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El legado sonoro de Ennio Morricone

Fallece uno de los grandes compositores del séptimo arte, que nos deja más de 500 bandas sonoras inolvidables

ARAGÓN CULTURA /

Hoy es sin duda un día histórico en el cine con el fallecimiento de uno de los grandes compositores del séptimo arte, Ennio Morricone. Este pequeño romano nació un 10 de noviembre de 1928 y es conocido no sólo por la calidad de sus obras sino también por la cantidad de las mismas, ya que llegó a componer más de 500 bandas sonoras de cine. Hoy el sonido que identifica a nuestras películas no la conforman los diálogos sino las notas sobre el pentagrama y nuestra historia comienza en el cercano Oeste...

'El bueno, el feo y el malo' se rodó, además de en Almería, en Madrid y Burgos. Son los años 70 y el Spaghetti western se convierte en un cine fácil de producir y según los casos, buenos resultados en taquilla; aunque algunas de las películas de peor calidad tienen una nueva vida en la televisión.

Estas películas se caracterizan por las historias y el ambiente general alejado del glamuroso western de Hollywood; pero, sobre todo, por su sonido, unas bandas sonoras que, al escucharlas, han conseguido lo que no ha hecho otra música, salvo quizás las películas del peplum, que podamos identificar un género a través de un sonido. 

Esa personalidad musical la consiguió Morricone con la trilogía del dólar de Sergio Leone; con Por un puñado de dolares que estamos escuchando de fondo, con La muerte tenía un precio y, por supuesto, por El bueno, el feo y el malo. Esta película nos sitúa durante la guerra civil norteamericana, es entonces cuando tres cazadores de recompensas buscan un tesoro que ninguno de ellos puede encontrar sin la ayuda de los otros dos. Así que colaboran entre sí para conseguir el botín.

El éxito de estas cintas le valió a Morricone el prestigio internacional, sin embargo, Hollywood seguía ignorando al genio, mientras que, en Italia, impulsado por Sergio Leone y  Pier Paolo Passolini, se labraba un nombre que le permitió acceder en 1976 a la banda sonora de Novecento, la obra titánica de Bernardo Bertolucci con Robert de Niro y Gerard Depardieu.

Novecento

En este drama que hace un complejo recorrido político y social por la Italia del siglo XX, nos situamos en 1901, en una finca del norte de Italia. Allí nacen el mismo día el hijo de un terrateniente y el hijo de un bracero que serán amigos inseparables, aunque su relación se verá nublada por sus diferentes actitudes frente al fascismo.

Así en el año 1978 llegó su primera nominación por la película de Terrence Malick “Días del cielo”. Morricone siempre ha sido más prolífico que exquisito a la hora de elegir sus proyectos y durante ese tiempo combinaba obras de arte y ensayo con comedias alocadas muy a la moda del momento, incluida una película de Bud Spencer y obras descomunales como Erase una vez en America.

Érase una vez en América

De nuevo protagonizada por Robert de Niro, nos sitúa a principios del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca, en unos importantes mafiosos.

En el año 1986 llega su segunda nominación al Oscar, con una banda sonora que se escapa del estilo al que nos tenía acostumbrados demostrando que, con el sonido de un simple oboe, podemos trasladarnos hasta lo más profundo de la selva sudamericana. Lo hizo, de nuevo con de Niro, bajo las órdenes de Roland Joffe, en La misión.

La Misión

No ganó el Oscar porque el jazz de Herbie Hancock en Alrededor de medianoche no le dio opción frente al público americano… pero si hablamos de trascendencia, quien se acuerda de la película jazzística de Bertrand Tavernier y quien se acuerde de La misión.

En plena jungla tropical junto a las cataratas de Iguazú un misionero jesuita, el padre Gabriel, sigue el ejemplo de un jesuita crucificado, sin más armas que su fe y un oboe. Al ser aceptado por los indios guaraníes, Gabriel crea la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza, ex-traficante de esclavos, mercenario y asesino, que buscando el perdón se hace jesuita y encuentra la redención entre sus antiguas víctimas. Después de luchar juntos durante años, se enfrentan a causa de la independencia de los nativos: Gabriel confía en el poder de la oración; Rodrigo, en la fuerza de la espada.

En los 80 Morricone empieza a dar clases de genialidad y cada banda sonora se convierte en única, Los intocables de Elliot Ness, Corazones de hierro, Frenetico… trabajando con los mejores directores, Polanski, Brian de Palma y hasta un español que está empezando a dar que hablar en la escena internacional, Pedro Almodovar, para quien compuso la banda sonora de 'Átame'. Pero si hay alguna pieza que destaca en esta década es sin duda Cinema Paradiso.

Cinema Paradiso

La ternura de esta historia unida a la de la música de Morricone, quien contó en esta ocasión con la colaboración de su hija Andrea en la composición, ha hecho que su banda sonora nos transporte a una época anterior, la de la inocencia y el romanticismo de cuando éramos niños y dimos el paso a adultos.

Cinema Paradiso narra la historia de Salvatore, un niño de un pueblecito italiano en el que el único pasatiempo es ir al cine. Subyugado por las imágenes en movimiento, el chico cree ciegamente que el cine es magia; pero, un día, Alfredo, el operador, accede a enseñarle al pequeño los misterios y secretos que se ocultan detrás de una película. Salvatore va creciendo y llega el momento en el que debe abandonar el pueblo y buscarse la vida. Treinta años después recibe un mensaje, en el que le comunican que debe volver a casa.

En la década de los 90, El clan de los irlandeses, Bugsy, La ciudad de la alegría, En la línea de fuego, Acoso o Lolita son algunas películas destacadas, pero hay una que es una oda de amor a la música y en la que volvía a trabajar con el director de Cinema Paradiso, Giuseppe Tornatore, La leyenda del Pianista en el océano.

La leyenda del pianista en el océano

Danny, el maquinista de un barco llamado Virginia, encuentra a un niño abandonado sobre un piano, lo adopta y le impone el nombre de Novecento. El barco es el hogar del niño, y los pasajeros, sus ventanas al mundo. Tras la muerte de Danny, alguien descubre por azar el talento innato del niño para el piano. A través de la música, este insólito personaje muestra lo que siente dentro del limitado mundo de un barco que no se atreve a abandonar.

En la década de los 2000 llega su Oscar honorífico, pero eso no significa que Morricone se retire o descanse… Un nuevo director vive desesperado por trabajar con Morricone y el acepta de buen grado componer temas para sus películas, Malditos bastardos, Django desencadenado, Los odiosos ocho, por el que ganó por fin un Oscar que no fuera honorífico, y Kill Bill. Hablamos de Quentin Tarantino.

Kill Bill

El día de su boda, una asesina profesional sufre el ataque de algunos miembros de su propia banda, que obedecen las órdenes de Bill, el jefe de la organización criminal. Logra sobrevivir al ataque, aunque queda en coma. Cuatro años después despierta dominada por un gran deseo de venganza.

Uno de sus últimos premios ha sido el Princesa de Asturias de las artes junto al que quizá, sea su gran rival por ser el mejor compositor de cine de todos los tiempos, o al menos el más popular, John Williams.

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