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VERANO

Éxodo urbanita durante el verano: cómo afrontan los pueblos el aumento temporal de población

Mientras las ciudades se vacían, las localidades más pequeñas de la Comunidad tienen que adaptarse al incremento en el número de vecinos

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Los pueblos aragoneses multiplican su población en verano. / Pixabay

Con la llegada del verano, las ciudades aragonesas empiezan a vaciarse y muchos pueblos multiplican su población. En muchos casos, están lejos de los núcleos más turísticos, con familias enteras que regresan a su lugar de origen huyendo del calor y buscando reencontrarse con amigos y familiares. Un éxodo que llena de vida el mundo rural pero que, al mismo tiempo, genera un importante volumen de trabajo para los ayuntamientos y los servicios del lugar.

El silencio del invierno empieza a desaparecer. Las puertas se abren y las piscinas se llenan. El verano ya está aquí, y eso es sinónimo de vida en los pueblos, especialmente, en los más pequeños. 

La primera fase del desembarco arranca a finales de junio. Los primeros en volver son los jubilados que durante el resto del año viven en otras ciudades. En el bar o la tienda, su presencia ya ha empezado a notarse. 

"Va escalonada los tres meses de verano, ya se ha notado un 'poquico' en junio, luego julio y agosto es cuando más faena hay, hasta septiembre, que son las fiestas del pueblo. Y y ahí acaba todo y viene la normalidad", explica Leoncio, dueño de la tienda Azafrando ubicada en Fuentes Claras (Teruel). "Todos los días haciendo pedidos de una cosa o de otra. Los pedidos de laterío y eso, dos días a la semana. Y la fruta, si quiero, a diario", señala. Sobre quienes son sus clientes en verano, explica: "Familias enteras y gente que tiene casa en el pueblo. Cargan la nevera más porque tienen gente joven, que es la que come".

"En Fuentes Claras somos unos 400 habitantes y ahora, en estos meses de verano, la población se duplica, pasamos a ser unos 800", calcula Diego Hernández, alcalde de esta localidad turolense. "La mayoría suelen ser lo que denominamos 'hijos del pueblo', pero incluso hay una tendencia de amigos de gente que vive aquí o de quienes vuelven en verano, que se ubican aquí y buscan casas de alquiler para pasar la temporada estival con tranquilidad", cuenta. 

Para el Ayuntamiento, esto supone un trabajo extra. Son más personas en el pueblo que, por ejemplo, generan más residuos. Por eso, entre julio y septiembre, la recogida de los contenedores también se multiplica. "Hay veces que, incluso incrementando el número de recogidas, los ves que rebosan. Lo cual en verano, y más con los olores, no es nada agradable. Hay que intentar darle solución", comenta el alcalde. "Este verano intentaremos hacer campaña de sensibilización para optimizar contenedores de residuos y también velar por que la empresa adjudicataria del servicio cumpla con las recogidas que tiene estipuladas".

La piscina, la más popular

La piscina es, sin duda, el servicio más popular. También uno de los más costosos. En Fuentes Claras, la diferencia entre los ingresos por bonos y los gastos supone un déficit de 3.000 euros. Eso, sin contar con el personal adicional que hace falta para mantenerlas. 

"El gasto de personal lo podemos sufragar gracias a que tenemos planes de empleo de la Diputación, y el propio alguacil que tiene que echar más horas extras que todo el año. En cuanto a los gastos de mantenimiento, como los productos químicos, la luz... Estaríamos hablando de 9.000 euros en toda la campaña", contabiliza Hernández. "Pero es por darle vida al pueblo; consideramos desde el ayuntamiento que tienen que estar abiertas y al final, es un servicio", relata.

También en Urriés, en las altas Cinco Villas, se preparan para la apertura de las piscinas. El alcalde de la localidad, Armando Soria, explica que a principios de los 2000 se acometió una inversión para convertir la antigua escuela en una piscina. "La verdad es que realmente es algo importante porque sirve para atraer niños y familias en verano", añade.

En invierno Urriés cuenta con 50 vecinos. Soria llegó al pueblo en 2008 desde Zaragoza y este es su segundo mandato al frente del consistorio. Sabe lo que supone la temporada de verano. "Yo calculo que el 15 de agosto, que es cuando son las fiestas y la semana que más habitantes recibimos, que puedan ser 200, 300 y hasta 400 habitantes. Estamos multiplicando por cuatro o cinco la población, y hay que adaptarse con todos los recursos y servicios", apunta. "Y, a mí, uno de los que me preocupa todos los veranos es el depósito de agua". Si todo va bien y no hay ninguna avería, es suficiente y no hay ningún problema, explica. Pero, subraya, "cualquier tipo de problema que se salga de lo que debería ser razonable y el correcto funcionamiento puede hacer que nos quedemos sin agua y tengamos un grave problema". 

Hay otro punto en el pueblo donde más se nota el efecto multiplicador del verano. Es la sala polivalente, que se convierte entre julio y septiembre en ludoteca. "Con esto ya terminamos de preparar la ludoteca para este año. De momento tenemos que mirar todos los rompecabezas porque faltan fichas. El año pasado la verdad es que con tanto niño que vino... Además, nos dijeron que nos iban a dar más", comentan Carmen Vispo y Ana Pili Gil, vecinas de la localidad. 

"En el pueblo tenemos siete niños -añade el alcalde-. Es decir, durante el año se ofrece el servicio a los menores que tenemos en el pueblo. En verano,  creo que tendremos 12, 15 o 20 niños que puedan usar este servicio". Y apunta hacia Carmen y Ana Pili como "el alma" de la sala polivalente. "Desde hace muchos años todo esto ha salido de su trabajo y de su esfuerzo", dice. Ellas crecieron en las calle del pueblo y, desde pequeñas, han arrimado y han invertido su tiempo para él. Bien sea para poner en marcha un museo o, como ahora, organizar una exposición. 

 "La verdad es que hemos empezado a hacer cosas hace años porque lo queremos tanto y nos gusta, nos cuesta poco meternos en todos los 'fregaos'. Y seguimos la tradición de otra gente, nuestros padres... Nosotras somos las que lo hemos continuado", aseguran ellas. 

El momento cumbre: las fiestas

Y, por supuesto, son el alma en uno de los momentos más importantes del año: las fiestas. El bar es otro de los puntos calientes durante el verano. Las comidas y cenas de familias y peñas harán que un gesto, como el de poner el lavavajillas, se repita una y otra vez en los próximos meses. 

En el hostal Urriés también se deja notar la llegada de nuevos habitantes, admite su propietario, David Artal. "¿Qué como cambia la actividad? Que esto parece un bar de verdad. Hay movimiento, el lavavajillas funciona sin parar, los barriles se cambian cada dos por tres y, en contra, el resto del año que el lavavajillas funciona una vez al día y el barril se cambia una vez a la semana", precisa. Meses de trabajo duro que permiten mantener esta puerta abierta el resto del año.

Lo mismo sucede en Albalatillo. Desde hace tres años, Andrea Toffalbi gestiona el bar social y, en verano, también el de la piscina. "Pues en verano de aquí a allá. Más pedidos, hacemos alguna fiesta aquí, en la plaza. Yo, de momento, lo llevo bien y Albalatillo es un buen pueblo", afirma.

José Andrés Casañar, el alcalde de esta localidad oscense desde hace décadas sabe lo importante que es mantener servicios como este. Y que eso sea posible depende, en gran medida, del consumo de las familias que llegan en vacaciones. "Yo entré de alcalde y estábamos rondando los 350 o 450 habitantes, pero hubo mucho bajón. La gente que se marchó, por trabajo y otras cuestiones, son precisamente los que ahora vuelven. Y han vuelto siempre porque han dejado aquí su casa y su familia", explica Casañar. "Por parte del ayuntamiento y de las empresas que nos ayudan a sacar esto adelante tenemos todo tipo de servicios. Diría todo tipo de cosas que afortunadamente todo el mundo lo ha cogido bien y que ha permitido que el pueblo sea atractivo para venir a vivir o en verano".

También para Carlos Sanz, el alguacil, el verano significa un cambio: "En invierno puedo recibir 15 o 20 llamadas de teléfono. Pero en verano muchísimas más, sábados, domingos... Ahora tenemos ocho o nueve chicos que estaban en la piscina y para el verano se multiplican. Puedes tener 30 chavales por aquí corriendo y saltando, y quieras o no, ensucian un poquito más", señala. "Pero la verdad es que muy bien -añade-. Da alegría la gente joven. También tenemos trabajo con las fiestas, el montaje del escenario y la verdad es que no paramos. No nos aburrimos", concluye.