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'Miradas ingenuas', los juguetes como creación artística

La muestra puede verse en el Real Jardín Botánico de Madrid

ARAGÓN CULTURA /
Carnicería de juguete fabricada en España a principios del siglo XX
icono foto Carnicería de juguete fabricada en España a principios del siglo XX

La exposición 'Miradas ingenuas', organizada por la Diputación Provincial de Huesca (DPH), ha abierto sus puertas en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico de Madrid para mostrar la relación entre los juguetes, el juego y la creación artística. Podrá visitarse en este espacio desde el 19 de diciembre hasta el 31 de enero de 2021.

La muestra toma como punto de partida juguetes populares de la Colección Santos Lloro y obras del artista Antonio Santos para ofrecer una mirada transversal al concepto de ingenuidad. Esta reflexión permite, por un lado, redefinir su presencia en la vida cotidiana y, por el otro, descubrir su importancia en la historia reciente del arte. El espectador advierte pronto que nada carece de intencionalidad, aunque las apariencias pretendan transmitir lo contrario.

Así, subyacen dos relatos expositivos en 'Miradas Ingenuas'. El apartado 'La vida en el juego' contiene 225 piezas de la Colección Santos Lloro, fundamentalmente juguetes españoles y europeos de los siglos XIX y XX de elaboración artesanal o incluso doméstica. El segundo espacio se titula 'El juego de la vida' y muestra una selección de 75 obras del artista Antonio Santos, para quien la práctica del juego forma parte de la creación artística.

El coleccionista, Javier Santos ha indicado que "esta muestra permite al espectador regresar al origen del arte, a través de creaciones donde prima la sencillez estética, las representaciones propias del público infantil y lo que se conoce como Art Brut o Art Naif porque estos conceptos artísticos alcanzan nuevos valores expresivos que descubren que, pese a la aparente ingenuidad, todo tiene una intencionalidad desde el mismo momento de su creación".

El apartado de la exposición 'Miradas ingenuas' dedicado a la Colección Santos Lloro se basa en una serie de juguetes o juegos populares caracterizados por una alta calidad, belleza y, en ocasiones, de una singular rareza. Su contenido se divide en capas de lectura que dan lugar a diversos usos de estos objetos.

El proceso de crecimiento y formación de los infantes se representa a partir a partir de caballitos, muñecas, reyes magos y trenes. Son elementos que acompañan al niño y que ayudan, en la mayoría de ocasiones, a identificar las diferencias sociales entre las familias. Además, el ocio forma parte del juego de forma intrínseca. De ahí que haya elementos típicos de fiestas patronales y populares como tragabolas, guiñoles, marionetas o cabezudos.

El adoctrinamiento y la instrucción han estado presentes en los juguetes de diversas épocas. El objetivo era educar a los niños en cuestiones políticas, posiciones ideológicas e incluso sobre aspectos como el belicismo o las creencias religiosas. Desde tanques y soldados con las respectivas insignias características, hasta tableros de parchís con símbolos ideológicos o cuadernos de niños manuscritos que muestran la influencia de las familias en su pensamiento.

Muchos juegos y juguetes implican un proceso de imitación o simulación social en aspectos más complejos y colectivos, como el hogar, escuelas, oficios y actividades comerciales.

La segunda parte de la exposición reúne obras del artista contemporáneo Antonio Santos, uno de los máximos referentes del arte ingenuo. Juego y creación artística están estrechamente vinculados para él, ya que la primera es una actitud vital que forma parte de un proceso creativo en el que la ingenuidad toma todo el protagonismo. Concilia lo culto y lo popular en busca nuevos valores expresivos, basados en la naturalidad y la originalidad perdidas en un mundo cada vez más complejo y globalizado.

Las 75 obras de Antonio Santos que contiene 'El juego de la vida' han sido cuidadosamente seleccionadas para reflexionar sobre las distintas esferas del ser humano, desde la colectiva o pública hasta trascender a la intimidad.

La ciudad propia de Antonio Santos es el punto de partida que ubica al visitante en un lugar fantástico, caótico y de ensoñaciones, con barcos, automóviles, bicicletas o aviones que conviven en estructuras urbanas poéticas y sencillas. Las paradojas de la vida tienen su reflejo con personajes de todo tipo, como suicidas o elefantes perdidos en busca del zoo, inmersos en una representación de la marabunta de fenotipos humanos que habitan las metrópolis.

El siguiente paso es acceder a una casa. El relato expositivo avanza así hacia la conformación de la identidad, ya que el hogar es un elemento fundamental para representar la esfera de lo privado. Este paso se logra a través de obras de Antonio Santos como cocinas, casitas en llamas, un desnudo con pajarito y otras creaciones que simbolizan el lugar que siempre se asimila como espacio propio y exclusivo.

Si la casa o el hogar es el lugar que más se asocia con la propiedad, nuestro verdadero espacio somos nosotros mismos. De ahí el cierre del relato expositivo con una única obra de Antonio Santos que no dejará indiferente a los visitantes, apelando a la intimidad como nuestra gran riqueza. De este modo, se puede distinguir obra diversa de Antonio Santos, pero toda es fruto de un intenso y profundo proceso creativo en el que la ingenuidad es una constante por encima de todo lo demás.

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