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INVESTIGACIÓN

La esperanza de vida podría crecer 1,13 años en 2030 con más sostenibilidad

Un estudio del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón detalla que el factor económico y el acceso a los servicios públicos son determinantes para vivir más

ARAGÓN NOTICIAS/EFE /
Abuelo y nieto. (Foto de archivo, Europa Press).
icono foto Abuelo y nieto. (Foto de archivo, Europa Press).

La esperanza de vida podría aumentar 1,13 años en 2030 en Europa si se apuesta por un desarrollo más sostenible, según un estudio de investigadores del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), en el que destacan que los factores económicos juegan un papel fundamental para lograr una mayor longevidad, aunque también son clave los sociales y medioambientales.

Una conclusión que los investigadores Pilar Gracia de Rentería, Hugo Ferrer Pérez, Ana Isabel Sanjuán y George Philippidis, de la Unidad Transversal de Economía Agroalimentaria del CITA, plasman en el artículo "Vive y deja vivir: entendiendo los determinantes en el tiempo y los efectos espaciales de la esperanza de vida en Europa para la planificación pública" publicado en la prestigiosa revista European Journal of Health Economics.

Los países europeos tienen unas de las cifras de esperanza de vida más elevadas del mundo, pero aún se enfrentan a retos muy significativos para alcanzar las metas marcadas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para 2030, especialmente aquellos relacionados con estilos de vida poco saludables (como la obesidad o el tabaquismo) o con problemas medioambientales que tienen un efecto sobre las tasas de mortalidad prematura evitable.

Desde la perspectiva de la planificación pública, el revolucionario aumento de la longevidad en el último siglo, que se prevé que continúe en el futuro, tiene importantes implicaciones en el estado de bienestar, especialmente en los países desarrollados, como el mantenimiento del sistema sanitario o el de pensiones.

En este contexto, el objetivo del artículo es obtener una mayor evidencia sobre las fuerzas que guían la evolución de este indicador en el contexto de los ODS y sus tres facetas (económica, social y medioambiental).

Para ello, los investigadores analizan la dirección y la magnitud de los efectos de los factores determinantes que contribuyen a explicar la esperanza de vida al nacer en 30 países europeos para el periodo 2008-2018 y los resultados muestran, como se preveía, que los económicos juegan un papel fundamental.

En concreto, evidencian cómo un aumento de la renta, del gasto sanitario y del grado de globalización son factores que pueden potenciar una mayor esperanza de vida en los países europeos.

Sin embargo, este estudio también concluye que las políticas públicas sanitarias deberían mirar más allá de los factores puramente económicos y abordar también las cuestiones sociales y medioambientales que pueden ser claves para lograr una mayor esperanza de vida.

En el ámbito medioambiental, sostienen que la contaminación atmosférica tiene un impacto negativo en este indicador de salud, mientras que el grado de urbanización afecta positivamente. De hecho, los resultados apuntan a que esta última variable es la que tiene un mayor impacto sobre la longevidad.

Atención sanitaria, educación y combatir la obesidad: claves para vivir más años

Esto implica que el mejor acceso a los servicios sanitarios en las zonas urbanas tiene un impacto positivo sobre la longevidad, compensando incluso los posibles efectos adversos que la mayor contaminación de las ciudades pueden tener sobre la salud. Por ello, indican que los gestores públicos deberían fomentar un mejor acceso a los servicios públicos en las áreas rurales y apostar por un desarrollo territorial más equilibrado.

En la vertiente social, el estudio revela que la esperanza de vida está positivamente influenciada por el nivel educativo y negativamente por el grado de obesidad, siendo esta última variable la que tiene un impacto más fuerte sobre la longevidad tras el grado de urbanización.

Por ello, indican que las instituciones europeas y los gobiernos nacionales deberían intensificar sus esfuerzos para combatir la obesidad fomentando dietas más sostenibles, un mayor grado de actividad física y, en general, estilos de vida más saludables.

Además, los efectos espaciales que se han considerado en el artículo muestran cómo existen sinergias entre países que hacen que las políticas públicas adoptadas en un estado no sólo tienen un efecto sobre la esperanza de vida en sus ciudadanos, sino también en los países que están a su alrededor.

Este resultado subraya la necesidad de que las políticas públicas en Europa estén coordinadas, de forma que las encaminadas a lograr una mejor salud en un país (por ejemplo, a través de un mayor gasto sanitario o promoviendo dietas más saludables) puedan verse beneficiadas por las acciones públicas tomadas en los países vecinos.