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Adiós al "pesimista alegre" Domingo Villar, un virtuoso de la novela negra

El autor de la serie de Leo Caldas tenía 51 años y ha fallecido tras sufrir un ictus cerebral en su ciudad, Vigo

Ana Martínez/EFE/Aragón Noticias /
El escritor Domingo Villar, en la biblioteca de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Vigo. (EP).
icono foto El escritor Domingo Villar, en la biblioteca de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Vigo. (EP).

Una vez más, la vida y sus paradojas. Domingo Villar, 'Mincho', nacido en Vigo en 1971, un virtuoso de la novela negra, un escritor tan frágil como miedoso e inseguro que salía a flote por concienzudo, ha muerto antes de tiempo. Domingo sentía admiración por los médicos de urgencia, los últimos a los que vio. Ahí el contrasentido.

"Un pesimista alegre". De este sucinto modo se definía el autor de la exitosa trilogía compuesta por 'Ojos de agua' (2006), 'La playa de los ahogados' (2009) y 'El último barco' (2019), libros con distintos procesos creativos y períodos de gestación traducidos a un sinfín de idiomas a través de las versiones originales en español y en gallego.

El que fuera flamante XXV Premio Nacional Cultura Viva Narrativa ha fallecido tras sufrir un infarto cerebral en su ciudad natal, a la que se había desplazado desde Madrid para cuidar a su octogenaria madre Rita, que está delicada de salud. Se fue respetando su orden de prioridades, que pasaba, primeramente, por estar con la gente que más quiere, y ya después leer y escribir.

Apasionado del poeta Carlos Oroza, del escritor Robert Louis Stevenson y de su cocinero pirata Long John Silver, y de la canción 'Si te vas' de Extremoduro, ha partido de manera temprana y sin ese aviso previo.

Se ha ido en Vigo, su tierra, la que no podía imaginarse sin pensar en el puerto y en su ría; donde solía pasear en cada uno de sus viajes viendo el mar y los barcos y disfrutando del intenso olor de la marea baja. Villar, comentarista gastronómico, literario y deportivo, comparaba a su padre con Andrea Camilleri, que empezó a escribir a los 74 años y se convirtió curiosamente en el hecho literario más importante de Italia en su momento. En su hogar, igual, pero su ídolo casero rondaba los sesenta, un poco más joven.

Quería ser Hemingway. Pero fue Domingo, Domingo Villar, el que armaba cuentos para poder oxigenarse, el de la musicalidad, las metáforas, las descripciones sugerentes, las notas de humor y los personajes vivíparos de esas tramas policíacas. Y siempre estará. Está. Hay una petición ciudadana para que una calle tenga el nombre de Domingo Villar en Vigo, Nigrán o Moaña con vistas al mar. Salga la iniciativa o no, Leo Caldas, su 'personajazo', vive ahora y lo hará siempre. Domingo Villar no ha muerto.