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TRADICIÓN

Sin poder salir a la Ofrenda, el traje nuevo deberá esperar

Las restricciones de aforo han dejado fuera a muchas personas, que han decidido postergar la compra o renovación de sus trajes

RAQUEL PLOU /
icono foto Tienda Sederías y Bordados Natalia, en Torrero (Zaragoza).

“Otros años a estas horas habría aquí una fila… y ahora, mira”. Son las palabras de Pilar Hernández, gerente de Sederías y Bordados Natalia, que lamenta, ante una tienda vacía, el poco movimiento de clientes que se nota estos días con la llegada del Pilar.

Los comercios de indumentaria tradicional aragonesa son uno de los sectores que han sufrido el gran varapalo de la pandemia. El año pasado no vendieron nada y, de hecho, algunas tiendas todavía cuentan con trajes colgados en sus perchas, encargos que nunca fueron recogidos. Aunque esta temporada 2021 se sentían optimistas, no han alcanzado las cifras que se habían propuesto. “Yo esperaba vender un 10% de lo que había vendido en el 2019 y creo que no voy a conseguir el objetivo. Ten en cuenta que se ha pasado de una ofrenda de 170.000 personas a una de 20.000”, explica Tatiana Clavería, de Artesanías Susana.

“La Ofrenda ha sido súper restrictiva, el sorteo muy tarde, gente que estaba esperando para ver si le tocaba para poder vestirse o no. Y luego, los que no salen en la ofrenda, prefieren vestirse con lo que tienen y se esperan a comprar al año que viene”, matiza. “Parece que solo se oye a la hostelería, pero hay otros sectores que somos muy grandes también y no hemos recibido ni una sola ayuda de nada. Ha sido un mazazo detrás de otro”.

Los trajes tradicionales apenas han salido de las tiendas en los últimos dos años

En el caso de Sederías y Bordados Natalia, que lleva 50 años confeccionando estos trajes en el zaragozano barrio de Torrero, Hernández calcula que las ventas de esta temporada solo han alcanzado el 50% de las que solía hacer antes de la pandemia. En un buen año, podía llegar a vender 200 trajes. Y, de hecho, asegura que el negocio ha podido salir a flote gracias a los ingresos que obtiene de la mercería, que complementa con los servicios de confección de estos trajes.

Indumentaria San Jorge es otro conocido espacio dedicado a la confección y venta de trajes regionales de todas las comarcas de Aragón y de otras zonas de España. Natalia Arbués, su encargada, no tiene cifras exactas, pero comparte la misma opinión: “Este año estamos mejor que el año pasado, porque partíamos de muy abajo, pero no se han alcanzado los niveles de antes de la pandemia”.

Más piezas sueltas, menos trajes completos

Un traje puede oscilar entre unos 300 euros, con todos los complementos, y más de 600 si se trata de algo un poco más trabajado que incluya camisas de hilo, puntillas de bolillo… Aunque todas estas tiendas se adaptan al presupuesto de cada cliente, cuentan con una amplia oferta de trajes y complementos, y dan facilidades de pago, Arbués afirma: “Lo normal no es comprar trajes enteros. Hay mucha gente que viene a por piezas sueltas”.

Este año la gente no tiene la alegría de otros años para comprar y para estrenar. Pasan con lo que tienen en casa y a lo mejor los caballeros se cambian las fajas, los cachirulos y las señoras se compran atapiernas, complementos, algún otro medallón…”, comenta Pilar Hernández.

Lo que sí se ha vendido en mayor cantidad son trajes de niño, porque, tal y como apuntan desde Artesanías Susana, “el niño de 2019 no es el mismo en 2021, no tiene nada que ver, y necesita un traje. También todos los bebés que han nacido en este transcurso”.

Tienda Sederías y Bordados Natalia, en Torrero (Zaragoza).

Esperanza en la temporada 2022

Además de las tiendas, las fábricas de telas, aderezos, pendientes o peinetas, entre muchas otras, también han visto su actividad frenada de golpe por la pandemia. Sin embargo, bajo la frustración que sienten este año se esconde un halo de esperanza. El sector de la indumentaria no se rinde y mira al futuro con ilusión. “¿Cómo voy a abandonar un negocio que funcionaba? El problema no es de mi negocio, sino de la situación que nos rodea, desgraciadamente”, comenta Tatiana Clavería sobre la tienda que abrió su madre en el año 1978. “Nos costará, pero intentaremos, al año que viene, recuperar las cifras de hace algunos años”, declara. 

“La gente quiere vestirse y volver a salir en la ofrenda, tiene ilusión. Han dejado atrás la preocupación”, concluye Natalia Arbués.