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El testamento de Fernando el Católico y retratos de Goya, en el Palacio de Liria

La residencia privada del Duque de Alba en Madrid abrirá sus puertas al público general en septiembre

ARAGÓN CULTURA /
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Construido en la segunda mitad del siglo XVIII por Ventura Rodríguez, de estilo neoclásico y rodeado de jardines, el Palacio de Liria  fue dañado gravemente durante la Guerra Civil Española y reconstruido gracias al XVII duque de Alba, Jacobo, y de los XVIII Duques Cayetana y Luis, cuya obra culminaron y costearon en su totalidad. En su interior, acoge actualmente uno de los mayores legados artísticos de la historia de España, fruto de más de 600 años de mecenazgo y coleccionismo por parte de la Casa de Alba.

A partir de septiembre el palacio abre sus puertas al público a través de visitas de 65 minutos en grupos de un máximo de 20 personas. Los visitantes podrán contemplar más de una docena de estancias ubicadas en las plantas primera y baja del Palacio, incluida la biblioteca, que contiene más de 18.000 volúmenes y donde se exhiben joyas bibliográficas y documentales como la Biblia de la Casa de Alba, la única colección de cartas autógrafas de Cristóbal Colón en manos privadas, el último testamento de Fernando 'El Católico' o la primera edición de 'El Quijote' de Madrid de 1605.

Entre las obras pictóricas más destacadas, están los retratos de Francisco de Goya a la XIII Duquesa de Alba y a la Marquesa de Lazán, así como los que hicieron Tiziano y Rubens del Gran Duque de Alba, además de otros importantes lienzos firmados por Velázquez ('Infanta Margarita'), Murillo ('Juan de Miranda'), Zurbarán ('Santo Domingo de Guzmán') o El Greco ('Cristo en la Cruz'), entre otros relevantes artistas.

Las artes decorativas completan los salones con un nutrido conjunto de porcelanas de diferentes fábricas (Sevres, Meissen, Alcora, Buen Retiro), así como una variada colección de relojes o mobiliario de diferentes estilos y épocas, entre los que destacan los elaborados por los célebres ebanistas Riesener y Jacob, y otros muchos llegados al Palacio de Liria de la mano de la Emperatriz Eugenia de Montijo, esposa del emperador Napoleón III, que allí pasó sus últimos días.