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DEPORTE

'Animal flow' o cuando moverse como un lagarto o un orangután es un entrenamiento de moda

El fisioterapeuta Iván Andrés es el único instructor en Aragón de una disciplina que mezcla movimiento animal, capoeira, parkour y yoga

TERESA P. ALBERO /
Iván Andrés en una de sus clases de Animal Flow. / Foto: Iván Andrés
icono foto Iván Andrés en una de sus clases de Animal Flow. / Foto: Iván Andrés

Andar como un pato, saltar como los canguros o reptar como un lagarto son algunos de los movimientos que incluye en su rutina de ejercicios el 'Animal Flow' (AF), la última disciplina deportiva que aúna posturas de animales con capoeira, yoga y parkour. Basta con el peso del cuerpo para practicarlo, no hace falta ningún material específico. Eso es lo que atrajo del 'Animal Flow' a Iván Andrés, un fisioterapeuta zaragozano especializado en esta práctica. 

"Es un reto constante. La sensación de 'flow' -movimiento fluido-, el control del cuerpo y la agilidad enganchan", indica Iván Andrés cuando le preguntan el porqué de practicar esta disciplina. A primera vista llama la atención ver a alguien imitando la forma de caminar de un gorila o de un cangrejo, pero detrás de la anécdota hay toda una técnica deportiva depurada al detalle. 

"Es un entrenamiento que trabaja todo. Tiene una vertiente más física y otra más animal, en la que se busca mimetizarse con el movimiento de un mono, un lagarto o una rana", explica. 

Mike Fitch en un video promocional de su entrenamiento.

Detrás de esta disciplina está Mike Fitch, un norteamericano que en 2010 creó todo un abanico de ejercicios basados en los animales, y a los que sumó transiciones propias de la capoeira, el parkour o el yoga. "Es un genio", afirma Andrés en referencia al creador de este método de entrenamiento. "Su conocimiento del cuerpo humano es excepcional", prosigue. 

En 2015, el fisioterapeuta se topó con el 'Animal Flow': "Empecé a practicarlo por mi cuenta. Me intrigó muchísimo el método, el cómo fusiona todo. Decidí formarme y practicar más", recuerda. En 2017 llevó su pasión por este deporte al siguiente nivel y se certificó como profesor de AF, el único en Aragón

"La práctica es muy exigente. Parece muy fácil al verlo, pero cardiovascularmente, 40 segundos de coreografía te dejan con la lengua fuera. Es muy duro", mantiene Iván Andrés, aunque matiza que cada persona puede ejercitarse adaptando por completo los movimientos a sus limitaciones. 

Las clases, de entre una hora y una hora y media de duración, se hacen con una parte de calentamiento físico, unido a unos movimientos animales para empezar y acabar la práctica. "La parte central se integra en una coreografía, nada artística, aunque es bonito verlo, en la que nos movemos uniendo todo lo anterior", ilustra.

Más fuerza, resistencia, flexibilidad y movimiento útil, son los principales beneficios del AF, y esa amalgama es la que esta disciplina sea única. "Atrae a la gente porque es una manera diferente de trabajar. Les gusta el ejercicio, pero no tanto el trabajo de musculación o ir al gimnasio, y aquí encuentran lo que les motiva", afirma el instructor, quien asegura que muchos alumnos proceden de otras disciplinas tan dispares como el pilates o el crossfit.

La del cangrejo es la postura más cómoda para los principiantes que apuestan por esta práctica: "Se ponen las manos detrás de la pelvis y empujas el cuerpo con las manos y los pies. Es bastante cómoda", indica el zaragozano. En el extremo opuesto está el lagarto: "Es muy exigente. La pantera y la bestia también, aunque esta exige mucha fuerza y estabilidad porque hay que reptar, pero flotando", señala.