El Hospital Miguel Servet inicia una campaña de ahorro energético ante una factura de más de 11 millones

El Hospital Miguel Servet de Zaragoza ha puesto en marcha una campaña de ahorro energético que invita a profesionales, pacientes y familiares de hospitales y centros de salud a colaborar con medidas sencillas, pero efectivas. 'Apaga la luz cuando no haya nadie', 'cierra el grifo', 'utiliza las escaleras', 'ajusta el termostato', etc. Estos son algunos de los mensajes que se van a leer en vestuarios, pasillos y escaleras del hospital y de los 22 centros de salud que pertenecen al Sector sanitario Zaragoza II.

Con el consumo actual de energía eléctrica y gas, y la escalada de precios, la previsión es que la factura energética de este ejercicio 2022 pueda superar los 11,4 millones de euros. Para Fernando Fernández Cuello, director de gestión del Sector II, "es preciso adoptar medidas rígidas y urgentes en materia de ahorro energético durante este invierno". "En nuestra área, el mayor incremento de costes se da en el consumo de gas que se usa para producir calefacción (un 71%) y agua caliente sanitaria (29%)", ha explicado.

Responsabilidad individual

La iniciativa cumple con el compromiso de la institución tanto en el cuidado del medio ambiente como en el ahorro energético, tanto en este ejercicio como en para el próximo. La finalidad es sensibilizar sobre la situación actual y comunicar a los más de 8.000 profesionales del Sector II la importancia de sus actitudes diarias. No obstante, al ser visible en los centros sanitarios, cualquier paciente o familiar es susceptible de recibir este mismo mensaje y se insta también a su colaboración.

En lo que va de año, el coste de la luz ha subido de 3,5 millones de euros a 4,5 y se prevé que este alcance los 5,5 antes de que acabe de año. En cuanto al gas, el importe casi se triplica --de 2,03 a 5,9 millones de euros--. La factura final estimada de 11,4 millones de euros en total supera en seis la del año pasado. 

Al aumento de los precios de la energía se suma la antigüedad de los edificios, que no permiten el uso de sistemas centralizados para la gestión de temperaturas. Por ello, muchas habitaciones y despachos tienen su propio termostato individual y es responsabilidad de cada persona hacer un uso correcto del mismo.