Fallece una montañera tras caer por una pared en los Picos del Infierno

Una montañera de 46 años, vecina de Guipúzcoa, fallecía en la jornada del miércoles tras caer 200 metros por una pared al desprenderse un bloque de piedra cuando ascendía con otra persona a los Picos del Infierno, en el término municipal de Panticosa (Huesca). El segundo montañero, de 39 años y también vecino de Guipúzcoa, era rescatado ileso tras quedarse enriscado en la misma pared. Así mismo, ese mismo día eran rescatados ilesos dos montañeros belgas que habían quedado enriscados en los Mallos de Riglos.

El aviso se recibía sobre las 14:40 horas del miércoles, cuando una persona que se encontraba en las inmediaciones del pico Garmo Negro estaba escuchando a una persona pedir auxilio en una pared cercana en el ascenso a los Picos del Infierno desde el ibón de Pondiellos. Una unidad del equipo de intervención (EREIM) de la Guardia Civil de Panticosa, acompañados del helicóptero con base en Huesca y el médico del 061 se trasladaron al lugar, localizando a una persona inmóvil en la base de una pared de piedra, y a otra persona enriscada a unos 100 metros de altura. Debido al fuerte viento, los agentes y el médico tuvieron que acudir a pie desde el ibón de Pondiellos hasta el lugar donde estaba la mujer, de quien solo pudieron certificar su fallecimiento.  

Tras ascender hasta donde se encontraba la persona enriscada y conseguir descenderla del lugar con seguridad, se le llevó hasta un lugar donde pudo ser recogido por el helicóptero, para posteriormente comenzar el descenso de la camilla con el cuerpo de la fallecida hasta donde pudo ser recogida por la aeronave y evacuada hasta Panticosa. Desde allí, el cuerpo fue trasladado hasta el depósito de Jaca a la espera de autopsia.

Dos montañeros belgas rescatados en los Mallos de Riglos

En la madrugada del mismo, el EREIM de la Guardia Civil de Huesca rescataba ilesos a dos montañeros belgas de 42 y 38 años que se habían quedado enriscados en la vía Currucuclillo en el Mallo Frechín de los Mallos de Riglos. Estaban descendiendo esa vía cuando en uno de los rápeles se les atascaron las cuerdas y no podían continuar bajando, informando que se encontraban bien pero que debido a la caída de la noche las temperaturas habían bajado y tenían frio. Además, había fuertes vientos en la zona.

Los especialistas  se dirigieron en vehículo hasta el lugar y después a pie, cargados con el material de rescate, ascendieron a pie hasta la cima del Mallo Frechín. Allí instalaron cuerdas para descender hasta los escaladores. Una vez ubicados ambos en dos puntos de la pared, se instaló un pasamanos para reunirlos en un mismo punto. Tras asegurar a los escaladores, comenzaron el descenso mediante cinco largos de rapel, con la dificultad que ofrecía la oscuridad y los fuertes vientos. De esta forma consiguieron llegar hasta la base de la pared a las tres de la madrugada.