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AGRICULTURA

Baja la producción y la calidad de las frutas y verduras de temporada por el calor y la sequía

Una situación que está disparando los precios y afecta de forma directa a productores y consumidores. La solución, según los expertos, pasa por buscar variedades que se adapten mejor a las condiciones actuales

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Imagen de un hombre comprando frutas y verduras.

Los efectos del calor y la sequía ya se están notando en la producción de algunas frutas y verduras de temporada, que habitualmente son protagonistas en estas fechas. Es el caso de las manzanas, las judías verdes o los tomates. Su escasez o su pérdida de calidad, a lo que se suma el incremento de sus precios, afectan tanto a productores como consumidores. 

“La judía verde llegó a estar a más de 10 euros el kilo. Esa temporada estuve una semana que casi no tuve, porque son unos precios muy desorbitados. Para una familia de cuatro o cinco personas, es artículo de lujo”, explica el frutero Jesús Olmos. Una situación parecida ocurre con la ciruela claudia, que el año pasado se vendía a entre 1,49 y 1,99 el kilo y este año ha duplicado su precio

“La gente se queja con los precios, pero es una situación extraordinaria y lo entienden. Yo intento apurarlos a lo más bajo que puedo porque empatizo y sé que el tema económico está muy delicado y aunque se gane un poco menos durante una temporada, intentamos ayudar a la gente a que compre en el pequeño comercio”, apunta Olmos. 

Por su parte, la jefa del departamento de ciencia vegetal del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), Pilar Errea, considera que: “El gran problema este verano ha sido que se ha adelantado mucho la cosecha de los frutales, en unas dos semanas, y ha habido una merma de la producción en las hortalizas”. 

Una de las consecuencias que deja esta circunstancia es, por ejemplo, la alteración del sabor de las manzanas. "Una cosa que caracteriza a las manzanas es que en el tramo que existe entre el día y la noche gana en azúcar, en acidez, los sólidos solubles se compensan mejor. Las temperaturas han sido muy elevadas y eso produce una pérdida del sabor. Por eso hay una tendencia a cambiar las zonas productivas de ese producto y subirlas a zonas de montaña para salvar ese problema”, añadía esta investigadora.

Sin embargo, el tomate sí mantiene una buena calidad, pero cuenta con poca producción porque el exceso de calor hace que la flor de la tomatera no cuaje y, por tanto, haya menos frutos

Por ello, según defiende Errea, una de las alternativas para afrontar esta situación es buscar aquellos ejemplares o variedades que se adapten mejor a estas condiciones, una tarea que realizan, precisamente, en su centro de investigación. “Nuestra función en el CITA es adelantarnos a esas condiciones adversas. Contamos con bancos de germoplasma, que son como colecciones de distintas variedades de una misma especie. En la diversidad es donde están las soluciones a los problemas. Lo que hacemos es buscar cuáles son las variedades que se van a adaptar mejor a estas condiciones. Trabajamos también en las técnicas y herramientas que nos permiten avanzar en el estudio de estos frutales”, concluye.