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'Deshabitarnos', un manifiesto a favor de la cultura

Las coreógrafas Carla Cervantes y Sandra Egido experimentan con el movimiento, el sonido y las luces en una creación para 'Atónitos Huéspedes', de Aragón TV

ARAGÓN CULTURA /

Un patio de butacas vacío es lo mismo que un paisaje al que se le han quitado una a una las raíces con las manos. Es subir una montaña con los ojos vendados. Es construir una presa que acaba secando el cauce.

Es una ventana cerrada en medio del mar. Es un libro que no cuenta nada. Una bailarina con el cuerpo amordazado a una mesa de oficina. Una brocha que pinta una pared de gris, sin quitar el cuadro que estaba colgado.

Somos cultura.

Por eso, dejar la cultura siempre para el final es dejar lo que somos siempre para el final. Es no atendernos. Es no escucharnos. Es levantar un muro entre la carne, para que la carne no se comprenda.

La cultura no puede ser siempre lo último. No puede ser que casi nadie piense nunca en algo que nos atraviesa, nos constituye, nos define y nos hace libres.

No puede ser que aquello que nos ayuda a hacernos preguntas, que nos indica a reflexionar sobre las relaciones que tenemos los seres humanos con los demás, con el mundo y con nosotras mismas, no sea considerado como algo fundamental.

Y en este momento, después de aislarnos en casa y utilizar su capacidad de alimentar y sanar nuestra existencia. Después de alejarnos de la locura y mostrarnos su generoso poder, transportando nuestra piel a lugares inimaginables y haciéndonos sentir infinitas en la habitación de nuestra infancia, no podemos mirar hacia otro lado.

Porque eso es descuidar lo que nos ha cuidado cuando más necesitábamos ayuda. Un teatro vacío es la muestra del desierto que nos habita cuando abandonamos lo que nos sostiene. Un artista sin espacio es un ramo de orquídeas blancas abandonado, secándose al sol.

Omitir la cultura, es deshabitar lo que somos. La cultura no es insegura, la danza no es accesoria, el arte no es algo que se pueda posponer. La cultura es urgente. La cultura es ya. Porque sin cultura, el futuro es un lugar en el que las personas seremos unas desconocidas, un lugar en el que la vida será un deambular, un accidente, un choque incomprensible.

Y es que la cultura nos da la oportunidad de ensanchar el espacio que ocupamos en este planeta. Nos da la posibilidad de nacer múltiples veces, una vez hemos nacido.

No hay nada más hermoso que dar a alguien las herramientas para derribar fronteras. Todos los seres humanos tenemos derecho a que nos enseñen a no odiar. Un patio de butacas lleno es la prueba de que estamos aprendiendo a amar.

Eso es la esperanza que nos da la cultura y esa es la primera que deberíamos conservar.

Carla Cervantes y Sandra Egido forman un tándem complementario. La parte contemporánea y técnica de Carla se une al estilo break de Sandra. Buscan la experimentación sin excusas.

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