Cuando un pequeño chip puede detener miles de fábricas

Esta semana, la planta de Opel en Figueruelas ha tenido que parar su actividad por la escasez de semiconductores. Sobre estos pequeños componentes se asienta gran parte de la producción internacional de miles de aparatos. La principal empresa fabricante es TSMC, en Taiwan, junto a otras de China y Corea. Si alga falla en estas empresas, provoca una reacción en cadena sobre la producción mundial. 

La falta de componentes no es algo puntual, porque su demanda, ya de por sí grande, se ha multiplicado con la llegada del 5G y los aparatos inteligentes. Con ello, la demanda de superconductores se ha multiplicado de forma súbita y el parón provocado por la pandemia ha complicado aún más la situación. Asumir la demanda costará años. Se construyen nuevas fábricas y muchos gobiernos se plantean traerlos a su país al ser un producto vital para toda la industria.  Al mismo tiempo, ha provocado la aparición de intermediarios que buscan aprovecharse de la necesidad de las empresas para contar con las piezas más demandadas.

Desde la Cámara de Comercio destacan la importancia de este problema porque afecta a un sector estratégico como la automoción, pero también a electrodomésticos y otros componentes electrónicos, y acaba afectando a empresas que son proveedoras de otros. 

Así mismo, esta concentración de la fabricación de componentes en el Extremo Oriente, según ECODES, ha puesto de manifiestos lo problemas de la deslocalización. Por ello, creen que las empresas más sensatas aprendieron que no hay que llevar toda la producción a Asia, y que si hay que relocalizar la producción, no puede hacerse de forma desordenada. 

Los compañeros Esther Puisac y Javier Viñola del programa Objetivo de Aragón TV, le ofrece este lunes un análisis en profundidad de este problema.