El Real Zaragoza se desfoga con una goleada (3-0)

"El día que menos te lo esperas de repente la mala racha goleadora se puede romper", había avisado Escribá en la previa... y se cumplió. El Real Zaragoza por fin se pudo desfogar tras más de 300 minutos sin marcar gol. 3-0 ante un rival, el Leganés, que le había puesto las cosas muy difíciles últimamente y con tantos de jugadores que lo necesitaban mucho: Simeone, Vada y Puche. La Romareda por fin volvió a disfrutar de un equipo que volvió al 4-4-2 y fue de menos a más jugando muy ordenado y mordiendo arriba con la rasmia del Cholito arriba. 

Y eso que un zurdazo de Raba que levantó algunas astillas del larguero de Cristian Álvarez fue el primer aviso serio de un Leganés entró al partido con soltura. Por su parte, los blanquillos intentaban tocar arriba conectando a Vada y Bebé con Simeone. Una presión arriba de Simeone que se llevó por delante al portero Riesgo en la salida de balón y un recorte en el área levantaron al público de sus asientos: mordía como siempre el hispanoargentino. Fue lo poco destable de otro parte que avanzaba lento, con picos de casi el 70% de posesión -inofensiva- del Leganés y el Zaragoza bien colocado sin arriesgar. En el minuto 20 Bebé soltó un disparo raso que Riesgo atrapó sin problemas. En la siguiente jugada de peligro, Cristian sacó los puños para despejar una peligrosa falta lateral saldada con la amarilla de un Vada que llegó tarde ante Omeruo. El siguiente en ser amonestado fue Zapater; no le costaba nada al colegiado Víctor García pitar falta en casi todos los contactos, así como sacar amarilla. En ese contexto llegó el estallido: Simeone agarró un balón en el centro del campo y, con metros por delante, se fue Iker y Cissé, avanzó tras un rebote afortunado y en el área se fue de Omeruo y Nyom para definir de preciosa vaselina ante Riesgo. La Romareda estalló pero nadie lo celebró más que el joven delantero, emocionado y eufórico. Ya había avisado Escribá en la previa... y acertó el valenciano.

Un disparo flojo de Miramón tras una penetración por la derecha fue lo último de una primera parte que el Real Zaragoza acabó mucho más fluido y entonado que su rival. Las sensaciones eran buenas y tras mucho tiempo las cosas salían, pero aún quedaba una nueva batalla: la segunda mitad. Y el equipo aragonés continuó a su ritmo, mejorando poco a poco. Si los anteriores partidos no habían sido malos pero había faltado el gol, en este, una vez conseguido ese objeto de deseo, se le veía menos ansioso al conjunto aragonés. Así se gestó el 2-0, con una recuperación en el centro del campo, Simeone corriendo metros y provocando al entrar en el área un penalti por manos del Leganés. Vada no lo pudo marcar en primera instancia pero ahí estaba para convertir tras la parada de Riesgo. Respiraba aliviada una Romareda ávida de buenas noticias. Idiakez movió el banquillo tras el golpe: el ex Nárvaez por el ex Juan Muñoz y Karrikaburu por Undabarrena.

No hubo tiempo ni siquiera de seguir probando la ley del ex, pues Bebé encontró a Nieto en la izquierda para que lanzara un envío raso al corazón del área que Puche transformó con maestría en gol. Con el 3-0 Cristian se unió a la fiesta sacándole un balón de gol a Nárvaez. Con la Romareda disfrutando fue el turno de darle entrada a Pau Sans. Los últimos minutos transcurrieron plácidos y a gusto, con la grada contenta y tranquila tras mucho tiempo, consciente de haber amarrado una victoria que da moral de cara al partido de la semana que viene en El Alcoraz y que espanta por fin el miedo al descenso. Un 3-0 muy necesario...

Ficha técnica:

Real Zaragoza: Cristian; Luna, Francés, Lluis López, Nieto; Zapater, Jaume Grau (Alcarcón 68'), Vada (Bermejo 68'), Bebé (Vaderrama 85'); Puche (Pau Sans 78') y Simeone (Larra 85')

CD Leganés: Riesgo; Nyom, Omeruo, Sergio González, Miramón; Cissé, Undabarrena (Nárvaez 65') Rubén Pardo (Gaku 74'); Dani Raba (Vico 74'), Arnáiz (Qasmi 85') y Juan Muñoz (Karrikaburu 75')

Árbitro: Víctor García (catalán): Amonestó a Vada (25'), Zapater (31')

Goles: 1-0, Simeone; 2-0, Vada; 3-0, Puche