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MEDIO RURAL

Mantener la misa para seguir haciendo comunidad

Hasta 36 animadores seglares ayudan a los sacerdotes de la Diócesis de Barbastro Monzón para atender pequeños pueblos, ante la falta de vocaciones.

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Los animadores de comunidad no distinguen entre hombres y mujeres para poder oficiar una misa sin consagración.

La despoblación ha afectado a todos los servicios que se prestan en el medio rural. Se han perdido escuelas, comercios, consultas médicas y muchos otros servicios que los vecinos de estos pueblos tenían antes en la puerta de su casa. Los servicios religiosos tampoco han escapado a este problema, al que deben sumar la escasez de vocaciones para tener sacerdotes suficientes y poder llegar a todos los pueblos. Para solucionarlo diócesis como Barbastro-Monzón están fomentando la figura de los animadores de comunidad en el medio rural. Son personas seglares que desempeñan labores hasta ahora monopolio de los religiosos. Celebran misa y reparten la Eucaristía, aunque eso sí, sin consagración. Este lunes, el programa Objetivo de Aragón TV (21:35)  les invita a conocerles más a fondo con un reportaje de Natalia Soto y Javier Viñola.

En la diócesis de Barbastro-Monzón (Huesca): hasta 64 animadores de comunidad ayudan a los sacerdotes en las parroquias rurales para llegar donde estos no llegan. Una idea que ya se planteaba desde hace tiempo y que con la llegada del actual obispo, Ángel Pérez, se puso en marcha. El vicario general de la diócesis, Ángel Noguero, explica: "Vimos que la solución eran los laicos y les llamamos animadores de la comunidad. Empezamos a movernos y empezó a salir. Fuimos invitando a diversos laicos y la verdad es que la recepción fue fantástica".

Uno de estos animadores es Màxim Miranda. Es originario de Cagigar y trabaja durante la semana en Lérida, donde reside. Sin embargo, los fines de semana se dedica a atender a la comunidad de su pueblo. Aunque ya colaboraba con el párroco, nunca pensó llegar a este nivel de compromiso, pero le pudo la vocación de ayudar a su gente: "En estos pueblos primero se empezó cerrando la escuela, luego la consulta del médico, después la iglesia y al final se muere todo. Todo esto juega un papel fundamental en el aspecto religioso, pero también en el social y comunitario". 

El párroco de Cagigar, Julián Sepúlveda, sirve a los 16 pueblos de la zona que siguen habitados. Una cifra inasumible para una sola persona. Por ello, además de Màxim, tiene otros tres animadores más de apoyo. Para él son algo más que simples ayudantes: "Nos organizamos por WhatsApp y llamadas. No los veo como ayudantes, sino como personas comprometidas que están cumpliendo una misión en la Iglesia". 

Gloria Tolsa es funcionaria jubilada, como Roberto. Con ellos colabora también Concha, enfermera. Viven en Monzón y colaboran con Cáritas desde hace años. Ahora, los fines de semana acuden a varios pueblos del entorno de la capital del Cinca Medio, como Alfántega o Ilche, para hacer las celebraciones cristianas. El objetivo, dice Gloria, es que no vean que, "a pesar de ser un pueblo, todo va desapareciendo y la Iglesia también les deja de lado, ni muchísimo menos". Y recuerda : "siempre les decimos que mientras la iglesia esté abierta allí estaremos todos".

Superando barreras

Entre sus atribuciones está decir misa y dar la comunión. Eso sí, son ceremonias donde no hay consagración, al no estar celebradas por un sacerdote. El obispado les facilita el material que necesitan y las lecturas que deben leer, así como una orientación sobre la homilía. También preparan las canciones, aunque ahora el canto esté condicionado por la pandemia. El hecho de que una mujer dé la comunión u oficie la ceremonia es algo que se ha ido normalizando tras el choque inicial con la comunidad. Gloria reconoce que "siempre hay personas que son reacias a la apertura". Pero, en general,  se ha aceptado bien: "En un pueblo al principio, en uno que no llevamos nosotros, sí que hubo por algunas personas menos receptivas pero que ahora mismo están encantadas", aseguran.

En este sentido, Màxim apoya totalmente a sus compañeras y recuerda que hay que seguir dando pasos pero, recuerda, "como vivimos en una sociedad machista nos cuesta aceptarlo". Por todo ello, Gloria cree que ese protagonismo de la mujer en la Iglesia irá a más: "Nuestra labor como animadoras ha empezado por algo y ya veremos dónde acabamos en cuestión de más competencias cada vez más"

Y es que los vecinos reconocen el trabajo de todos estos animadores. "Cada uno en la medida de sus posibilidades intenta colaborar con lo que puede, y eso crea una buena sensación entre todos, y ayuda", dice un vecino de Cagigar. Otro vecino, recuerda que "además de la devoción que hay en el pueblo, el juntarnos también nos hace ilusión". En Alfántega las vecinas también están encantadas con la atención que reciben: "Con ellas compartimos más cosas, tenemos mucha confianza porque nos la dan". Y están encantadas con las nuevas misas: "parece que es más íntima,  te conoces todos, recibes más cariño de ellos", dice otra vecina.  En lo que coinciden todos los animadores es que es una forma de buscar sentido a su vida, que les llena y les produce felicidad.

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