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Las pinturas murales de la ermita de Cabañas

En este templo de La Almunia de Doña Godina dos restauradoras trabajan para devolver su esplendor a estos frescos medievales

ARAGÓN CULTURA /

Quién le había de decir a la orgullosa Cabañas, población principal de la comarca del Jalón en la Antigüedad, que iba a acabar siendo destituida por una humilde almunia suya; que esta almunia, propiedad de Doña Godina, crecería a lo largo de la Edad Media hasta hacerla desaparecer; que de ella misma, de la propia Cabañas, no iba a quedar ni rastro, y que solo mantendría como lejano eco de su existencia una pequeña ermita dedicada a la Virgen…

La ermita de la Virgen de Cabañas se halla a la salida de La Almunia, junto a la carretera que va a Ricla. Por el exterior no es ni sombra de lo que fue: hoy vemos un edificio casi anodino, revestido de placas de piedra, con cabecera semicircular y una austera (y moderna) portada en arco de medio punto en el muro de los pies.

Así la dejaron en una restauración llevada a cabo en 1960: irreconocible. Solo las fotografías guardan la esencia de lo que este edificio fue hasta hace pocas décadas, con una sencilla portada en el muro sur, bajo tejadillo y flanqueada por contrafuertes; con la casa del santero adosada a sus pies y con algunos edificios más en su entorno, que componían un pequeño mundo vivo a su alrededor.

Pero no nos dejemos llevar por la nostalgia porque, pese a los avatares de su historia,  esta ermita guarda aún en su interior una magnífica sorpresa, que es uno de los mejores conjuntos de pintura mural gótica conservados en Aragón. Posee también un coro de madera en alto, mudéjar, bellamente decorado, y una pila bautismal románica. En suma, un espacio delicioso e interesantísimo que nos sorprende como si fuera un tesoro envuelto por un rebozo vulgar.

Probablemente esta ermita sobrevivió a la desaparición del pueblo de Cabañas por una especial devoción de las gentes de la comarca a la Virgen titular, una talla del siglo XIII perdida en algún momento de nuestra historia reciente. También, porque al menos hasta el XIX fue lugar de enterramiento, sobre todo de niños y jóvenes.

La iglesita fue construida en el siglo XII, tras la reconquista de la Qabanas musulmana alrededor de 1120. Inicialmente el edificio solo tendría una nave, la que hoy es principal, cuyo ábside se decora con pinturas murales de tradición románica: un apostolado bajo arcos pintados de medio punto, presidido por la figura de la Virgen orante, sirve de base a la representación del Pantocrator en mandorla, rodeado por los signos de los Cuatro Evangelistas (Tetramorfos) en la bóveda. Estas pinturas estuvieron ocultas hasta hace pocas décadas por el retablo barroco que tapaba la cabecera.

La primitiva iglesia tuvo un pórtico en el lado sur que muy pronto, seguramente a principios del siglo XIII, se cerró para quedar convertido en una segunda nave, donde se siguió manteniendo la portada. Esta nave, más pequeña, se dedicó a San Nicolás y es la que cobija las singulares pinturas que convierten a la ermita en un lugar especial.

No todas fueron hechas a la vez ni por la misma mano. Se distingue claramente la obra de dos maestros, dos épocas y dos mensajes diferentes. En su conjunto, sin embargo, otorgan una total coherencia a este espacio, dedicado a la vida y a la muerte desde una concepción cristiana de la existencia: hay numerosos símbolos sobre el bautismo como entrada a la vida, acerca de la fe en la salvación del alma tras la muerte y la resurrección. La nave de San Nicolás, como segunda iglesia adosada a la primera, sirvió como capilla bautismal y funeraria, y de ahí la iconografía de sus pinturas.

Como capilla bautismal, esta segunda nave construida en Cabañas se dedicó a San Nicolás, protector de los niños por excelencia; la narración de la historia y milagros del santo ocupa la zona de la cabecera aunque también, quizá por una idea libre y algo caótica de la composición por parte del artista, algunas escenas se extienden a los muros laterales. En estos últimos se desarrollan otros temas: en el muro sur la historia de Santa Bárbara, con especial atención a los episodios que reflejan la importancia que esta santa concedió al bautismo, y en el norte el ciclo de la Pasión de Jesucristo, expresión fundamental de la salvación de la Humanidad, y de todas y cada una de las almas, mediante su sacrificio en la cruz.

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