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'Oturia. Intima peregrinatio', de Miguel Ángel Berna

La compañía del aragonés se sube a las tablas del Teatro Principal de Zaragoza durante este fin de semana

Aragón Cultura /
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El Dance es desde hace unos años un tema sobre el que Miguel Ángel Berna y Manuela Adamo están investigando para poder realizar un espectáculos, que, al margen de tener un objetivo artístico, tiene como meta principal la revalorización de este lenguaje como Patrimonio Inmaterial de Aragón. La difusión del Dance en Aragón abarca gran parte del territorio y, a día de hoy, se mantienen activas más de 100 celebraciones populares, que tienen esta manifestación cultural como eje central de los actos que se celebran para las festividades que rinden culto a los santos.

En un primer momento se planteó la posibilidad de construir un monográfico del Dance realizando un recorrido que abarcase desde los Monegros hasta el Pirineo. La riqueza musical y cultural de cada uno de ellos, ha propiciado poder profundizar en las características simbólicas, culturales y musicales que diferencian los Dances de cada lugar de gran parte del territorio aragonés. Sin embargo, tras una larga reflexión, la decisión ha sido centrarse en las Romerías de Santa Orosia y el Dance de Yebra de Basa.

Los primeros datos que se conocen sobre el culto a la Santa son del siglo XIII o incluso anteriores. Lo que es cierto, es que el culto se asienta fuertemente en el Viejo Aragón durante los siglos XIV y XV, llegando a su máximo esplendor durante el siglo XVII. Se trata de un culto bipolar por el hecho de que las reliquias están divididas en dos localidades: en Yebra e Basa se venera la cabeza y en Jaca el cuerpo. Esta situación ha propiciado una partición de las áreas de influencia de Jaca y de Yebra de Basa, siendo el río Gállego lo que marca la línea divisoria. El día 25 de junio se celebra Santa Orosia con romerías que tienen por destino Jaca o Yebra de Basa.

La notoriedad del culto en la localidad de Jaca, ha hecho que este se viese un poco más marginado en Yebra de Basa. Sin embargo, gracias a esta característica de marginalidad, en la localidad se han conservado durante más tiempo las tradiciones. El vínculo del montañés con Santa Orosia es muy profundo. Durante siglos, la intercesión de la Santa estaba profundamente ligada al concepto de pertenencia del territorio y, si se tiene en cuenta que las fronteras han ido modificándose con el paso del tiempo, se podrá comprender la razón de la presencia de su culto en los territorios colindantes con Aragón.

Las romerías de Santa Orosia se enmarcan dentro de los ritos del solsticio de verano que se celebran el día 25 de junio, tras el día de San Juan. En la cultura popular, el ámbito de intercesión de la Santa, está ligado a los poderes que ésta tiene para librar de las sequías, de la peste, plagas y, sobre todo, por los milagros de curación sobre los enfermos mentales. Este poder generaba una atracción que hacía llegar a Yebra de Basa o a Jaca, enfermos procedentes de muchos lugares que con el tiempo, fueron definidos como Endemoniados Espirituados. La participación de éstos constituyó, durante la primera mitad del siglo XX, uno de los factores que hicieron famosas estas romerías, atrayendo a periodistas, médicos y etnólogos.

El origen de Santa Orosia como sanadora no está claro. Aunque hay que mencionar, que dentro de la cultura popular, muchos mártires que murieron siendo degollados, pasaron a ser protectores de todas aquellas afecciones relacionadas con el sistema nervioso. En este caso, la reliquia que se venera es la cabeza de la Santa; hasta bien entrado el siglo XX, dentro de la medicina, la separación cuerpo-mente ha sido la tónica y, en este caso, las Espirituadas sufrían una máxima disociación entre lo físico y lo psíquico, al mostrar un malestar que se configuraba en la romería como una fusión de ambos.

Durante la procesión del día 25 de junio, con los dedos atados por cordeles, las Espirituadas seguían la urna, se quedaban desnudas, algunas de ellas se ponían debajo del Arca gritando y agarrándose. En este contexto, toma un particular protagonismo el Dance Los Bailes de Castañuelas, siendo el chiflo y el chicotén, los instrumentos que acompañan a los danzantes.

En su análisis del Dance, Antonio Beltrán, consideraba que los diferentes elementos de éste se daban cita en una sola representación, hecho que marcaba la diferencia frente a otras manifestaciones parecidas en España y Europa. El hilo conductor del Dance es el culto a un santo en el que se fusionan elementos religiosos y profanos: los diálogos entre pastores, moros y cristianos, dichos, mudanzas de palos, espadas, danzas de aros y cintas; con todos estos elementos se forjó  la estructura definitiva del Dance expandiéndose por todo Aragón. Sin embargo, a lo largo del siglo XX, tras los numerosos acontecimientos históricos, sociales y culturales, muchos dances han ido desapareciendo y solo gracias al interés de los danzantes, se han podido recuperar algunos, en parte y otros íntegramente.

El Dance de Yebra de Basa, por ejemplo, se ha reducido a 17 mudanzas que se ejecutan el día 25 de junio. Hasta poco después de la Guerra Civil, éste contenía también una pastorada en las que se integraban loas a la Santa, romances de su vida y de su martirio. Hasta 1917, el culto a Santa Orosia estaba enriquecido con Los Bailes de Castañuelas; existen analogías muy interesantes del Dance de Yebra de Basa con algunas localidades del País Vasco, unido al empleo común de la flauta y del salterio.

Miguel Ángel Berna, en su trayectoria artística, cuenta con numerosas colaboraciones coreográficas que han visto protagonistas a bailarines y coreógrafos de prestigios, participar en sus espectáculos. El planteamiento de OTURIA. Intima Peregrinatio tiene como característica principal la participación de un cuerpo de baile contemporáneo así como colaboración de un coreógrafo local, Alejandro Longines, que realiza en desarrollo coreográfico del espectáculo..

Santa Orosia está presente en el concepto del espectáculo como símbolo femenino, adaptado al siglo XXi, al que se pretende rendir un homenaje. Miguel Ángel Berna toma el rol del Danzante que, en su romería –Intima Peregrinatio– realiza un recorrido, dividido en nueve escenas en el que interactúa con el cuerpo de baile. La Romería de Santa Orosia atraviesa ocho ermitas hasta llegar a la de Yebra de Basa. El cuerpo de baile va tomando diferentes roles durante el espectáculo: el recuerdo de las Espirituadas trasladado a los problemas de lo femenino en la sociedad actual y en el que se quiere rendir un homenaje, no solo al rol de la mujer del siglo XXI, sino también, a todas aquellas mujeres que durante siglos fueron acusadas de brujas, locas e histéricas cuando se atrevían a manifestar un mal que estaba más bien ligado a los problemas sociales y culturales. Estos males que se manifestaban de manera descontrolada en las sociedades subalternas.

El Danzante en su romería, acompaña con su baile y sus castañuelas esta comunidad en la que se ve reflejada su historia, teniendo en el horizonte el monte Oturia. La montaña que en su significado simbólico representa la ascensión hacia el propio conocimiento de la Santa, que representa la esperanza de una cura simbólica ligada, quizás, a los males sociales que, a pesar de ser tan diferentes a los del pasado, siguen siendo profundamente amenazadores para nuestra humanidad.

Por lo que se refiere al desarrollo coreográfico, las escenas están construidas a partir del lenguaje propio de Miguel Ángel Berna, transformado con los códigos de la danza contemporánea. La música, a diferencia de otros espectáculos de Berna, está construida como una única pieza desarrollada por Guillermo Mata. Se inspira en temas tradicionales de la zona pirenaica pero transformada hacia un lenguaje contemporáneo. La gaita, las percusiones y los distintos instrumentos electrónicos, son los protagonistas de la composición que tiene como objetivo final crear una sinergia entre instrumentos de corte tradicional y las nuevas tecnologías. La iluminación, en esta ocasión, cambia totalmente de concepto, creando una atmósfera llena de luz. Esta es precisamente la protagonista en todo el espectáculo como referencia y símbolo de la búsqueda del Danzante.

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