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Ramón J. Sender, 120 años en la memoria de los aragoneses

Tal día como hoy de 1901 nacía en Chalamera el autor aragonés. Recordamos su figura y personalidad y desciframos por dónde empezar a leer su obra

ARAGÓN CULTURA /

Dice Antón Castro en el prólogo de la reedición de 'Solanar y lucernario aragonés' (Tropo Editores, 2010) que, Ramón J. Sender, era sobre todo un narrador, un contador de historias: "Alguien que anda y desanda los senderos del tiempo, de aquí para allá, con un sinfin de recuerdos y los derrama con espontaneidad y eficacia, como el mago que levanta el sombrero y convoca la presencia de extraordinarias criaturas".

Nacido un 3 de febrero de 1901 en la localidad oscense de Chalamera, recorrió durante su infancia las tres provincias aragonesas: Alcolea de Cinca, Caspe, Tauste, Alcañiz, Huesca y Zaragoza. En su obra, describe y trabaja estos paisajes incluso en las palabras escritas al otro lado del charco, en su exilio en México y Estados Unidos.

Vida y obra

Ramón J. Sender es uno de los grandes escritores de postguerra y, posiblemente, el mejor escritor aragonés del siglo XX. Narrador preciso, prolífico y comprometido con la centuria que le tocó vivir, su obra suma un centenar de publicaciones. Conoció el Aragón rural del primer tercio del siglo XX, el Madrid del fervor republicano, la guerra y después el exilio en Francia, México y Estados Unidos. Sus cenizas fueron esparcidas, por deseos del autor, por el océano Pacifico. Tanto demoró su vuelta definitiva a Aragón, que nunca se produjo.

La familia primero y el compromiso político y social marcarán la infancia y juventud de Sender hasta el estallido de la Guerra Civil (1936). Hijo de familia numerosa y acomodada, conoció de primera mano la realidad de un país marcado por la pobreza y el caciquismo y que recordaría en Crónica del Alba (1965)

Gracias al servicio militar en Melilla, nació la fabulosa Imán (1930). Una obra brillante, amarga y cruda que narra el desastre de Annual. Tuvo un éxito inmediato en un ambiente político donde agonizaba la monarquía de Alfonso XIII y terminaba la dictadura de Primo de Rivera. Además de ser calificada como su primera novela, inaugura también un periodo de compromiso progresista marcado por ideas republicanas, anarquistas y comunistas.

Antes de la Guerra Civil (1936-1939), realizó obras fundamentales para entender su trayectoria profesional y vital como O.P. (1931), Siete domingos rojos (1932), La noche de las cien cabezas (1934) o Mr. Witt en el Cantón (1936), que le valió el Premio Nacional de Literatura de ese año y que fue escrita en apenas un mes; además realizó uno de los trabajos más destacados de la historia del periodismo español: su cobertura de la sangrienta represión policial de la insurrección campesina de Casas Viejas sucedida en 1933. Pío Baroja lo declaró en 1936, el autor joven con más porvenir de España junto a Federico García Lorca.

Pero estalló la Guerra y la vida de Sender quedaría marcada para siempre por la tragedia y el exilio. El bando franquista fusiló a su mujer y a su hermano mientras Sender se incorporaba a las filas republicanas, pero levantó las suspicacias de los mandos comunistas, por lo que acabó abandonando el partido y aceptando la invitación del Gobierno para viajar a Estados Unidos en misión de propaganda (1938) junto a los dos hijos que había tenido con su esposa Amparo Barayón.

Con el fin de la contienda comienza el deambular de Sender en América, primero en México donde fundaría la editorial Quetzal y donde publicaría la primera narración de Crónica del alba (1942), para después asentarse en Estados Unidos. En 1946 se nacionaliza norteamericano y dará clases en numerosas universidades, mientras que sigue siendo un escritor muy prolífico con colaboraciones en publicaciones periódicas y libros, que empezaban a ser traducidos y distribuidos por el mundo, pero eran prohibidos en la España de Franco. De esta época, concretamente de 1952, data la edición de Mosén Millán y que se convertirá en la obra más celebrada del autor bajo el nombre de Réquiem por un campesino español, en la edición bilingüe de 1960 y censurada en España hasta 1974.

Sender siguió escribiendo y publicando en esta etapa norteamericana. En la web y en el Espacio Sender desarrollados por el Instituto de Estudios Altoaragoneses sobre la figura del autor aragonés podemos encontrar diferentes materiales y contenidos, así como un listado de la gran cantidad de obras del autor, que incluye sus más de 80 novelas publicadas. Además podemos contemplar alguna de sus pinturas, actividad a la que era muy aficionado el autor.

A partir de mediados de la década de los sesenta, Sender vuelve a ser publicado en España y comenzó cierta reivindicación de su trabajo. En 1965 se publicaría la versión completa de Crónica del Alba y cuatro años más tarde, en 1969, ganaría el premio Planeta con una obra menor: En la vida de Ignacio Morel. Sender continuaba dando clases de literatura en Estados Unidos y en 1972 trasladó definitivamente su domicilio, por motivos de salud, a San Diego, donde moriría un 16 de enero de 1982.

En 1974 y 1976 pudo Sender regresar a España con la excusa de impartir varias conferencias en ciudades como Barcelona, Zaragoza o Huesca. Las grandes expectativas provocaron alguna desilusión en un viaje cargado de simbolismo. Mucho público se acercó esperando las arengas políticas del autor de Siete domingos rojos, Casas Viejas o Requiem por un campesino español, y se encontraron con un escritor con poco de político que volvía a un hogar que nada tenía que ver con el que tuvo que dejar en 1939.

En el segundo de los viajes, en 1976, se le tributó un emotivo homenaje en su pueblo natal, Chalamera, donde encontró el calor y complicidades de muchos paisanos. Aunque también  se produjeron hechos desagradables, como una fuerte discusión con uno de los artífices de su viaje, Camilo José Cela en su casa de Mallorca. Aunque el regreso definitivo no se produjo, Sender recuperó la nacionalidad española en 1980, solo dos años antes de fallecer. El autor fue un peregrino por el siglo XX, marcado por el asesinato de su mujer, el exilio y la soledad que nos dejó algunos de los mejores relatos para comprender el convulso siglo pasado y la propia existencia humana.

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