'Hijos de Aragón': Manuel Ricol, precursor del ciclismo

Devoto pedaleador, constructor y diseñador de sus propios prototipos de velocípedos e incluso organizador de pruebas ciclistas, el turolense Manuel Ricol es uno de los padres del ciclismo moderno. Nació en el Mas de Ricol, en Castellote, en 1846, cerca de Santolea, pero siendo muy joven tuvo que abandonar su pueblo cuando sus padres se trasladaron a Barbastro.

En Zaragoza aprendió el oficio de relojero, lugar en el que quedó prendado de un carruaje de cuatro ruedas que se movía con el esfuerzo que realizaban sus conductores sobre unas palancas que hoy llamaríamos pedales. Sorprendido por el invento, solicitó y obtuvo el permiso  para poder subir al artefacto y, en compañía de los otros viajeros, desplazarse unos cientos  de metros por las calles de la ciudad”. El resto es historia.

Ricol regresó a Barbastro para iniciar junto a otro compañero la construcción de un biciclo que había contemplado en una obra de teatro. El turolense acabó comprando un su primer velocípedo en Madrid, en 1869. Con él recorrió buena parte de la villa: El parque del retiro, los paseos del Prado y la Castellana, provocando atención y extrañeza entre los viandantes.

Desde ese momento su trayectoria estuvo siempre vinculada a las dos ruedas. Dedicó buena parte de su vida a la promoción y difusión del deporte del ciclismo y estableció los primeros récords nacionales de distancias. Su activismo ciclista le llevó a participar en el grupo velocipédico que se gestó en el parque del Retiro de Madrid y estuvo presente en la gestación de la Unión Velocipédica Española, y que sería el germen de lo que hoy es la Federación Española de Ciclismo (RFEC).