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PROTECCIÓN NATURALEZA

¿Cómo se vive un incendio desde dentro?

La Comunidad registra una media de 300 fuegos al año y para combatirlos cuenta con 1.400 profesionales

LOURDES SAAVEDRA /
Dos bomberos, trabajando para sofocar un incendio (EFE).
icono foto Dos bomberos, trabajando para sofocar un incendio (EFE).

Todo indicaba que el fuego era superior a nosotros. Y lo era". 4.762 hectáreas de terreno ardieron en 2012 en el incendio declarado en el término municipal de Calcena (Zaragoza), uno de los más virulentos de los últimos años en la Comunidad. Rubén García, jefe y miembro de la Brigada Helitransportada de Brea de Aragón, se enfrentó a las llamas junto a sus compañeros. Nueve años después, todavía recuerda lo que sintió al poner un pie sobre el terreno: "Desde el primer momento sabíamos que iba a ser un incendio de los grandes, y así fue", recuerda. La cuadrilla de Rubén fue la primera en llegar: "Todavía no había llegado nadie y allí estábamos nosotros. Ese incendio jamás se me olvidará". 

Las llamas afectaron a seis municipios. A día de hoy, siguen sin esclarecerse las causas que originaron el desastre, aunque algunas hipótesis las relacionan con la acción humana (negligencia o intencionalidad). 

Para el jefe de la brigada helitransportada de Brea, uno de los momentos que más incertidumbre y riesgo conlleva es que "la primera estrategia sea la adecuada". "Bajas del avión y hay un 'impasse' hasta que reaccionas, las pulsaciones suben y te enfrentas al fuego cara a cara", añade.  

Después de horas luchando contra el incendio, Rubén y su equipo fueron evacuados de urgencia y relevados por sus compañeros. El fuego estaba ganando la batalla. "Volvimos a la base con la cabeza baja. Saber que eres el primero en llegar y no tener la capacidad suficiente para atajarlo te genera rabia, impotencia y ganas de llorar".

"No quieres el relevo", asegura, "quieres terminar el trabajo y acabar con el incendio". El jefe de brigada confiesa que ha llorado en más de una ocasión, e incluso que la noche después de participar en un incendio no duerme. "Llevas tanto por dentro que es imposible conciliar el sueño. La adrenalina, la pena, la impotencia en el caso de que no hayas podido apagarlo... Todo eso lo llevas ahí, contigo, y no te deja dormir".  

Ante la pregunta de cuál es la faceta más negativa de su trabajo, Rubén García lo tiene claro: "Desalojar a personas de sus hogares es lo que peor llevo, lo que más se me ha quedado grabado". Es el caso del incendio de Calcena, por el que más de 100 personas fueron evacuadas de sus casas y donde la labor de los más de 200 efectivos fue fundamental. 

Las prioridades ante el fuego 

A sus 43 años, confiesa que en una ocasión llegó a temer por su vida. "Fue en Villanueva de Gállego en el año 1999. De repente, nos rodeó el fuego y la mitad de la cuadrilla se fue por un sitio y la mitad por otro. En esos momentos te pasa de todo por la cabeza y, sí, crees que la vida se acaba", detalla García, que salió de ese fuego con varias quemaduras y una sensación que nunca olvidará. "Tenemos una premisa clara, de la base salimos cinco para volver cinco y ese día pensamos que no sería así". "Es duro, pero es parte de nuestro trabajo".  

Para lo más de 1.400 efectivos que trabajan contra el fuego en la Comunidad, "el compañerismo es la clave del éxito". "Somos como una pequeña familia. Aquí se habla de todo, se debate cualquier cosa y la confianza es plena", asegura, para agregar que "sin confianza en la persona que tienes al lado no podrías nunca apagar un fuego". 

 

Hay un dicho que muchos brigadistas aplican a los incendios y es que "al fuego no hay que tenerle miedo, pero sí respeto". Rubén confirma cada una de esas palabras, porque resalta que "si le tienes miedo, aquí no está tu futuro. También hay que dejar claro que no hay que ser un loco, porque el fuego corre mucho, muchísimo, y la cabeza la tienes que tener en su sitio". 

"Siempre tenemos que mantener la calma y tener claros los objetivos", porque dentro de un incendio, asegura Rubén, "hay prioridades". "Lo primero es salvar las vidas humanas, después los animales, casas, granjas...". 

"Lo peor es ver como la gente pierde sus casas"

En Aragón hay una media de 300 incendios al año, la mayoría de ellos son pequeños conatos, pero también la Comunidad ha registrado grandes fuegos como el que tuvo lugar en el término de Luna (Zaragoza) en el año 2015 y que arrasó 13.800 hectáreas, uno de los de mayor superficie arrasada de los últimos 30 años. Destacado también como gran incendio fue el de 2009 en Aliaga-Ejulve (Teruel), con 7.300 hectáreas quemadas y varios rayos simultáneos como causantes del fuego.  

En ambos incendios las pérdidas fueron cuantiosas. "Es cuando el fuego muestra su peor cara", apunta el jefe de brigada. "Vives en primera persona como la gente pierde su casa, a sus animales, sus tierras y en ti solo se genera una sensación de impotencia al ver sus caras de vacío y su sufrimiento". "No sabes qué hacer, qué decir... No hay una sensación peor", añade Rubén. 

Dada la importancia de su trabajo, para el jefe de brigada también sería necesario mejorar las condiciones de aquellos que luchan contra el fuego y contar con la categoría de Bomberos Forestales, algo que hoy en día no es una realidad y que para el jefe de brigada significaría "mejorar la profesionalización y las coberturas con las que cuentan en estos momentos".  

En cuanto a la parte positiva, asegura que los trabajos de prevención son su mejor recompensa: "Una de las cosas más bonitas que me ha pasado en la vida es hacer un trabajo preventivo en el monte, durante el invierno, y que en verano caiga un rayo en esa zona y ver que gracias a tu labor no se origina un incendio". 

Los incendios desde el aire 

En Aragón existen ocho cuadrillas helitransportadas. La Comunidad cuenta con un helicóptero activo durante todo el año en Alcorisa (Teruel) y, en los primeros meses del año, se incorporaron otros dos más en Ejea de los Caballeros (Zaragoza) y Peñalba (Huesca), de tal forma que hay un helicóptero por provincia para atender los posibles incendios de la campaña invernal. El resto de medios aéreos de Aragón (Teruel, Calamocha, Brea de Aragón, Bailo, Boltaña) están operativos entre el 1 de junio y el 15 de octubre, época calificada de alto riesgo.  

Los helicópteros "son esenciales", asegura Rubén. Estos aparatos constituyen un elemento indispensable para lograr una rápida llegada de los primeros medios al incendio, realizar una evaluación de su peligrosidad y posible evolución, e iniciar los trabajos de ataque. 

"En la base de Brea de Aragón contamos con dos cuadrillas helitransportadas compuestas por cinco personas cada una". Las jornadas laborales se alternan entre horas presenciales y guardias. "Un día de trabajo, haya incendio o no, consiste en diez horas en la base y 24 horas de guardia", señala el jefe de la brigada. 

Durante sus horas de trabajo, todos los miembros de la cuadrilla están en lo que se califica como "calma-tensa", ya que en cualquier momento puede llegar un aviso: "Cuando estamos en la base estamos preparados para cualquier aviso y mediante un sistema de emisoras nos alertan de los incendios. El APN (Agente de Protección de la Naturaleza) es el que recibe la información, nos avisa a la cuadrilla y al piloto y en el menor tiempo posible todos estamos en el helicóptero... En diez minutos, como mucho, volamos rumbo al fuego", asegura Rubén. 

Lo primero que hace una cuadrilla al llegar a un incendio es "orbitar". "Volamos varias veces por el perímetro del fuego. Es entonces cuando se valora el incendio, las posibles rutas de escape, los lugares seguros e incluso los planes B". Todo ello para que el fuego no gane la batalla.