El enoturismo retoma el pulso y aspira a recuperar el medio millón de visitantes de 2019

Con la llegada del sol y el buen tiempo han aumentado las visitas a los viñedos y bodegas aragonesas. Una alternativa de ocio que cuenta con cuatro rutas oficiales en la Comunidad: Calatayud, Somontano, Campo de Borja y Campo de Cariñena. La pandemia hizo que las visitas a todas ellas se vieran reducidas en un 72%, pasando de las 471.525 turistas de 2019, a los 131.342 de 2020. Aun así, Aragón se situó entre las comunidades con mejores datos. 

Salvando el paréntesis de la pandemia, el enoturismo no ha dejado de crecer en los últimos años, partiendo de un público especializado y entendido para popularizarse entre otro mucho más amplio. "La gente aprende muchísimo en las visitas a las rutas porque, en la mayoría de los casos, no tienen muchas nociones", destaca Leanna Payot, guía de la bodega Raíces Ibéricas, ubicada en la localidad zaragozana de Maluenda. Payot confirma que "cada vez son más los turistas que apuestan por conocer este sector y todo el proceso que conlleva la elaboración de un buen vino". 

En relación al perfil del enoturista, es un público que viaja, principalmente, en pareja o en grupo de amigos. De media, el gasto es de algo más de 170 euros y la estancia, también media, se sitúa en dos noches. Para Michel Arenas, coordinador de la Ruta del Vino Calatayud, la clave del éxito es "la cercanía y posibilidad de conocer las rutas en un fin de semana". "El enoturismo estaba en auge y ese auge se está volviendo a retomar", apunta Arenas.

España suma 34 rutas del vino oficiales. Para crearlas es necesario pertenecer a una Denominación de Origen, algo con lo que cuentan las cuatro zonas vitivinícolas reconocidas en Aragón. Todas ellas esperan que en 2022 las cifras de visitantes vuelvan a marcar registros como los de 2019, cuando entre las cuatro rutas aragonesas sumaron 471.525 enoturistas.