El amor y el desamor en cifras en Aragón: un 40% menos de bodas y la tasa más baja de divorcios
La pandemia ha hecho que se den menos 'sí quiero' y la mayor parte de los matrimonios son civiles. Cuando uno se enamora, se activan más de 12 áreas del cerebro
Quién no ha deshojado una margarita acompasando ese momento con la cantinela de 'me quiere, no me quiere'. En ocasiones la margarita dice 'sí' y en otras augura un 'no', pero en esto del amor no todo se deja en manos del azar o la suerte. También hay datos, cifras que reflejan cómo les va a los aragoneses en cuestiones amorosas (aunque, obviamente, no todo amor pasa por una boda). Según los últimos registros publicados en el Instituto Aragonés de Estadística (IAEST), en el año 2020 hubo un 42,4% menos de matrimonios que en 2019, un descenso en el que, sin duda, ha tenido gran protagonismo la pandemia. En concreto, son 2.285 'sí quiero' en 2020, por los 3.893 que se registraron el año anterior.
Los datos del IAEST también reflejan una alta tendencia hacia el matrimonio exclusivamente civil, con 1.988 compromisos, frente a los 296 sellados según la religión católica. Pero si por algo destacó Aragón en ese año no fue precisamente por las bodas, sino por los divorcios. Aún así, la Comunidad presentó la tasa de divorcios más baja de España con 1,3 por cada 1.000 habitantes (la media española se sitúa en 1,7 por cada 1.000 habitantes), lo que se traduce en 1.610 divorcios y 54 separaciones, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE).
A pesar de que el amor tiene desenlaces en las dos caras de la moneda, los aragoneses insisten en perseguirlo y los expertos nos explican el porqué.
¿Qué pasa en nuestro cuerpo cuando nos enamoramos?
Cuando uno se enamora se activan más de 12 áreas del cerebro, porque el enamoramiento "es un proceso puramente cerebral", destaca el vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología, Jesús Porta. "Se produce una liberación de una sustancia que se llama dopamina en una zona del cerebro que denominamos de recompensa, lo que genera una sensación de placidez o de gusto", señala el experto en declaraciones a Aragón Radio. Pero antes de que se active esa zona, "hay un procesamiento previo en el que participan la serotonina, se nos acelera el corazón, se nos dilatan las pupilas... Tenemos una serie de cambios físicos que están mediados por el cerebro y que nos hacen sentir de una manera distinta", asegura Porta. Es entonces cuando aparecen esas 'mariposas en el estómago', "que cuenta la gente que siente, porque también influye el sistema nervioso central en el digestivo".
A esas mariposas vinculadas al amor también se refiere la psicóloga aragonesa Cristina Rocafort, pero en su caso habla de cuando estas mariposas dejan de revolotear por nuestro estómago. "Cuando las mariposas desaparecen interpretamos que el amor ha debido desaparecer. Esto no es del todo así, lo que ocurre es que el tipo de mariposas, la forma y las sensaciones que transmiten cambia en función del momento de la relación". Según la psicóloga, "algunas veces, esa pérdida de intensidad es interpretada de forma errónea" y termina con un punto final de las relaciones. "Únicamente cambia lo que nos aportan, lo que en un primer momento es curiosidad, deseo o ilusión se transforma en compromiso, proyecto común y confianza, por ejemplo", señala Rocafort, que añade que son "sensaciones y emociones que nos alejan de lo quizá mas emocionante, pero nos acercan a la tranquilidad y la estabilidad que te permiten tener un proyecto a largo plazo". "El enamoramiento nos abre la puerta al amor", confirma la psicóloga.
¿El amor es pura química?
Pero no todo el mundo evoluciona en el amor, hay personas que quieren mantener esa sensación del enamoramiento, un estado a veces "tan adictivo como el que genera la droga", asegura el vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología. "La pasión es una situación casi de enajenamiento, que genera unas prioridades dentro del cerebro y que afortunadamente tiene un fin", apunta entre risas, argumentando que hay que focalizar la vida "en algo más que una sola cosa". La psicóloga coincide con el neurólogo al explicar que no se podría vivir permanentemente en ese primer estadio de enamoramiento: "Sería agotador convivir con esas sensaciones tan intensas siempre".
Jesús Porta sonríe al preguntarle si el amor es pura química y contesta que es "un proceso precioso del ser humano que tiene un trasfondo químico, pero trasciende a lo que es la química". "El amor transforma la química diría yo", añade Porta.
Para la psicóloga Cristina Rocafort, "el amor es el pegamento, la base y el inicio de las relaciones, pero desgraciadamente no es suficiente. Compartir valores, aprender a comunicarse y entenderse o tener proyectos de vida que encajen son aspectos fundamentales en las relaciones", algo que, según la especialista, "ha de trabajarse, para que, además de amor, existan unos pilares sólido y ricos que sostengan la relación".
Los dos expertos animan a los aragoneses a seguir deshojando la margarita, a buscar esa sensación que tantas cosas buenas aporta al ser humano, porque el amor puede aparecer en la flor que menos esperas.
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