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Etnografía en Todos los Santos

Fuego de velas, lamparillas encendidas, calabazas alrededor de una cruz de piedra y conjuros de brujas, son algunas de las escenas que se viven en las localidades aragonesas por estas fechas

ARAGÓN CULTURA /

En Aragón ha permanecido durante siglos la tradición de recordar a los difuntos durante estos días. Fuego de velas, lamparillas encendidas, calabazas alrededor de una cruz de piedra y conjuros de brujas. Estas son algunas de las escenas que las localidades aragonesas viven por estas fechas cercanas al 1 de noviembre, la Noche de Ánimas o Nuei d’almetas. La ancestral costumbre celta fue adaptada por el imaginario cristiano para seguir manteniendo la necesidad de los seres humanos de comunicarse con las almas de sus difuntos.

A lo largo de nuestra Comunidad, se repiten los símbolos y ritos en torno a esta noche. Por ejemplo, era costumbre fabricar las lamparillas con un trozo de mecha que se colocaba encima de un círculo de cartón. Después se echaba aceite en un plato y se colocaba el cartón con la mecha sobre el aceite para que la lumbre flotase encima.

También, y aunque actualmente parezca una costumbre importada de la cultura norteamericana, las calabazas vaciadas y con una vela en su interior han formado parte de la tradición aragonesa desde hace siglos. Además, también son frecuentes algunas costumbres como la de colocar un plato de judías sobre la mesa, que representaba el modo de comunicarse con las almas de los difuntos y de saber que números de misas deseaban que se realizasen en su memoria.

Radiquero es probablemente el lugar de Aragón donde mejor y con más fuerza se ha conservado la tradición de la Noche de ánimas o Nuei d’almetas. Allí se buscan por el pueblo almetas y totons. Ambos representan a almas en pena que han dejado el mundo de los vivos, pero no han logrado entrar en el de los muertos a causa, seguramente, de tener algo pendiente que terminar en este mundo. Poco después, Doña Severa lanza su discurso a los presentes.

En Lupiñén hay una marcha nocturna de almetas y la protagonista de la noche es l’abadesa, una mujer nacida en Aniés, acusada de brujería y ejecutada en Huesca en 1574. Trasmoz se llena de calabazas a través de las que se puede ver la luz de las velas. La noche en esta localidad termina en el castillo con una queimada y un conjuro. Otros lugares que recuerdan esta fecha son Adahuesca, Almonacid de la Sierra, Alquézar, Ayerbe, Ambel, A Fueva, Bagüés, Graus, Bardallur, Fréscano o Salas Altas.

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