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Los haters ya existían en el imperio romano

El libro 'Oltre Pompei' recopila exabruptos escritos por los romanos de todo el imperio en muros, baños, columnas y casas

ARAGÓN CULTURA /
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'Trol':

en foros de Internet y redes sociales, dícese del usuario que publica mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de molestar, llamar la atención o boicotear la conversación.

La RAE incluyó este término en 2021, pero lo cierto es que estos iracundos seres ya existían hace más de 2.000 años. Los haters que hoy se desahogan en el teclado y en las redes sociales fueron precedidos por los habitantes del Imperio romano quienes grabaron insultos e improperios en las paredes de casas, baños públicos, termas, tabernas y letrinas.

Lo sabemos gracias a las pesquisas de Stefano Rocchi y Roberta Marchionni, autores del libro 'Más allá de Pompeya. Graffitis y otras inscripciones obscenas del Imperio Romano de Occidente' (Deinotera, 2021).

Con un lápiz, una hebilla, un clavo, una piedra, una moneda o a veces incluso con el dedo, los antiguos moradores de esta civilización se dejaron llevar por el lenguaje soez y otras fórmulas vulgares, inmortalizando términos anatómicos, escatológicos y sexuales. Aunque a veces, también nombres, poesías o citas eruditas e incluso listas de la compra.

Rocchi explica que "los artistas" no siempre tenían mucho que decir. A menudo, antes de empezar a escribir, ni siquiera pensaban en hacerlo. Pero de repente, un pensamiento repentino nacido de estímulos como vislumbrar a un enemigo, gastar una broma o responder a otro graffiti en la pared, les empujaba a improvisar un mensaje.

Las inscripciones más famosas son las de Pompeya. Los investigadores han contabilizado que han llegado unas 10.000, muchas de ellas sepultadas bajo la ceniza y ocultas durante todo este tiempo hasta hace apenas unos siglos: “Oh muro, me asombra que no te hayas derrumbado con el peso de tantas idioteces”, escribió un anónimo pompeyano sobre los muchos mensajes que allí convivían.

En un recinto sagrado de Augusta Emerita, la actual ciudad española de Mérida, se puede leer: ‘Quintio fellatio’. En sentido vertical y en un pedazo de estuco rojo del actual Centro Cultural Alcazaba de la localidad extremeña.

Desde un punto de vista histórico, la inscripción más interesante es sin duda una de las cinceladas en las piedras lanzadas por el ejército de Octavio Augusto durante la guerra de Perugia en el 41 o 40 a.C. ‘Apunto al clítoris de Fulvia’, un mensaje dirigido a la poderosa esposa de Marco Antonio, que también supuso un formidable instrumento de propaganda política.

Rocchi y Marchionni cuentan que estos mensajes son "el reflejo de la vida cotidiana de estos hombres y mujeres. Situaciones, sentimientos y anhelos de la sociedad de la época". Su gramática y ortografía son algo pobres, pero por eso mismo son perfectas para documentar la evolución de la lengua latina popular, la que hablaban los ciudadanos, los militares e incluso los esclavos. Los graffitis demuestran que el nivel de alfabetización no era tan bajo en la época como se pensaba en un principio.

Según Rocchi, si comparamos el fenómeno de las RRSS y los haters del Imperio Romano, los contenidos son los mismos, los mecanismos también. Solo la técnica y el campo de acción han cambiado, amplificando enormemente los mensajes. La necesidad de gritar un pensamiento, de desahogarse o de identificarse con una manera de pensar sigue vigente en la humanidad del siglo XXI. El contestar un mensaje de otra persona anónima en un muro de la ciudad, nos resulta tan familiar como utilizar nuestro muro de Facebook o de Twitter.

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Reportaje 'Haters del Imperio romano' en 'La Cadiera'
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