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LA RIQUEZA DEL LENGUAJE

'Lo uno y lo diverso', el libro que recoge los malentendidos en español

¿Se puede perder la virginidad con una polilla? ¿Sabías que huevón es la palabra nacional de Chile? ¿Debes sentirte ofendida o halagada si te llaman vieja? ¿Has sentido cabanga alguna vez?

ARAGÓN CULTURA /
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Cerca de quinientos millones de personas tienen el español como lengua materna, una lengua puente que une a hablantes de más de veinte países repartidos por todo el globo. Tan considerable extensión, unida a una vitalidad extraordinaria, hacen del español un idioma que, manteniendo su unidad, se expresa con variedades y matices propios en cada uno de los países que lo han hecho suyo, con modalidades tan radicales como el lunfardo argentino o el yanito gibraltareño.

Por eso, aunque entre nosotros nos entendamos sin mayor esfuerzo, en el día a día esas variantes pueden provocar pequeños desencuentros, situaciones divertidas y curiosas que este libro recoge de la mano de algunos de nuestros autores más representativos de uno y otro lado del charco.

El Instituto Cervantes y la editorial Espasa han publicado el libro 'Lo uno y lo diverso', una recopilación de textos de autores hispanohablantes sobre aspectos lingüísticos de su entorno que termina por convertirse en una guía para "nombrar de una manera respetuosa", como comenta la coordinadora del volumen, Carmen Pastor, en una entrevista en 'La Cadiera' de Aragón Radio.

Así, por ejemplo, la filóloga cubana María Antonieta Andión dedica un capítulo a hablar de 'testimonios dialectales en torno al tabú', una reflexión sobre aquellas palabras aparentemente 'inofensivas' en algunos países que podrían ser de alto contenido sexual en otros. Uno de los términos escogidos en ese apartado es el de 'bollo', que "si bien en países como España, México, Ecuador, Argentina o Bolivia sirve para referirse a dulces, en otros países como Cuba se utiliza para designar groseramente a la vulva", explica Santos.

Las 'huevas' es otro ejemplo rescatado por la escritora chilena Carla Guelfenbein en este libro, ya que en determinadas zonas de América Latina sirve para aludir a los 'testículos'. O la escritora española Marta Sanz recuerda su rubor al escuchar de sus estudiantes mexicanos la invitación para 'chupar unas pollas', una expresión similar a "salir de cañas", aclara Carmen Santos.

"Hablamos una lengua que no se deja domesticar y eso a los que escribimos nos produce placeres y sufrimientos. Pero nosotros tampoco nos dejamos domesticar por la lengua. He aprendido muchísimo leyendo este libro y me he dado cuenta de esa pequeña parte del léxico que sirve para nombrar lo escatológico o lo delictivo", señala Sanz.

El origen de Chévere

Pero estas confusiones no son las únicas alusiones a la variedad del idioma español. Así, el escritor peruano Fernando Iwasaki respalda la tesis del origen de la palabra 'chévere' que, contrariamente a lo que se piensa, tuvo su origen en la sobria España de los Austrias: "Esta palabra ha cruzado el charco, en España estuvo olvidada y solo ha regresado con 'Topacio'", ironiza Santos, aludiendo a un famoso culebrón de los años 90.

El vocablo 'chévere' hacía alusión al señor de Chièvres, Guillermo de Croy, que llegó a la corte española de los Habsburgo para ser el hombre de confianza de Carlos I. En una España sobria donde predominaba el negro, Croy destacaba por la magnificencia de sus vestidos, su buen gusto artístico y su epicúreo modo de vida.

Otro ejemplo es el de las diversas palabras que designan lo hortera: lo grasa, lo pavoso, lo lobo colombiano, lo cholo ecuatoriano, el naco mexicano... Todos estos términos hacen alusión a esa mezcla de lo cursi y sentimental, y es algo que solo un hispanohablante puede definir como "hortera".

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Entrevista a Carmen Pastor en 'La Cadiera'
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