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El sonido de la naturaleza según Carlos de Hita

El técnico de sonido especializado en la naturaleza presenta su nuevo libro que nos permite viajar por España a través de las estaciones del año y de su paisaje sonoro

ARAGÓN CULTURA /
Carlos de Hita
icono foto Carlos de Hita

Es sorprendente alejarse de la ciudad y dejar de escuchar los coches, los pitidos, las alarmas, y sirenas, las voces y otros muchos ruidos con los que convivimos y que, cada día más, contribuyen a aumentar a niveles preocupantes la contaminación acústica. Escuchar los animales, las plantas, los insectos, el curso de un río, la brisa o el sonido de una tormenta en verano contribuyen a disminuir los niveles de estrés, a mejorar el rendimiento cognitivo y ayudan a regu-lar la frecuencia cardíaca y la presión arterial.

¿Cuántas veces te has parado a escuchar el sonido de la naturaleza? Abrir las páginas de este libro, titulado El sonido de la naturaleza. Calendario sonoro de los paisajes de España, editado por Anaya Touring, es escuchar las voces de la naturaleza. Carlos de Hita, escritor y uno de los mayores expertos en paisaje sonoro, explora la belleza y diversidad de estos mensajes sonoros que se propagan por nuestros bosques, ríos y campos y lo plasma a través de sus textos y sus sonogramas en esta bellísima obra repleta de ilustraciones de Francisco Hernández y más de 70 códigos QR con los que realizar un recorrido sonoro inédito por nuestros paisajes naturales.

A cualquier hora del día y a lo largo de las cuatro estaciones de Hita se ha mantenido a la escucha, micrófono en mano, y ha realizado un trabajo de años para capturar la banda son-ora de la naturaleza en España. En El sonido de la naturaleza nos ofrece un doble relato: el literario, a menudo escrito sobre el terreno, y el sonoro, en el que ya no es él, sino la propia naturaleza la que se cuenta a sí misma con sus propias voces: las canciones de las aves, el croar destemplado de los anfibios o el aullido del lobo. Siempre contra un telón de fondo, formado por el silencio invernal, las estridencias de los insectos en los días de primavera o el retumbo de la tormenta en las tardes de verano que dan paso al otoño. “¿Por qué no hacer un calendario sonoro?”, se pregunta el propio autor y explica que “cada página, en vez de una imagen contra un lienzo en blanco, es una canción contra el silencio”.

En el libro además se mezclan los sonidos con las ilustraciones de Francisco Hernández. Imágenes bien delineadas unas veces, trazos inacabados y manchas de color otras, que captan admirablemente el movimiento o la presencia sutil de un animal. “La imagen abocetada y la grabación sonora están, conceptualmente, muy cerca. Una línea difusa, indefinida, sin un principio ni un fin claros, tiene mucho en común con una línea sonora que empieza y termina con un ataque suave, pierde sus perfiles en la distancia y, como la pintura en el papel, se diluye en el aire. A menudo en una atmósfera húmeda, como una acuarela”, relata Carlos de Hita en las primeras páginas del libro.

Así, de oídas, el paso del año transcurre como una secuencia envolvente en la que las voces descriptivas de los animales, las que nos dicen quién está ahí y qué está haciendo, resuenan contra un fondo más o menos silencioso, más menos tejido con ruidillos y rumores. “Como cualquier otro, ese calendario sonoro no es más que la descripción de una cinta sin fin”, afirma el autor.

De los estorninos pintos en la laguna del Taray en Toledo a los búhos de los pinares piñoneros del Aljarafe sevillano o las gaviotas de las islas Cíes; los azulones, cercetas, silbones, rabudos, frisos, cucharas y colorados de las lagunas de la Mancha Húmeda, la pelea de unos gorriones por un grano de cebada o el canto de la perdiz roja en la campiña de Badajoz, el agua que adopta todas las voces en la Alhambra de Granada, o la espera de un corzo en Valsaín, en la Sierra de Guadarrama (Segovia), lugar de residencia de Carlos de Hita y donde aún se refugia y sigue capturando algunos de los sonidos que conforman el paisaje sonoro de España.

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