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OBJETIVO

La exigencia de 'hijos perfectos' supone un 15% de las depresiones diagnosticadas en adolescentes

Es el riesgo al que se exponen los menores cuando no alcanzan las metas que les piden en los estudios o actividades extraescolares. El programa 'Objetivo' analiza este problema

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto La alta exigencia puede llevar a los menores a la inseguridad y la insatisfacción. / Aragón TV

Las familias españolas gastan una media de 270 euros por alumno en actividades fuera del centro escolar. Idiomas, danza o deportes son algunas de esas actividades con las que se busca preparar a los más pequeños para salir a un mercado laboral cada vez más competitivo. Sin embargo, una exigencia excesiva puede desembocar en adultos insatisfechos, poco seguros y sin capacidades sociales. Un fenómeno que se conoce como el de los 'hijos perfectos' y que este jueves aborda el programa de reportajes 'Objetivo', en Aragón TV (21:45). Suponen un 5% de los diagnósticos de depresión infantil en edades tempranas y Unicef España calcula que alcanza a un 15% de los adolescentes diagnosticados, motivada por esta exigencia. 

Desde el campo de la psicología, el origen de este fenómeno parte de padres que presionan a sus hijos hasta el límite para posicionarlos del mejor modo posible. Por su parte, la socióloga Celia Marcén, achaca también este aumento a las crisis económicas que se han encadenado en las últimas décadas y el temor de los padres a que sus hijos se queden atrás. "Hay más temor por que se puedan posicionar adecuadamente o que, al menos, no pierdan posición social", explica. Y añade que la educación, cuando hay crisis, "se convierte en un salvavidas de cara a garantizar ese bienestar en el futuro". 

En el mercado encontramos toda clase de oferta de actividades formativas: idiomas, deportes de todo tipo, actividades culturales, musicales, etc. Todo ello responde a un pensamiento basado en que, a más preparación, mejor posicionamiento. Los problemas surgen cuando además de realizar esas actividades, se exige a los niños destacar en cada una de estas disciplinas. Es la cultura del esfuerzo llevada al límite. Y todo ello, recuerdan los psicólogos consultados por el programa, se puede acabar traduciendo en "poca autonomía, baja autoestima, intolerancia a la frustración, ansiedad, etc.".

Decir la verdad 

Sin llegar a extremos, es fácil caer en estos conceptos 'perfectos' en cualquier relación sana. Nélida e Irene son madre e hija y han reflexionado sobre el tema en el programa. Irene recuerda cómo en cuarto de Primaria accedió a la propuesta de sus padres de estudiar alemán. Sin embargo, las cosas no fueron bien. "A lo largo del tiempo no estaba cómoda hablando ese idioma. Era algo con lo que de verdad sufría", explica Irene.

De alguna manera, se sentía presionada por el deseo de sus padres de que aprendiera el idioma. "Como sabía que era algo que vosotros queríais, que aprendiera idiomas, te sientes como que tienes que, no satisfacer vuestras necesidades, pero sí sacar buena nota y era algo que me costaba y no me sentía cómoda", dice a su madre. Esta reconoce el error: "Hay que ser exigente y hacerlo lo mejor que se sepa, pero no que suponga un malestar". Y si eso ocurre, reconoce, hay que dejar la actividad

El deporte es otro de los ámbitos donde la exigencia puede sobrepasar al individuo y se ha podido ver en deportistas de primer nivel agotados física y mentalmente en la cumbre de sus carreras, como la gimnasta estadounidense Simone Biles o la tenista australiana Ashleig Barty. Los psicólogos aseguran que esa misma presión es la que podemos ejercer sobre nuestros hijos si no les enseñamos a disfrutar del proceso.

Pasar tiempo juntos y hablar es fundamental para prevenir el problema.

El psicopedagogo y entrenador Nacho Gella, reconoce que, como padres, todos quieren que sus hijos triunfen, y ello está asociado al hecho de ganar. Cree que es un error. "Cuando la pelota echa a rodar, los padres malinterpretan lo que es tener un hijo ganador. Cuando los padres son muy exigentes se nota mucho en el niño. Notan la presión y les sale una cosa en los entrenamientos y luego en los partidos no. Y es porque está su padre y tienen miedo a fallar", asegura Gella.

La socióloga Celia Marcén cree que este ejemplo del deporte se traslada al resto del ámbito de la vida: "Nuestros niños son frágiles, aprenden de nosotros qué es el éxito y qué no. Qué merece reconocimiento, qué no. Y reciben mensajes muy contradictorios que les llevan a no poder construir una imagen de ellos y qué tienen que hacer para lograrlo". 

Pasar más tiempo en juntos, escucharse para comprender, son algunos de los consejos que dan los profesionales. Pero no hay una fórmula mágica, de la misma manera que no existen los padres perfectos. Pero sí que hay un objetivo ideal, que no es otro que la felicidad de los hijos haciendo lo que quieran hacer, como reconoce Nélida. Todo ello y más testimonios, en 'Objetivo' (jueves 16, 21:45 Aragón TV).