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EDUCACIÓN

Del colegio al instituto: mucho más que empezar un nuevo curso

Algo más de 14.500 niños y niñas de 11 y 12 años comenzarán este curso la Educación Secundaria Obligatoria. Un cambio de etapa que llega en un momento difícil para ellos, a punto de entrar en la adolescencia

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Más de 14.500 niños y niñas aragoneses empezarán la ESO en este curso. | CARTV
icono foto Más de 14.500 niños y niñas aragoneses empezarán la ESO en este curso. | CARTV

Un total de 14.542 alumnas y alumnos aragoneses van a comenzar este próximo jueves, día 8, el primer curso de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Un paso que supone, para gran número, cambiar de centro -que en ocasiones está en otra localidad-, de horarios y de compañeros. Es un salto que coincide, además, con una edad complicada para ellos, que, con 11 o 12 años, están en el inicio de la adolescencia.  

Como nos han enseñado el cine y la televisión, los institutos son lugares para hacer amigos, conocer el primer amor, aprender a solucionar conflictos y, por supuesto, para ampliar conocimientos. Quienes comiencen curso tomarán aquí en los próximos años decisiones muy importantes para su vida. Y lo saben. Estos últimos días de vacaciones están nerviosos por el cambio de centro. El programa Objetivo, de Aragón TV, ha analizado esta sábado cómo afrontan este cambio los alumnos y sus familias.

Es el caso de María Alcubierre, que con 12 años pasará de ir a un colegio que estaba a pocos metros de su casa, en Santa Anastasia, al instituto Cinco Villas de Ejea de los Caballeros. “No me quiero ir de aquí, porque siempre he estado con los mismos amigos”, admite. Su madre, Noelia Carbonell, también se muestra preocupada por este salto de un colegio pequeño con unos maestros que son “casi como padres”, señala, a un instituto con muchos más alumnos y profesores nuevos. “Pero todos lo hemos hecho, y ella lo sabrá afrontar bien”, asegura, tranquilizadora.

Más impaciente se muestra Simón García, que con 12 años está a punto de comenzar el primer curso de la ESO en el instituto Martina Bescós de Cuarte de Huerva, aunque vive con su familia en Cadrete (Zaragoza). Afronta el cambio con ilusión no exenta de cierta nostalgia, aunque en el nuevo centro va a coincidir con sus antiguos compañeros. “Voy a estar con los amigos que tengo, pero también voy a hacer nuevos amigos. Espero alguna vez hablar con ellos o hacer alguna cosa con ellos”, relata. 

El padre de Simón, Pablo, confirma que el pequeño está muy impaciente por empezar el curso. “La nueva etapa le atrae mucho. Está Ilusionado, sobre todo, por ver a sus compañeros, pero también por aprender muchas cosas, porque es muy inquieto”, asegura. 

Cada día, un viaje de ida y vuelta

En estos dos ejemplos, al cambio de los horarios de clase se suma el traslado a otra localidad. María tendrá que coger el autobús escolar a las 08:00 horas para poder comenzar las clases a las 08:20 horas, cuando antes empezaba a las 09:00 horas. Y hasta las 15:00 horas no llegará de nuevo a casa. Seguirá además con sus extraescolares de siempre, acordeón, balonmano e inglés. “Venir a comer una hora más tarde, y encima, los deberes. Con tanta extraescolar, no sé cuándo voy a poder hacerlos”, reflexiona.

Un viaje de ida y vuelta diario que también es un aprendizaje. Magda Franco, madre de Simón, considera que es un primer paso hacia su independencia. “Y ya tienen que empezar a organizar sus estudios, y sus horarios”, añade.

Pero la principal preocupación de las familias no es el paso a una nueva etapa educativa, sino a las redes sociales.  Muchos de los nuevos alumnos de Secundaria acaban de estrenar móvil, para que puedan avisar si les pasa algo en el camino al instituto. “Pero para tener redes sociales nos parece muy pequeño –dicen los padres de Simón-. Ya tendrá tiempo más adelante”.
 
Por todas estas circunstancias, muchos pedagogos y muchas familias consideran que para estos niños,  en el inicio de la adolescencia, no es este el mejor momento para un cambio de centro de enseñanza. Algunos colegios concertados y privados imparten también Secundaria en las mismas instalaciones que Primaria e Infantil. Y el modelo público tiende a ello en las nuevas construcciones, como confirma el consejero de Educación del Gobierno de Aragón, Felipe Faci. “No podemos convertir en centros integrados todos los que ya están construidos, pero la voluntad de este Gobierno desde hace siete años es que las nuevas construcciones alberguen también la Secundaria”, explica. “Creo que es una buena medida y una buena decisión”, concluye.

Nuevo curso, nueva ley educativa

Simón, María y todos sus compañeros formarán parte de uno de los cursos donde va a comenzar a aplicarse la LOMLOE, la nueva ley de educación. “Tenemos que dejar de enseñar por contenidos para pasar a la enseñanza por competencias. Lo importante es que el alumnado sea competente en su hacer”, explica María Antonia Morcillo, maestra y miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía.

Y pone un ejemplo: “Tú puedes saber que para salvar a alguien de un pozo le tienes que tirar una cuerda, pero si le tiras la cuerda y no la atas a ningún sitio, no le estás salvando”.

Una transición controlada

En cualquier caso, los centros y los profesores intentan que la transición de Primaria a Secundaria sea lo más suave posible. A final de curso, los equipos directivos de los institutos de secundaria se reúnen con los tutores de sexto, para intercambiar información relevante, como el tipo de alumnado que les va a llegar y las metodologías que se han usado con esos alumnos, explica Morcillo. 

Además, es frecuente llevarlos a que conozcan con antelación el nuevo instituto, y sus profesores les explican qué materias tendrán que estudiar, y cómo. En cualquier caso, lo normal es que se habitúen muy pronto a la nueva rutina y los compañeros. “La novedad des dura muy poco tiempo, y en dos meses se han aclimatado a la vida del centro”, asegura la presidenta de la Asociación de Directores de Instituto de Educación Secundaria de Aragón, Pilar García.