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INTERNET

Al menos un 8% de los adolescentes confiesan haber realizado un reto peligroso en las redes sociales

Es una de las conclusiones del estudio realizado por el grupo de investigación Ciberpsicología de la Universidad Internacional de La Rioja

MADALINA PANTI /
Los retos virales peligrosos conllevan a conductas de riesgo que pueden ocasionar heridas graves o incluso la muerte. / Freepik
icono foto Los retos virales peligrosos conllevan a conductas de riesgo que pueden ocasionar heridas graves o incluso la muerte. / Freepik

Todo comenzó en el verano de 2014 con el reto solidario del 'Ice bucket challenge', que consistía en grabarse mientras uno se echaba un cubo de agua helada por encima para concienciar sobre la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Con el objetivo de recaudar dinero, el movimiento llegó a decenas de miles de personas de todo el mundo. Ese fue uno de los desencadenantes de los retos virales que se han popularizado y circulan en el universo de Internet. 

Las últimas tendencias en las redes sociales van desde inhalar gas de mechero, golpear a jóvenes pijos por la calle ("a la caza del pijo"), ponerle la zancadilla a una persona para que caiga de espaldas (el "rompe cráneos"), utilizar un preservativo para meterlo por la nariz y sacarlo por la boca o limarse los dientes, entre otros. Bajo la apariencia de simples juegos entre amigos, algunos de ellos representan situaciones de riesgo que han ocasionado heridas graves o incluso la muerte, sobre todo en adolescentes. 

Según un estudio realizado por el grupo de investigación Ciberpsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), el 8% de los adolescentes españoles confiesa haber realizado algún reto viral peligroso en el último año. "Son el mínimo, porque a nadie le gusta reconocer que le han pegado, insultado y por lo tanto, tampoco les gusta reconocer que se han comido una pastilla de jabón o han hecho tal tontería en Internet. Probablemente sean más", indica Joaquín González Cabrera, personal Docente e Investigador del departamento. 

En la investigación, se realizaron preguntas a 417 menores de entre diez y 14 años de cinco centros educativos de las comunidades de Aragón, Asturias y Castilla y León. Según sus conclusiones, los retos que aparecen con más frecuencia son los que conllevan bailes o bromas inofensivas (80,3%), seguidos de los solidarios (20,6%). Aunque los que más preocupan, son los que conllevan conductas de riesgo. 

La gran mayoría de jóvenes realizan retos solidarios, bailes o bromas inofensivas. / Freepik.

Etapa muy influenciada

La presión social es una de las causas por las que los adolescentes deciden hacerlos. "El grupo te invita a hacerlo, te dicen 'todos lo hemos hecho, cómo no vas a hacerlo tú'. Los retos han existido siempre, pero antes no se hacían virales. No hacen nada ajeno a la etapa que están viviendo que se caracteriza por la impulsividad y búsqueda de sensaciones", apunta González Cabrera. Francisco Royo, psicólogo infantil y orientador escolar, también apunta hacia la misma dirección: "A su edad la familia se pone en el segundo plano y el grupo de amigos son sus iguales. Ya no es solo divertirse mirando, sino que les toca hacer algo y demostrar que quieren estar allí"

Otra de las causas es la influencia que reciben en las redes. "Cuando tú hablas mucho de algo, se baja la defensa y se normaliza, es mucho más fácil hacerlo. Los influencers sí tienen responsabilidad. Necesitamos que desarrollen pensamiento crítico de, aunque te caiga bien esa persona, decidir que no lo van a hacer", puntualiza González Cabrera. Royo habla del ‘erostratismo digital’, que consiste en querer conseguir la fama con actos delictivos o peligrosos. "Hay expertos que hacen actividades extremas en internet, pero algunos no lo son e incrementan el nivel para aumentar followers, pero no saben que también aumenta el riesgo. Incluso algunos han muerto", comenta el psicólogo. 

"Los programadores de algunas redes sociales también deben replantearse este tema porque, si tu miras un tema un par de veces, el algoritmo hace que aparezcan más videos de ese tipo sin que tú se lo pidas y entras en una espiral", comenta Royo. Además añade que en muchos casos, los padres no son conocedores de lo que que guardan los niños en sus móviles o comparten en la red. 

Los adolescentes se enfrentan a numerosos peligros en la red. / Freepik

Educación del pensamiento crítico

Sin embargo, debido a la vulnerabilidad que presentan, a veces no son conscientes del impacto o el peligro. "No es que no sean conscientes del todo, pero no lo son de las repercusiones en su integridad como adulto. Si están bebiendo, ellos no son conscientes de que pueden coger un coma etílico y que dependiendo de algunos factores, unos van a ir al hospital y otros no. Esa parte es la que no controlan del todo", explica Royo. 

Ambos coinciden en que la educación en casa y en los centros es la clave para paliar esta situación. "Hay que adecuar hábitos de consumo de las redes y que los padres intervengan y controlen lo que publican", subraya González Cabrera. Además, añade que participan en un programa de prevención de multirriesgo en el que realizan preguntas a los jóvenes para poder desarrollar su pensamiento crítico. "La mayoría de los chavales entienden que no deben hacerlo, pero la visualización de consecuencias a nivel pedagógico es esencial", apunta. 

Asimismo, González Cabrera insiste en que se enfrentan a muchos más peligros en la red como el acoso, ciberacoso, sexting, la visualización de imágenes violentas o pornografía. El psicólogo infantil y orientador escolar, señala que si no se pone un control parental, "Internet es una puerta abierta a todo". Especifica que, además de charlas sobre adicciones, han tenido que adelantar talleres como el afectivo sexual. "Es inaudito que comencemos en quinto o sexto de primaria, pero es que resulta que a esa edad ya están accediendo a esa información".