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El sueño americano, del pop a la actualidad

CaixaForum Zaragoza exhibe más de 180 obras, procedentes en su mayor parte del British Museum de Londres, de artistas como Andy Warhol, Roy Lichtenstein, Robert Rauschenberg, Willem de Kooning, Donald Judd, Jasper Johns o Jim Dine, entre muchos otros

ARAGÓN CULTURA /
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La fuerte irrupción del arte del grabado en los Estados Unidos desde los años sesenta hasta la actualidad es el leitmotiv de la nueva exposición de CaixaForum Zaragoza, a partir de la importante colección de arte gráfico del British Museum, junto con una pieza del Whitney Museum of American Art de Nueva York.

Andy Warhol, Roy Lichtenstein, Sol LeWitt, Robert Rauschenberg, Guerrilla Girls, Donald Judd, Ed Ruscha, Louise Bourgeois, Robert Longo, James Rosenquist, Chris Burden y Richard Estes son algunos de los artistas representados en esta muestra, que parte del arte pop y también incluye a creadores de otros movimientos artísticos, como la abstracción, el minimalismo, el arte conceptual, la figuración y el fotorrealismo.

Dividida en 11 ámbitos y una introducción, se trata de un recorrido temático y cronológico por una época brillante del arte gráfico estadounidense que también refleja la historia reciente del país, con temas todavía candentes en la actualidad, como el conflicto racial, el sida y el feminismo.

En la exposición, que explica también la historia de la complicidad entre los artistas y los talleres colectivos donde se elaboraban estas obras, se incluyen técnicas diversas de grabado como la litografía, la serigrafía, el aguafuerte, la punta seca o los fotograbados, entre otras.

La muestra, que en su montaje recrea el colorido y la energía de lo que fue toda una revolución gráfica a través de una museografía de estética pop y gestual, incluye 185 obras de 59 artistas. Entre ellas, algunas muy emblemáticas, como las populares serigrafías de Liz Taylor y Marilyn Monroe, y la de Jackie Kennedy en el funeral de su marido, de Andy Warhol.

También, la serie de las banderas de 1973 de Jasper Johns; las obras punteadas de Roy Lichtenstein, influenciadas por las viñetas de cómic; grabados de gran formato de Robert Rauschenberg: Booster (1967), que representa su propio esqueleto y mide 1,8 metros de altura, y Sky Garden (1969), que refleja el momento del lanzamiento del cohete Saturno V y que, con su altura de 2,2 metros, superó el récord de la litografía más grande estampada a mano, que el propio artista había alcanzado, dos años antes, con Booster.

El sueño americano. Del pop a la actualidad supone, además, una reivindicación del grabado, que en los años sesenta pasó de ocupar una posición marginal a situarse en el centro de atención de las bellas artes. Los sistemas de reproducción de la imagen permitieron a los artistas explorar con nuevas técnicas y materiales, e incidir de un modo crítico en la sociedad de la época.

Además, el uso artístico de la impresión puso en crisis la noción de obra única. En definitiva, el grabado se convirtió, ya para siempre, en una forma esencial para entender la vida y la cultura de su época.

La exposición incluye proyecciones audiovisuales en las que se puede ver a algunos de los artistas presentes en la muestra trabajando distintas técnicas de estampación, hablando de sus producciones gráficas o documentando cómo se llevan a cabo las diversas técnicas de grabado. Destaca un vídeo en el que aparece Andy Warhol realizando serigrafías, así como una grabación de Jasper Johns en la que, a través de un plano cenital, el artista presenta una proyección simulando una imprenta.

El grabado, la técnica favorita de los artistas pop

La exposición arranca su recorrido con el surgimiento del arte pop en Nueva York y la Costa Oeste americana. Numerosos artistas del pop —el más famoso de ellos es Warhol, pero también James Rosenquist, que había trabajado pintando vallas publicitarias en Times Square— provenían de la publicidad y la ilustración, y conocían las estrategias de marketing para captar la atención mediante colores primarios y una imaginería llamativa.

La expansión del grabado durante los años sesenta en los Estados Unidos está directamente relacionada con la eclosión del arte pop, que en su filosofía no establecía límites ni diferencias entre arte culto y arte comercial, y que se sentía fascinado por los medios de comunicación y la publicidad.

La serigrafía y las técnicas asociadas a la impresión masiva fueron utilizadas por los artistas para llegar a una nueva clase media que podía acceder a carpetas de obra gráfica o a libros de artista de pequeño formato. A estos artistas, la reproductibilidad de la obra gráfica les permitía llegar a un público numeroso.

Los artistas pop, además, toman objetos de la vida cotidiana, así como elementos y temas muy presentes en los medios de comunicación de masas, y los elevan a la categoría de arte. Poco después de la muerte de Marilyn Monroe, Warhol utilizó el rostro que aparecía en el cartel de la película Niágara para sus famosas serigrafías de la actriz.

Claes Oldenburg crea una obra a partir de un enchufe flotando en el agua (Floating Three-Way Plug [Ladrón triple flotante], 1976), y Jasper Johns, que había pintado la bandera americana por primera vez en 1954, la convierte en un icono pop con sus series de grabados empleando múltiples capas de tintas transparentes.

La exposición dedica un ámbito a los artistas del grabado de la Costa Oeste, que se caracterizaron por realizar obras más relajadas y que sintonizaban mejor con el estilo de vida de Los Ángeles. Aquí, el sol, el mar y los paisajes desde el coche cobran protagonismo. Ed Ruscha fue uno de los artistas que mejor reflejaron esa atmósfera vital en obras como Made in California (1971). La obra de Ruscha contrasta con los grabados en blanco y negro de Bruce Nauman que representan palabras. 

Abstractos, minimalistas, figurativos y activismo político

Pero no solo los artistas pop abrazaron con entusiasmo la técnica del grabado. Los pintores expresionistas abstractos, que seguían siendo muy influyentes en los años sesenta, utilizaron el grabado con profusión, especialmente la litografía, que se ajustaba muy bien a la gestualidad de su estilo. Willem de Kooning realizó arte gráfico de gran formato, por ejemplo, y dedicó una serie a la aproximación libre de Minnie Mouse, el célebre personaje creado por Disney, en la que el artista experimentó aplicando con pincel líquidos grasos directamente sobre la plancha litográfica.

Robert Motherwell y Philip Guston también usaron el grabado para expresar su abstracción gestual, mientras que Ellsworth Kelly y Frank Stella realizaron obras con formas geométricas y con formas simplificadas de la corriente Hard Edge, basada en transiciones abruptas de color.

En los años setenta, los artistas minimalistas y conceptuales también recurrieron a la obra gráfica como reacción al arte pop. Artistas como el minimalista Donald Judd y el conceptualista Sol LeWitt dedicaron gran atención a la estructura y las propiedades de los materiales. El color, la forma, la textura y el material son reducidos a la esencia, y aparecen líneas simplificadas.

En el mismo momento, el fotorrealismo, que muestra imágenes muy detalladas a partir de fotografías, presenta una intención muy distinta. Chuck Close y Alex Katz realizan retratos monumentales. El pintor Richard Estes, el más emblemático de los artistas del estilo hiperrealista, representa escenas y paisajes estáticos y sin gente, que parecen distanciados de la realidad.

La figuración sin intención realista también resurgió a finales de la década de los setenta. Philip Guston, uno de los principales defensores del expresionismo abstracto, provocó una considerable polémica con su retorno a la figuración. Se alejó de repente del estilo gestual y empezó a crear imágenes caricaturescas de figuras encapuchadas, extremidades desmembradas, botas claveteadas y otras formas figurativas.

En la exposición también pueden verse grabados figurativos de artistas como Richard Diebenkorn —que recupera géneros clásicos como la figura humana, la naturaleza muerta y el paisaje—, Philip Pearlstein, Robert Longo y Susan Rothenberg.

Desde su invención en el siglo XV, la impresión siempre ha resultado un buen medio de expresión para la crítica política. Los artistas americanos, a partir de hechos históricos como el asesinato de Kennedy y la guerra de Vietnam, han utilizado el arte gráfico para difundir mensajes políticos y sociales relacionados con las guerras, la epidemia del sida, el terrorismo y las crisis económicas.

Warhol hizo campaña a favor del senador demócrata George McGovern con una serigrafía en la que aparece su oponente republicano, Nixon, con la cara verde y los labios amarillos. En 1967, William N. Copley creó una serigrafía con la bandera americana en blanco y negro y la palabra think (‘piensa’), que fue incluida en una carpeta con obras de otros 16 artistas para protestar contra la guerra de Vietnam. Roy Lichtenstein realizó obra gráfica como forma de recaudación de fondos para causas políticas y sociales durante toda su carrera.

Así, la serigrafía I love Liberty (1982) fue creada para un acto organizado por el grupo de presión progresista People for the American Way, que defendía los derechos de las minorías y los grupos oprimidos, entre ellos los homosexuales, las mujeres, los afroamericanos, los hispanos y los nativos americanos. El grabado también jugó un papel fundamental entre los artistas que denunciaban la negligencia del gobierno de Reagan con respecto al sida, como Eric Avery.

El feminismo también está representado en la exposición con obras de mujeres artistas que denunciaban las estructuras tradicionales del poder masculino. Louise Bourgeois habla de cómo le afecta la maternidad en la obra de punta seca Ste Sebastienne [Santa Sebastiana] (1992), y Kiki Smith eleva a obra de arte elementos presentes en los cuerpos de las mujeres, como un óvulo y vellosidad.

Del mismo modo, los artistas no blancos, que hallaron muchos obstáculos para entrar en las corrientes artísticas americanas, denunciaron abusos policiales y la violencia racista, en algunos casos en plena segregación, que fue legal en los estados del Sur hasta 1964. Artistas afroamericanos como Emma Amos, Kara Walker y Willie Cole han recuperado y denunciado en sus obras la historia casi silenciada de la esclavitud

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