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Se cumplen treinta años del infierno griego de Ginebra

El antiguo CAI Zaragoza disputó el 26 de marzo de 1991 la final de la Recopa ante el PAOK, encuentro que fue una encerrona de los griegos y terminó con derrota de los aragoneses

Aragón Deporte /
Imagen de la final de Ginebra. Foto: Paok BC
icono foto Imagen de la final de Ginebra. Foto: Paok BC

Hay muchas derrotas que se recuerdan más que algunos triunfos históricos. Y en la historia del Cai Zaragoza siempre se recordará el 26 de marzo de 1991, cuando el conjunto aragonés perdió la final de la Recopa ante el PAOK de Salónica (76-72), pero salió vivo del infierno que los griegos montaron en el Patinoire des Vernets de Ginebra. 30 años después, la imagen de aquella encerrona todavía sigue en las retinas de los fieles seguidores del actual Casademont Zaragoza. 

Fundado en 1926 por los griegos de Constantinopla que fueron a vivir a Salónica, al borde del mar Egeo, el PAOK  ganó su primer título nacional en 1959, su primera Copa en 1984  y se hizo un nombre en los 90. Con la llegada de Prelevic y Korfas, en 1989 el PAOK ya acumulaba dos finales de Copa y dos Ligas perdidas por los pelos. En 1990 alcanzó las semifinales de la Recopa y, en 1991, su mayor éxito, el título frente al CAI. También el conjunto aragonés contaba con jugadores de renombre como los hermanos Arcega o el mítico Kevin Magee en esa final del 91.

El equipo aragonés fue superior durante la primera parte (31-36) y consiguió eliminar por faltas a uno de sus hombres más peligrosos, Fassoulas. Pero en la segunda parte ocurrió lo inevitable. 2.000 griegos habían viajado a Ginebra sin entrada. Aficionados aragoneses denunciaron que les habían robado las suyas a punta de navaja. En el pabellón de 9.000 personas entraron 11.000 y griegos ocuparon hasta el palco. El presidente de la FIBA tuvo que ver el partido en la mesa de anotadores. En la segunda parte se produjo la lluvia de monedas y mecheros por parte de la afición griega, que obligó a los árbitros a suspender el partido. Tras un cuarto de hora, los jugadores fueron presionados para volver a pista y reanudarlo. A partir de ahí el arbitraje cambió favoreciendo claramente a los griegos y el PAOK se llevó el duelo por 76-72 dejando grabado a fuego ese partido en todas las retinas de los aficionados aragoneses.