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CONFLICTO EN UCRANIA

La doble barrera comunicativa de los refugiados ucranianos sordos

Hasta Aragón han llegado tres adultos y dos niñas, que necesitan la ayuda de traductores e intérpretes

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto En Aragón viven tres adultos y dos niñas sordas que han llegado a la Comunidad huyendo del conflicto en Ucrania

Huyen de su país dejándolo todo atrás. Cuando llegan a otro, el primer obstáculo que encuentran es el idioma. Una barrera que se duplica cuando ni siquiera pueden escuchar. Esta es la situación que viven actualmente en Aragón tres adultos y dos niñas sordas que han llegado a la Comunidad huyendo del conflicto en su país natal: Ucrania.

"El problema es que no hay intérprete, no hay mediador, no hay nada", explica su compatriota Svrizlana. Ella vive en Zaragoza desde hace cuatro años y ahora colabora como intérprete. "Cómo tenían que coger el tren, todo el transporte, coche, autobús, avión, pasaporte, todo eso... muchísima información", explica Svrizlana sobre las dificultades que han encontrado estos refugiados en su camino y destaca la necesidad de traductores e intérpretes, porque la lengua de signos es diferente en cada país. 

Para conseguir su integración, las entidades especializadas se vuelcan estos días en acoger, ayudar y, sobre todo, en trabajar mirando al futuro. Para Silvia Mateos, presidenta de la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (ASZA) los más acuciante es "enseñarles habilidades sociales, cursos de lengua de signos española, lectoescritura, algo básico para la vida diaria e insertarles al final en el mundo laboral".

Además de formación, quienes llegan hasta Aragón, para conseguir una estabilidad, necesitan también apoyo psicológico, una herramienta indispensable para su adaptación. "Expresar todo lo que han vivido y que puedan sentirse comprendidos o entendidos de alguna manera. Con esas cosas, ya se va gestando de manera autónoma por parte de estas personas el proceso de adaptación", explica Raúl Sánchez, psicólogo experto en migraciones. 

La suya, al igual que la de otros psicólogos, trabajadores sociales y sanitarios, es la dedicación profesional que hace que miles de refugiados intenten rehacer poco a poco su vida en Aragón.