrabajo. Después de la pandemia se ha demostrado que funciona. Eso no tiene que penalizar", indica Bentué.



Precisamente el trabajo en remoto y la flexibilidad han sido claves para trabajadoras como María Ángel Lasheras, que lo hace desde el municipio oscense de Loarre."Yo tengo una casuística personal bastante especial. Tengo a dos personas dependientes en casa. El teletrabajo permite acudir a citas médicas o atender el día a día de una casa en la que hay dos personas con estas características. Si no fuera por este trabajo, no podría asumir mi situación. De hecho, no podría ni trabajar", explica esta controladora financiera en Iriusrisk. 

La pregunta que sobrevuela es: ¿cualquier tipo de empresa podría adaptarse a este sistema? De momento, este proyecto es para pymes industriales que puedan reducir la jornada laboral ordinaria a tiempo completo, un mínimo de un 10% a la semana. Las empresas se han de acoger al programa de manera voluntaria. 

"Estamos viendo quién quiere hacerlo y quién puede hacerlo, porque no se trata solo de querer, sino de poder. No todas las empresas, especialmente las pequeñas y las microempresas, lo pueden hacer. Además, importa muchísimo el sector y la actividad a la que se dedique esa empresa. A esto hay que añadir la inversión, aunque haya una importante cuota que asuma el Gobierno, se tiene que ver que sirva para que la empresa, voluntariamente, pueda asumir esos recursos financieros y humanos, y llevar a cabo los cambios", justifica la presidenta de Cepyme Aragón, María Jesús Lorente.

La flexibilidad es la clave

En cualquier caso, el cambio de modelo organizacional para las pymes es inminente. Desde Aragón también se mira a las medidas adoptadas en otros países, como Reino Unido, donde cerca del 80% de las empresas han entendido que sus trabajadores estaban de acuerdo con la medida. 

Con este proyecto piloto, el Gobierno financiará parcialmente los costes salariales que asume la empresa por la reducción de la jornada, hasta 150.000 euros el primer año. Unos fondos que cubrirán también la formación, el coste de las medidas organizativas, así como los costes de auditoría. Para algunas entidades la clave está, más que en la cantidad de horas, en la flexibilidad

"Los trabajadores se sienten más comprometidos, están más fidelizados y hay menos niveles de rotación", expone Ángel Largo, vicepresidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe). "También disminuyen los niveles de estrés y de ansiedad, y de bajas laborales por esos motivos. Por eso, un trabajador que reduce su jornada hasta las 32 horas, durante cuatro días, tiene que dar mejor resultados y eso, beneficios", apunta. 

Un cambio de paradigma laboral que necesita de un reflejo en la legislación vigente para que su aplicación sea óptima. "Nosotros creemos que el estatuto de los trabajadores, que ya tiene muchos años, no tiene por qué ser algo inamovible. Lo podemos modificar y no pasa nada, como ha sucedido con la digitalización del trabajo. Ya podemos teletrabajar desde cualquier parte del mundo. El Gobierno se puede implicar, los poderes se pueden implicar, siempre y cuando tengan un marco organizativo para que se puedan organizar", argumenta el vicepresidente de Arhoe.

Según la OCDE, más horas de trabajo no se traducen en una mayor productividad y, en eso, España está a la cabeza. En este contexto, hay empresas que buscan sus propias fórmulas como la del 'agile', una filosofía de trabajo propia de tradición anglosajona, que implementa, por ejemplo,  reuniones diarias de no más de quince minutos.